Entrevista a María Marván/Consejera electoral del IFE

Irma Ortiz

Los titulares de los diarios del pasado 30 de noviembre consideraron la resolución de la sentencia 12624/2011 del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Tribunal Electoral) como un parteaguas en la historia de la lucha de las mujeres, ya que establecía los criterios para el registro de candidaturas a diversos de elección popular y se instauraban cuotas de género que terminaban con el fenómeno de las Juanitas —mujeres que luego de acceder a un puesto de elección popular se lo cedían a un hombre.

Hace unos días, el PRI colocó en sus listas plurinominales a tres candidatas al Senado y tres más a la Cámara de Diputados que “dobletean” en la contienda electoral, ya que compiten por los mismos cargos por la vía uninominal, esto se consideró como una nueva forma para darle vuelta a la resolución y de nueva cuenta dar vida a las  Juanitas.

Las críticas vinieron de inmediato, lo que obligó a ese partido a informar que las suplentes de las candidatas propietarias serán mujeres. Las priístas a su vez demandaron respeto a los estatutos internos y sobre todo equidad en las candidaturas.

Leonardo Valdés Zurita, consejero presidente del IFE, dijo que se vigilará se cumpla con la cuotas de género en los partidos  y que si por algún motivo alguna diputada electa debe solicitar licencia, quien la sustituya debe ser del mismo género.

Al analizar el resurgimiento de las Juanitas, María Marván Laborde, consejera del IFE, va más allá de la cuestión de género y considera que en México hay un “gravísimo problema de compromiso de los actores políticos para cumplir la ley en sus términos. Este año hubo una resolución del Tribunal Electoral, la famosa resolución 12624 que obliga a los partidos tanto en mayoría relativa como en representación proporcional a cumplir con el 60-40; para ello el Tribunal Electoral mandata que no puede haber menos de 120 candidaturas de mujeres y 180 de hombres, o al revés, evidentemente cuando se habla de género, no necesariamente dice que las mujeres tienen que ser las menos, lo que pasa es que la realidad política dice que si las mujeres llegamos al 40 por ciento de las candidaturas, en realidad habría un incremento sustancial, baste con recordar que en este momento tiene la Cámara de Diputados apenas el 21, 22 por ciento de mujeres”.

La sentencia es muy clara y fuerte: las fórmulas de mujer tienen que ir acompañadas mujer con mujer, de tal manera que si renuncia la propietaria, la suplente que se quede no desequilibre la proporción de las cuotas de género en las candidaturas al Congreso. Los partidos tendrán que ver de qué manera cumplen con ello, porque la sentencia es muy dura y exigente para ellos mismos”.

Partidos buscan darle vuelta a la ley

Tenemos un problema, no sólo en lo que atañe a las cuotas de género, sino en todo lo que tiene que ver con nuestra cultura del respeto a la ley; en nuestra cultura se apuesta a hacer funcionar esta democracia. Si tuviese la paciencia de revisar, por ejemplo, todas las quejas y denuncias que recibimos en donde tenemos que estar resolviendo de manera constante procedimientos especiales, a lo que nos enfrentamos semana tras semana, es a ver como un partido trata de darle vuelta a la ley y el otro partido acusa al anterior por haber tratado de darle vuelta a la ley.

A veces, unos son los infractores y otros los acusadores y luego se cambian los papeles. El problema lo tenemos no nada más en cuotas de género, sino que hay un gravísimo problema de compromiso de todos los actores políticos para cumplir la ley en sus términos y con el espíritu del legislador.

Insisto: me preocupa desde luego el problema de la cuotas de género, pero me preocupa lo mismo todo lo demás. La ley tiene cuestiones muy claras sobre lo que se puede hacer en precampaña, sobre cuando empiezan las campañas; ¿cómo se puede utilizar la televisión?, que no se puede comprar en televisión cuando no pueden comprar nada en televisión y todos andan buscando por donde darle la vuelta.

Mi abuelita, que era una mujer muy sabia, decía que no hagas cosas buenas que parezcan malas, ni malas que parezcan buenas, y aquí parece que las cosas buenas que parezcan malas es acusar al de enfrente, y las malas que parezcan buenas, es rogando a Dios que el de enfrente no se entere.

