En pleno proceso electoral

Bernardo González Solano

Aunque es una gravísima irresponsabilidad, no se sabe (por lo menos yo no lo sé) si la Constitución política de un país democrático disponga, por lo menos, que el principal gobernante de la nación debe gozar perfecto estado de salud —física y mental— para desempeñar cabalmente sus delicadas responsabilidades.

Esta omisión constitucional ha permitido que no pocos mandatarios oculten a los inocentes  gobernados su pésima salud para continuar con el poder en las manos. El caso más reciente fue el del presidente de Francia François Mitterrand, que durante varios años, en complicidad con su médico, impidió que los franceses desconocieran el cáncer que padeció durante varios años.

Si cuando los mandatarios gozan de excelente salud se equivocan y cometen tremendas pifias, habrá que imaginarse lo que no harán siendo víctimas de enfermedades terminales. Esa malsana actitud, debería castigarse o regularse severamente.

El caso del presidente Hugo Chávez Frías (Sabaneta, 28 de julio de 1954) de Venezuela es sintomático. En su momento fue el caso del legendario presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy, que padecía agudos dolores de espalda y otras enfermedades;  en México, fue el caso del presidente Adolfo López Mateos, que padecía insufribles migrañas que al final ocasionaron su muerte.

En la tarde del viernes 24 de febrero pasado, el presidente bolivariano Hugo Chávez tomó el avión con destino a La Habana, sumiendo a Venezuela, una vez más, en la incertidumbre. El país entró en choque. Ocho meses después de revelar que sufría de un cáncer, y ocho meses antes de pretender alcanzar en las urnas un tercer mandato, el gobernante venezolano anunció, el martes 21 de febrero, que sería sometido a una nueva operación quirúrgica en los próximos días. Probablemente lo operarían el lunes 27 o el martes 28 de febrero por cirujanos cubanos que ya lo han han atendido.

Todo está listo

Tanto en Venezuela como en Cuba hay gran hermetismo sobre el particular. Hay razones. Esta recaída podría trastornar el panorama político. Los chavistas tratan de poner buena cara. La oposición exige más transparencia: los venezolanos ignoran la naturaleza del cáncer que sufre su presidente.

Chávez se limitó a decir el martes 21: “Decidí ir a La Habana. Todo está listo. Los médicos que me operaron en junio me esperan ahí”. La duda regresó a Venezuela, sobre todo a las filas del partido del gobierno, el Partido Socialista Unificado de Venezuela, donde la aparente recuperación del presidente-comandante había amainado las tensiones internas originadas por la enfermedad del líder y por una eventual sucesión.

Antes de abordar el avión que lo conduciría del aeropuerto de Maiquetía al José Martí de La Habana, y de encomendarse a “diosito”, prometió a la doliente multitud que lo despedia dedicarse “por entero, en cuerpo y alma, en espíritu, en voluntad suprema, a dar esta nueva batalla y a derrotar a las amenazas” de la nueva “lesión”; afirmó que dejará “con los crespos hechos” (esperando) a quienes desde las filas  contrarrevolucionarias, muchas veces llenos de odio, están sacando la cuenta y están pensando que Chávez se acabó”, y se ufanó al asegurar que su figura ya ha transcendido más allá de su vida.

Casi levitando, Chávez dijo mirando al cielo: “Chávez no se acabó. Y, es más, debo decirles que cuando de verdad este cuerpo se acabe, Chávez no se acabará porque Chávez ya no soy yo; Chávez está en las calles y se hizo pueblo, se hizo esencia nacional”.

Cuando alguien dice esto, poco le falta para subir a los altares. Habría que parodiar el escrito de Enrique Krauze, “El mesías tropical”, sobre el truculento abanderado de las izquierdas (sic) mexicanas, Andrés Manuel López Obrador. Cualquiera de los dos pudo ser el autor de la inolvidable frase bíblica: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

Desde la primera operación habanera, el mandatario venezolano ha recibido cuatro sesiones de quimioterapia; tres en la patria de Fidel Castro y una en Caracas. No obstante este tratamiento la “lesión” —tumor— reapareció en el mismo lugar, por lo que Chávez no descartó recibir “radioterapia focalizada” lo cual “por supuesto, frenaría” sus actividades de campaña para reelegirse en la presidencia.

Excepto estas informaciones, proporcionadas a cuentagotas, Chávez insiste en mantener en secreto su verdadero estado de salud. Sin informes médicos oficiales que permitan  pronosticar el avance o retroceso del cáncer que lo aqueja, todo lo que circule en la opinión pública venezolana respecto a si estará en debida forma o no de conservar el mando y de competir en los comicios del próximo domingo 7 de octubre, es mera especulación. Máxime que el país está dividido, indudablemente, entre chavistas y antichavistas.

