Presión sobre candidatos
La razón por la cual se dice que Enrique IV abrazó la religión romana
debería ser suficiente para que todo hombre honrado la abandonara,
y, sobre todo, cualquier príncipe que supiera razona.
Rousseau
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
El discurso de las “siete plagas” que Felipe Calderón le prodigó a Benedicto XVI a su llegada a Guanajuato facilitó la transformación del evento oficial en el acto litúrgico que anhelaba el Sumo Pontífice.
Al apocalíptico soliloquio del presidente mexicano al jefe de la Ciudad del Vaticano ¾minúsculo “Estado” concebido en las mentes del fascista Benito Mussolini y el enviado del papa Pío XI por los Tratados de Letrán de 1929¾ respondió con una homilía vertebrada en torno a la fe, la esperanza y la caridad, virtudes teologales que sustentaron las sentencias pontificias en torno a la superioridad del derecho a la vida y al genuino sentido de la libertad religiosa como principios colocados por encima de las leyes de los hombres, conceptos presentes en todos los discursos papales, confirmando a través de ellos el objetivo pastoral de su visita por enfatizar la supremacía del poder de la Iglesia por sobre los poderes civiles.
El sentido religioso del mensaje emitido por el visitante demostró el verdadero rostro de la presencia de Joseph Ratzinger a nuestro país ¾y del abuso que el poder clerical hizo de ella, consentido por un gobierno confesional a pesar de declararse defensor del Estado laico¾ puesto que protocolariamente el jefe del Estado Vaticano pudo haberse respondido protocolariamente y haberse referido al vigésimo aniversario del establecimiento de relaciones entre ambos Estados, aparente motivo del viaje papal a tierras mexicanas.
Tras escuchar el mensaje del Papa no quedó la menor duda de que todos y cada uno de sus actos públicos en nuestro país tienen un profundo sentido político y que su principal objetivo fue evidenciar pública y ostentosamente que en esta nación los poderes civiles y los aspirantes a ocupar la Presidencia de la República se postran ante Cristo Rey y ante su vicario en la tierra.
Por ello se eligió El Cubilete como escenario del acto culminante de la visita, y con la audacia digna de los Borgia, el poder clerical mexicano ejerció una diplomática presión sobre los candidatos presidenciales a fin de hacerse presentes en la multitudinaria ceremonia religiosa que ofició Benedicto XVI, al pie de un santuario con claras y explícitas referencias al conflicto cristero del pasado siglo XX.
La presencia de Andrés Manuel López Obrador, de Enrique Peña Nieto, de Gabriel Quadri de la Torre y de Josefina Vázquez Mota, y seguramente la de muchos otros candidatos a puestos de elección popular, junto a la de Felipe Calderón y los integrantes de su gabinete, constituye la reivindicación política más anhelada por el poder clerical mexicano desde 1857.
Esperemos que los candidatos estén conscientes de la vigencia de la advertencia de Rousseau sobre aquellos príncipes que ¾como el calvinista Enrique IV¾ enarbolan excusas como la de que París bien vale una misa, para ser elegidos en una república representativa, democrática, laica y federal.