Con la bendición de Gobernación


 

Los cristianos, en vez de temer a las excomuniones,

deben anhelarlas.

León X al condenar a Lutero

 

José Alfonso Suárez del Real y Aguilera

 

Con el beneplácito que la Secretaría de Gobernación otorgó al Episcopado mexicano para orientar electoralmente a su feligresía, la Presidencia de la República ¾convertida en “cuartel de guerra electoral” por Felipe Calderón¾ afinó la maquinaria de presión en contra de los enemigos de la precandidata presidencial de Acción Nacional.

La anuencia hacia el documento clerical denominado Orientaciones pastorales… sobre el voto responsable de los fieles católicos y personas de buena voluntad, emitida por el subsecretario de Migración y Asuntos Religiosos, Gustavo Mohar, se sustentó en una maniquea interpretación de la libertad de expresión, indudable derecho reconocido por nuestra Constitución desde 1857 a los individuos, claramente acotado a las corporaciones religiosas en el inciso e) del artículo 130 constitucional.

Con la torcida interpretación del funcionario, el gobierno de Felipe Calderón de facto reformó la disposición construida y aprobada por la LV Legislatura que de forma explícita determinó prohibir a “los ministros de culto a asociarse con fines políticos” y de forma puntual les impide realizar “proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna”.

Estas disposiciones se complementan con la tácita prohibición a los clérigos de “oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, en actos de culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso”.

La claridad del mandato constitucional en la materia no merece su flagrante violación bajo el argumento de la universalidad del derecho a la libertad de expresión.

El milenario pragmatismo clerical se escuda ahora en invocar la libertad de expresión para recibir la aquiescencia del gobierno de Calderón, a fin de dictar línea a su feligresía en contra de los candidatos y partidos que apoyen leyes que consagran los derechos reproductivos de las mujeres o impulsen el reconocimiento de los derechos de las diversidades sexuales.

En ese sentido, la directriz del documento episcopal es clara, como lo es su objetivo electoral de impedir el acceso de opciones partidarias que, a criterio del poder clerical, pongan en riesgo sus dogmas y por tanto sus mecanismos de control de sus adeptos.

También es indudable que el apoyo de la Segob al documento orientador del clero mexicano acredita que dentro del pacto forjado entre el gobierno terrenal y el gobierno clerical, dentro de este concordato secreto, el poder de la Iglesia deberá combatir a todo candidato y candidata que defiendan aquellas libertades, calificadas de demoniacas, y desde esa óptica ni duda cabe de que esta Santa Alianza tiene en la mira a las izquierdas coaligadas participantes en el actual proceso electoral.

Resuelto este frente electoral, el caudillo que coordina la campaña blanquiazul desde Los Pinos, dirige las baterías de su guerra sucia a la caza de cómplices políticos del crimen organizado.

En este frente de combate electoral, Calderón ha puesto las miras principalmente en el PRI, pero no se descarta que se aplique la receta, corregida y aumentada, del michoacanazo a toda fuerza política contraria a Acción Nacional y a sus candidatos.

Queda claro que el esquema de ataque y defensa de la plaza presidencial ¾tomada por el beligerante Felipe Calderón el 1 de diciembre de 2006¾ hará un uso faccioso de las instituciones del Estado.