La reciente gira relámpago que realizó el ex presidente estadounidense Joseph Biden por México y Centroamérica resultaría un tanto extraña si no tuviera como objetivo la campaña electoral en la que el presidente Barack Obama finca su posible reelección. No es muy común que un vicepresidente haga este tipo de visitas con el objetivo de conocer de viva voz el plan de trabajo sobre cómo deberá ser la relación bilateral entre Estados Unidos y nuestro país, en momentos en que tres candidatos se prestan a disputarse la presidencia. Habrá alguien seguramente que dirá que cuando Biden fue senador presidía la poderosa comisión de Relaciones Internacionales del Senado y, por lo tanto, su visita no debería extrañarnos.

Biden fue enviado para hacer extensiva la campaña electoral del Partido Demócrata en México y Centroamérica. El vicepresidente vino adelantar vísperas: que Barack Obama será reelecto en noviembre próximo. Que no nos equivoquemos y que su nueva administración invariablemente seguirá trabajando con quien resulte ganador de las elecciones presidenciales en México.

México y Centroamérica son expulsores continuos de migrantes hacia EU y los votantes latinos tienen un interés especial en la estrategia de campaña de los demócratas, a diferencia de los precandidatos republicanos que son más hostiles hacia este sector de la población.

Un reclamo sin respuesta

Resulta imposible pensar que el tema migratorio pueda ser despolitizado en una campaña electoral. Para el presidente Obama el problema de inmigración indocumentada no es algo “hispano”, sino que atañe a todos los estadounidenses. Los latinos le siguen reclamando la promesa incumplida de reforma migratoria, que según él ha sido porque el problema pasó de ser un asunto bipartidista a uno de carácter partidista del que los republicanos “han tratado de sacar ventaja electoral”.

Sin embargo, esta no parece ser una buena justificación para los migrantes, entonces cómo puede  Obama congraciarse con ese sector y convencer que actúa de buena fe de que de ser reelegido pondrá sobre la mesa una propuesta de reforma migratoria: a través de la fe católica. Los latinos en su gran mayoría profesan la religión católica, al igual que Barack Obama y Joe Biden. La visita de éste a la Basílica de Guadalupe tiene un contenido político-religioso que se ensancha con las campañas en busca del voto de los católicos por el lado de los demócratas y de los evangélicos por los republicanos.

Visita de recordatorio

Esa demostración de fe católica del vicepresidente estadounidense en un pueblo tradicionalmente católico como el mexicano, es como un recordatorio de que no nos dejemos engañar, ni lo de aquí ni los migrantes, por los republicanos, cuyos gobiernos estatales conservadores como el de Arizona, han  promovido leyes antiinmigrantes.

No se dejen confundir, parece decir el mensaje demócrata al voto latino, por los precandidatos del Partido Republicano más fuertes que se disputan palmo a palmo la nominación presidencial: Mitt Romney, un mormón de 64 años; y Rick Santorum, de 53 años y miembro destacadísimo del Opus Dei.

El ingrediente religioso se agrega al migratorio en las campañas por la Casa Blanca que el equipo de campaña de Obama podría explotar con buenos resultados, teniendo como contendiente a cualquiera de los dos políticos ultraderechistas republicanos que no comulgan con los principios religiosos de la comunidad latina.