De verdad, no hay democracia que funcione si no tenemos un compromiso irrestricto con cumplir la ley, así el partido al que pertenece un determinado personaje haya perdido la votación, una vez que se hace ley, es obligatorio para todos y esa es la lección número uno de política.

Lo que distingue a una democracia de un autoritarismo es que los gobernantes también cumplan la ley, que quienes votan en contra de una ley, cuando se hace ley por voluntad de la mayoría, también la tienen que cumplir, y eso es lo que tenemos que trabajar en nuestro país. Tenemos que trabajar apegados al Estado de derecho, a cumplir la ley en la letra, en el espíritu en la forma y en el fondo, en cuotas de género y en todo lo demás.

Para ponerlo en términos muy gráficos, si un partido llegara al IFE con 300 fórmulas integradas únicamente por hombres, el IFE no podría más que registrar 180 candidaturas y en 120 distritos tendrían que ir sin candidato.

¿Se imagina la dimensión de presión que tiene esa situación no sólo para el partido sino fundamentalmente para el IFE como autoridad electoral?, ¿es papel de la autoridad federal tener que llegar a ese extremo?; desde luego que no. Es papel de los partidos traer fórmulas 120-180 y sobre eso tendrán que trabajar y no podrán inventar nuevas maneras de darles la vuelta.

 

Candidaturas ciudadanas

¿Qué opina sobre la candidatura a la Presidencia de la República de Manuel Clouthier?; ¿tiene viabilidad?

No estoy enterada a fondo del tema. En nuestro sistema político hay prácticamente una imposibilidad para que las candidaturas ciudadanas en total independencia salgan, tendría que acogerlo un partido. No sé si en este momento los partidos estén en disposición, con espacios o no para acogerlo. Yo supongo que la gran mayoría ya tiene sus candidaturas definidas. Sin embargo, creo que es una buena lucha que hay que dar, trabajar por espacios en los partidos y fuera de los partidos.

Hay cosas que son sumamente restrictivas de nuestras leyes electorales, y  pongo un ejemplo que sirve para ejemplificar lo de las candidaturas ciudadanas, que estará relacionada y que es una cuestión muy antigua que nadie discute. En la ley electoral de 1946 se impuso la obligación de que los partidos, para participar en los comicios, tenían que ser nacionales y de ahí viene el origen que impide a ciudadanos sin partido participar.

La razón de ser en ese momento, desde mi punto de vista antidemocrática, era evitar la aparición de cualquier fuerza regional que pudiese descomponer la fuerza del partido hegemónico.

Cuando estoy más del lado de la academia en conferencias, me gusta decir que obligar a los partidos a que nazcan nacionales equivale a que nos exigieran a las mujeres a dar a luz hijos de 18 años, que supieran hablar español e inglés y hubiesen acabado ya la preparatoria. Qué más quisiéramos todos que tener hijos maduros, pero lo natural en las fuerzas políticas es que aparezcan como movimientos locales en torno a un ciudadano, en torno a un grupo de ciudadanos que se convierten y líderes y que presentan candidaturas y que van ganando fuerza a nivel político, hasta que se convierten en una fuerza política nacional.

 

Vale la pena dar la lucha

Vale al pena dar la lucha por la apertura en el juego político, sin lugar a dudas. La lucha será una contienda simbólica y puede convertirse en una batalla importante, creo que la controversia que dio en su momento Jorge Castañeda fue significativa; él sabía que llegar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos tenía un propósito político más que ganar algo como persona, y en ese sentido creo que la lucha es loable, como cualquier batalla que busque abrir y fortalecer la participación política y que obligue de una u otra manera a democratizarse a los partidos.

La realidad es que en este momento no hay espacio legal para que la candidatura ciudadana como tal sea reconocida, o la acoge un partido, de la manera en que el PAN dice haber acogido la candidatura ciudadana de la señora Isabel Miranda de Wallace, le da cobijo un partido, y se presenta bajo las siglas de una institución política o de alguna coalición o en realidad será una lucha simbólica que tendrá su valor en esa medida y que respeto profundamente y de verdad democratizar el juego político en nuestro país.