Lo más notable en cinco siglos para la pequeña isla de Mauricio resulta la presencia en el territorio de representantes de naciones extranjeras que, de diversas maneras, dejaron marcas en su devenir histórico.

No puede verse la presencia extranjera como una exclusividad de este Estado situado en el Océano Indico, a unos mil 100 kilómetros al este de Madagascar, que tiene entre sus dependencias a las islas Rodrigues y San Brandón, y 22 islotes.

A la mayoría de los países africanos llegaron navegantes y conquistadores de otros continentes con pretensiones esclavistas o colonizadoras e implantaron su dominio, que se perpetuó durante varias centurias y causó enormes sufrimientos a la población, mientras les robaban las riquezas naturales.

Las primeras noticias de Mauricio procedieron de los navegantes árabes en el siglo X aunque, según se considera, el primer europeo que visitó la isla fue el navegante portugués Domingo Fernández. A partir del siglo XIV, los lusitanos realizaron reconocimientos en las costas occidentales, sur y sureste continental.

Con posterioridad, en 1505, arribó a la “perla del Indico” el también navegante portugués Pedro de Mascarenhas. Los árabes primero y los lusitanos después, se establecieron en forma transitoria.

Los ibéricos utilizaban el territorio como simple etapa en sus viajes hacia empresas más ambiciosas. Las autoridades de Lisboa financiaban a los navegantes porque estaban interesadas en la apertura de una ruta comercial más segura hacia la India.

El nombre que actualmente tiene la isla fue puesto por los marinos holandeses en honor del príncipe Mauricio de Nassau, quien nunca llegaría a visitar el país africano.

Sucedió que los holandeses llegaron a la isla el 17 de septiembre de 1598 con la escuadra de Van Warwyck, y ante tal novedad estimaron apropiado dedicar el hallazgo a su príncipe, que con su nombre dejaría una huella permanente en la historia del país.

En lo adelante, la ínsula sería el escenario de las ambiciones coloniales de las potencias europeas. En 1715 los holandeses fueron expulsados por los galos; París había reclamado a Mauricio y cambió su nombre por el de Isla de Francia.

La administración estuvo hasta 1767 en manos de la Compañía Francesa de las Indias Occidentales y la isla se convirtió en una colonia poderosa y próspera. El gobierno galo asumió el control en 1767 y Mauricio sirvió como base naval durante las guerras napoleónicas.

FRANCIA Y REINO UNIDO

Otra vez estas dos potencias coloniales, las más importantes en los siglos XVIII y XIX en Africa, rivalizarían por la posesión de un territorio. En 1810 se entablaron violentas batallas entre franceses y británicos, pero los galos no pudieron contener el empuje de sus oponentes y el triunfo correspondió a estos últimos.

Con la conquista británica, comenzó el desarrollo de la industria azucarera, que durante muchas décadas se convertiría en la principal y casi única del país. La posesión de Reino Unido sobre Mauricio fue confirmada por el Tratado de París de 1814.

La isla retomó el nombre de Mauricio, dado por los marinos holandeses. La administración británica nunca se inclinó por desarrollar económicamente el país, donde un 99 por ciento de las 106 mil hectáreas cultivables se dedica al cultivo de la caña.

SIGLO XX

Los factores principales que influyeron sobre la vida de Mauricio durante esta centuria fueron las epidemias, enfermedades como la malaria, la destrucción producida por los ciclones, la fluctuación de los precios del azúcar en el mercado mundial y la difícil situación económica creada por el colonialismo británico.

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en Mauricio surgió un movimiento que comenzó a reivindicar la independencia, como ocurrió en toda Africa. El conflicto universal debilitó el oprobioso sistema de explotación colonial.

Las luchas de los pueblos conducirían, inevitablemente, a la liberación del continente. En Mauricio, Reino Unido puso en funcionamiento un complejo procedimiento para concederle la independencia.

Desde 1947 la colonia disfrutó de un cierto autogobierno, cuando se estableció por primera vez un Consejo Legislativo sobre la base del sufragio universal.

Desde las elecciones iniciales, el partido Laborista de Mauricio dirigió el autogobierno.

En 1961 ese Partido logró del gobierno de Londres el reconocimiento del derecho de la colonia a su independencia definitiva, aunque por etapas. En esas fases se crearon el cargo de Primer Ministro, y se nombraron los ministros con responsabilidades en el control del gobierno, excepto en la seguridad interna.

El gobernador colonial retuvo el control de las fuerzas de seguridad interna y la autoridad sobre asuntos exteriores y defensa. La continuidad del dominio de Reino Unido sobre la isla abrió una etapa de frecuentes disturbios, duramente castigados por los colonialistas.

Reino Unido no acababa de adoptar una posición clara respecto a la independencia. Las demandas se acentuaron hasta 1965, cuando el secretario de Asuntos Coloniales de la metrópoli anunció que su país concedería la independencia a la isla de Mauricio a finales de 1966, luego de una conferencia en Londres sobre la Constitución de la colonia.

Entre 1598 y 1966, año en que Mauricio obtuvo su independencia, estuvieron presentes en el país con su poder hegemónico holandeses, franceses y británicos. La población mayoritariamente de origen indio, descendiente de los siervos llegados en el siglo XIX para trabajar en las fábricas azucareras, celebró la soberanía.