¡A estirar el raquítico presupuesto!

Julio A. Millán B.

En los últimos días hemos recibido por parte de los medios de comunicación un número de notas relativas a la inflación de los alimentos en nuestro país. En efecto, en los primeros dos meses del presente año la inflación anualizada de los alimentos superó en alrededor de 3 puntos la inflación general, en enero la inflación general fue del 4.1% anual y la de alimentos de 7.3%, mientras que en febrero los indicadores fueron 3.9 y 6.3% respectivamente.

En comparativos internacionales presentados para América Latina por la FAO, tenemos que nuestro país encabeza, junto con Chile, el fenómeno de la inflación de alimentos. En el país andino se registró una inflación del 9.0% en el primer mes del año en tanto que la inflación de la región de América Latina y el Caribe fue del 8.7%.

Ahora bien, este fenómeno no es reciente en nuestro país, ya que desde 2006 los precios de los alimentos han mostrado incrementos superiores a los de la inflación general. Destaca el 2008 año de la crisis mundial, en el que la inflación de alimentos fue de 10.2% mientras que la general fue de 6.5%.

Se pueden identificar tres causales de este fenómeno inflacionario: la sequia en regiones productoras, producto del cambio climático, lo que limita la oferta; el desvío de la producción de determinados productos hacia la producción de biocombustibles lo que, si bien es un fenómeno positivo desde elpunto de vista de la sustentabilidad, encarece la producción para el consumo humano; y el aumento en el consumo per cápita derivado del aumento población en regiones no productoras. Estas megatendencias nos indican que la demanda mundial de productos agrícolas seguirá en aumento, lo que perfila que el fenómeno conocido como agflación será un fantasma que nos ronde por mucho tiempo, si no es combatido con mayor producción lo que requiere inversiones e incentivos al campo, tan descuidado en nuestro país, lo que nos obligará a elevar nuestras importaciones.

Si bien el aumento en los precios de los alimentos puede ser un aliciente para estimular la producción nacional, hay un grupo de mexicanos directamente perjudicados: los pobres.

En este contexto, si los precios de los alimentos se encarecen, cada día las amas de casa tienen que estirar sus raquíticos presupuestos para llevar comida a su casa, eso si les es posible. Tenemos pues la paradoja entre lo macro y lo micro, si bien la inflación general está “controlada” como fenómeno macroeconómico, la inflación de alimentos, la que afecta a los bolsillos (el nivel micro), está creciendo sin control.

Si a lo anterior le agregamos la posibilidad de que se genere un ciclo escasez-especulación en la comercialización de alimentos a través del manejo de inventarios, lo que provocaría que las cadenas de distribución empiecen a deteriorarse, las afectaciones a la población serán más severas.

jmillanb@grupocoraza.com