Desde que asumió la presidencia de Chile en marzo del 2010, el mandatario de esa nación, Sebastián Piñera, no ha podido evitar el desgaste político de su gestión que mantiene a su país en constante inestabilidad social. Al igual que en otras latitudes del mundo, el modelo neoliberal ya no se soporta y los conflictos sociales se multiplican.  Chile está en tregua, pero pronto se reavivarán las manifestaciones populares porque siguen sin resolverse los problemas de fondo.

Piñera, a quien se considera el primer presidente de derecha electo después de la dictadura de Augusto Pinochet, inició su mandato en marzo del 2010 con más del 60 por ciento de aprobación, según las encuestas locales.

Desde entonces y hasta la fecha, su popularidad ha decaído y su gestión ha sido duramente criticada ya que uno tras otro han estallado los problemas sociales y económicos que persisten en ese país, sin que su gobierno haya encontrado una solución de fondo, por el contrario las manifestaciones sociales han sido reprimidas con el uso excesivo de la fuerza.

Durante 2010, el gobierno de Piñera enfrentó la huelga de hambre de presos Mapuches, quienes fueron juzgados bajo una “ley antiterrorista”. En alguno de los casos, los presos mapuches eran juzgados por la ley ordinaria y al mismo tiempo por la ley militar. Los presos y el gobierno lograron un acuerdo, pero las demandas del pueblo mapuche, por las cuales muchos de los comuneros mapuches están presos, esas siguen sin resolverse y en cualquier momento volverán a expresarse.

El conflicto estudiantil que comenzó en mayo del 2011 y que alcanzó momentos de intensa movilidad social en noviembre del año pasado, sigue siendo un pendiente del gobierno. Si bien las movilizaciones estudiantiles no lograron que la educación sea gratuita en Chile, si colocaron al gobierno de Piñera en el peor escenario político. De hecho, el mandatario sigue con los peores registros de aceptación y el movimiento estudiantil se prepara para salir nuevamente a las calles.

Finalmente, este año al gobierno chileno le estalló un nuevo conflicto en Aysén, una de las regiones más olvidadas en la Patagonia chilena. Los pobladores de esa región, -cansados del clásico centralismo gubernamental que impone sus políticas neoliberales y tras  un aumento a los combustibles, que fue  la gota que derramó el vaso-, salieron a protestar a los caminos y pusieron nuevamente al gobierno contra las cuerdas.

Al igual que con los estudiantes, el gobierno prefirió el uso de la fuerza que el diálogo, pero al final aceptó negociar. El momento actual parece una tregua en la lucha política que se desarrolla en Chile, donde los números macroeconómicos podrán ser muy buenos, pero no se reflejan en la mayoría empobrecida de ese país. Cuánto durará la tregua?