Presidente torpe, grosero e imprudente
Carlos Jiménez Macías
Un principio universal de la política es aquel que afirma: “que se hable de mí, aunque se hable mal”. Pero el presidente Calderón exagera: logra la unanimidad del país, es cierto, pero en su contra. Bastó una reunión con banqueros, para que el mandatario hiciera correr ríos de tinta con una declaración alevosa, torpe y contraproducente, cuando intervino en forma por demás arbitraria en un proceso electoral que todos quisiéramos limpio y convincente.
Con la ayuda de una gráfica y sin mayor reconocimiento ni fundamento sostenible que la candidata panista, por cierto siempre a la zaga de nuestro candidato tricolor, afirmó que va acortando la distancia que media entre ella y Enrique Peña Nieto, sólido candidato del PRI a la Presidencia de la República.
Así pues, el Presidente incurrió en una grave falta a las leyes y reglas que intentan ordenar el proceso electoral en puerta y cometió además un error político que no sólo lo afecta a él sino al entorno de sus correligionarios.
“Actuó como un provocador torpe, grosero e imprudente”, afirmó con la mayor precisión Pedro Joaquín Coldwell… prepotente, omitió decir, pues arropado en su alta dignidad se permite violar disposiciones del Instituto Federal Electoral que todos los partidos y precandidatos han respetado salvo él, el magnífico hacedor que se cree por encima de la ley y de la voluntad ciudadana.
No. Su impunidad no llega a tanto y nada impide que se le cite ante un tribunal electoral. O que sus candidatos paguen su torpeza ya sea ante esos tribunales o frente a las urnas en el mes de julio.
“No me defiendas, compadre”, habrá pensado doña Josefina al conocer la noticia, que no le habrá hecho perder la sonrisita con la que acompaña sus mensajes y comenta los acontecimientos, buenos o malos, que suceden en su país. No nos extraña la preocupación de don Felipe al ver que su candidata no levanta con la machacona repetición de un discurso sobado con el cual remplaza respuestas congruentes a las preguntas de los conductores de opinión o la ausencia de un proyecto medianamente razonable de gobierno en el remotísimo caso…
¿Qué habrá pensado hace cinco años Calderón cuando en aquel enrevesado acto de protesta juró (protestó, pues) cumplir con la Constitución, sus mandatos y sus leyes? ¿Que sería él el mejor presidente que ha dado México? ¿O al menos que sería el mejor en lo que va del siglo? Porque definitivamente no lo ha conseguido, ni siquiera por asomo en ninguna de las dos opciones. Y mire que parecía fácil cumplir con la segunda. Pues ni eso…
“Y si no, que la nación os lo demande…” se le respondió al término de la protesta. A todas luces no ha cumplido ¾¡está muy lejos de ello!¾ con su juramento.
Que la nación os lo demande… No sabemos muy bien cómo (la ley no es clara en ese sentido) pero sin duda el pueblo sí lo sabrá.
Ya veremos…