Al respecto, desde fines del año pasado, Chávez ha movido sus fichas dentro del gobierno y del Partido  Socialista Unificado de Venezuela. Se dijo en aquella oportunidad  que tanto el canciller Nicolás Maduro como el vicepresidente Elías Jaua, que fueron los que condujeron el país durante su primera convalecencia en La Habana, saldrían de sus cargos de un momento a otro para que estuvieran en condiciones de competir en los comicios estatales de diciembre próximo. Asimismo, Chávez regresó una gran cuota de poder a su antiguo compañero de armas y alumno, el ex teniente Diosdado Cabello: con el liderazgo militar del partido gobernante y, desde principio de año, nuevo presidente de la Asamblea Nacional.

De acuerdo a la Constitución de Venezuela, el vicepresidente ejecutivo y el presidente del Parlamento serían, en ese orden, quienes asumirían el poder en caso de ausencia temporal o definitiva del presidente. Mientras tanto y el panorama se despeja, la maquinaria de propaganda oficial comenzó a funcionar tan pronto como Chávez anuncio su recaída. Incluso, una vez que empezaron a correr los rumores de que Chavez podría regresar a La Habana para se operado nuevamente, tanto el ministro de Comunicación y de Información, Andrés Izarra, y el presidente de ls Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, como leales peones del caballerango, se aventaron la puntada de decir que no se había dado la confirmación oficial para no agriarle las fiestas del carnaval a los venezolanos.

Por su parte, la oposición asumio la noticia con mucha discreción. El candidato de la izquierda que competirá con Chávez las proximas elecciones, Henrique Capriles escribió en su cuenta de Twitter: “A mi contendor, como hijo de Dios que soy, le deseo una exitosa operación, una pronta recuperación y larga vida”. Sin mas.

Entre majunches y cochinos

Con apenas 39 años de edad, el abanderado de la oposición juega habilmente con su juventud. “Yo soy el futuro”, no deja de repetir. “La enfermedad de Chávez es probablemente una oportunidad, pero está fuera de discusión convertirlo en un argumento de campaña”, explica uno de sus colaboradores. Capriles sabe que la partida está lejos de haberse ganado.

Por su parte, el presidente comandante ha decidido enfrentarse al candidato único de la oposición, calificándolo como de calidad inferior, de mediocre. En el español de Venezuela hay un término que sirve para señalar lo deslucido, se dice majunche. Chávez ha querido deslegitimar a Capriles Radonski y por lo mismo prometió pulverizarlo. Anunció que desde ahora y hasta el 7 de octubre buscara enfrentarse con el todos los días del mundo, con ideas y argumentos.

Dijo Chávez: “Una de mis tareas, majunche, va a ser quitarte la máscara, majunche, porque por más que te disfraces, tienes rabo de cochino, orejas de cochino, roncas como un cochino, entonces eres cochino”. Estas palabras fueron dirigidas en un acto de graduación de un grupo de médicos comunitarios. El discurso duró casi cuatro horas. Chávez dedicó varios pasajes a Capriles, aunque sin mencionarlo por su nombre.

El presidente venezolano reconoció cuánto disfrutaba del enfrentamiento verbal con sus adversarios políticos y se mofó de la estrategia dispuesta por Capriles de no responder a sus insultos y no colocar a Chávez, como solía hacerlo la oposición, en el centro de su agenda.

“El majunche —agregó Chávez— tiene unos asesores que le han dicho que no se confronte conmigo. Eso es imposible porque con Chávez se discute con ideas, con argumentos, y cuando digo con Chavez digo con el pueblo”, finalizó el líder bolivariano.

En fin, Chávez, como ha hecho con otros  adversarios, acusó a Capriles —abogado de 39 años de edad, actual gobernador del estado de Miranda— de ser el candidato del pasado, de la derecha. Por lo mismo, dijo que en estas elecciones la confrontación no es del majunche con Chavez, sino de la burguesía contra el pueblo, es del imperio contra la patria. Esa es la confrontación, el imperio y la patria.

Ademas de su equipo de gobierno, Chávez llevó a La Habana todo un séquito de transmisión que le permita conectarse en directo con el pueblo, a través de la radio y la televisión, para informar de su verdadera condición física; no ha delegado, hasta el momento, el poder de gobernar en Venezuela a nadie. Desconfía de todos, como buen cacique.