Alexander Serikov

La confrontación entre la Unión Europea (UE) y las autoridades de la ex república soviética y actual estado independiente de Bielorrusia, alcanzó nuevas proporciones. Este país es considerado por los dirigentes de Europa Occidental como el último bastión del totalitarismo en el continente europeo. En varias ocasiones el régimen del presidente Alexander Lukashenko fue sancionado por la Unión Europea. La última vez se tomó la decisión de anular las visas para los funcionarios del gobierno bielorruso  incluyendo la del mismo presidente Lukashenko para los cuales desde aquel momento quedó cerrada la entrada a los países de la UE.

Pero estas sanciones no dieron resultado por lo que el Consejo de la UE tomó una decisión el pasado 23 de marzo y prohibió la entrada a los países europeos a empresarios bielorrusos que, según el Consejo de la UE, prestan apoyo al régimen de Lukashenko. Además, fueron congelados los activos de los funcionarios sancionados en los países europeos.

La oposición bielorrusa que denomina a estos empresarios como “monederos” de Alexander Lukashenko, recibieron con entusiasmo la decisión europea. Los opositores que en varias ocasiones demostraron su gratitud por el apoyo de la UE, también esta vez agradecieron a Occidente y lo elogiaron por haber encontrado un punto sensible del régimen y por haberle asestado un fuerte golpe.

Pero Lukashenko demostró que las sanciones europeas contra su régimen le importaban poco y que  cualquiera que sea la presión que le hicieran los dirigentes de la UE ellos no le obligarían a cumplir con lo que le están exigiendo. Como mínimo le exhortan que sean puestos en libertad los opositores condenados y encarcelados en Bielorrusia, que sea abolida la pena de muerte y que se lleve a cabo la liberalización política.

En su confrontación con Occidente, Lukashenko cuenta con el apoyo económico de Rusia. Mientras Belarús tenga la posibilidad de obtener ganancias revendiendo a Occidente el gas y el petróleo rusos, no habrá necesidad de cumplir con las exigencias de la UE. Y en este sentido, lo que trata de conseguir la UE de Bielorrusia con sus sanciones, no rinde efectos.

Al contrario, las nuevas medidas de presión emprendidas por Occidente afectaron las condiciones en que la oposición está tratando de llevar a cabo la lucha contra el régimen de Lukashenko. Por otra parte el régimen acrecentó la persecución de los opositores.

Particularmente, fue elaborada una lista semioficial de las personas cuya salida de Bielorrusia fue prohibida, principalmente las de aquellas personas que habían solicitado a Occidente imponer sanciones contra su país.

En la misma Unión Europea hay personas que se dan cuenta del efecto negativo de las sanciones que, según su opinión, solo fortalecerán la alianza de Bielorrusia con Rusia, alianza esta que Occidente sueña romper. Pero se impusieron los que  se pronunciaron por las sanciones. Inútiles esta vez, según Lukashenko, igual que las de las veces anteriores.