Gerardo Yong 

La comunidad internacional parece haber superado el trauma del 2012 como el año durante el cual se acabaría el mundo o, por lo menos, en el que se vivirían situaciones dramáticas para la humanidad, que van desde nuevas enfermedades, crisis económicas y desastres naturales. Sin embargo, las alertas de la naturaleza, que se han presentado continuamente, no parecen incitar a los gobiernos del mundo a promover un plan de prevención para responder cualquier circunstancia que afecte a la población mundial.

La amenaza nuclear 

El mundo fue testigo hace casi un año cuando un temblor de 9 grados sacudió al este de Japón, y del posterior tsunami que arrasó a diversas poblaciones  y dejó miles de personas muertas. El fenómeno natural ocasionó un crisis nuclear tras haber afectado la planta de energía atómica de Fukushima.  Con ello, la naturaleza dejaba en claro que ni las potencias, las riquezas y la tecnología pueden  frenar su furia. Recientemente, las autoridades niponas decretaron que la planta nuclear de Hamaoka debe ser cerrada, en momentos en que no se ha logrado superar la situación de su hermana en Fukushima y ante el temor de que un nuevo sismo pueda afectar sus instalaciones. Esta decisión fue adoptada ante el elevado riesgo sísmico en la zona donde está ubicada, es decir, en la costa suroeste de la isla, donde se teme que pueda producirse un terremoto de gran intensidad.   Este desastre natural desestabilizó a una economía mundial, de por sí fracturada, que empezaba a recuperarse y fortalecerse.  Para los especialistas, lo peor es la fuga nuclear que se ha esparcido en la atmósfera, la cual contribuirá en un daño irreversible al planeta.

Calentamiento global, amenaza real

Tras una consulta internacional, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció que el principal problema que sufre el planeta es el calentamiento global. Pese a ello, países poderosos como Estados Unidos y China, principales emisores de gases tóxicos que afectan a la atmósfera, se han rehusado a respetar estándares ecológicos que contribuyan, al menos, a reducir el impacto en el medio ambiente. Esto a sabiendas que los efectos perjudicarán a países insulares y costeros, en primer instancia, y a zonas continentales, a mediano plazo. Según estudios de la Organización Mundial de la Salud, esta apatía internacional le está costando a la humanidad que más de 160 mil personas mueran anualmente en el mundo. Agregó que en los próximos años, el cambio climático ocasionará lluvias cada vez más intensas, que a su vez dejarán fuertes inundaciones. También provocarán cambios bruscos de temperaturas, granizadas históricas y un aumento considerable en huracanes y actividades volcánicas. Expertos de este organismo han denunciado que el cambio climático difícilmente podrá frenarse sin suspender o acabar con las guerras y el terrorismo; problemas que impiden que el mundo pueda unificarse en torno de una solución integral.

La caída económica

La amenaza de un colapso económico sigue latente, ante la posibilidad de que la crisis de deuda que aflige a la zona euro, no sólo afecte la conformación del bloque, sino que se extienda al resto del mundo. Aunque algunos gobiernos como el de Brasil, Chile y México han destacado que sus sistemas económicos han logrado sortear los problemas originados por la caída de la economía estadounidense, no servirán de mucho, si se continúan usando políticas financieras basadas en las potencias económicas.

La situación parece complicarse aún más, ya que el bloque europeo no ha anticipado un plan de medidas para afrontar el problema helénico. Se esperaba que la canciller federal alemana Angela Merkel, propusiera una solución al respecto durante el 42 Foro Económico Mundial, pero éste concluyó sin un acuerdo que permitiera visualizar en los próximos meses la implementación de  nuevas medidas para fortalecer la confianza en la Zona Euro, considerada por la comunidad mediática como “el mayor problema económico y el mayor riesgo a nivel mundial”.  Por si fuera poco, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, reconoció que existen “grandes preocupaciones” y exhortó a sus miembros a establecer un “cortafuegos simple y claro” para prevenir el contagio al resto de la comunidad internacional. Una semana después de concluir el Foro, Alemania reconoció esta situación al advertir que el tiempo se está agotando para Grecia, el lastre de la Unión Europea que no ha podido superar en los últimos dos años.