Gabriel Fernández Espejel
Sudán del Sur logró su independencia en julio de 2011 tras separarse de Sudán. El nacimiento de la nueva nación encarnaba la esperanza de poner fin a décadas de conflictos armados internos, que dejaron millones de muertes. Sin embargo, la falta de acuerdos en torno a la delimitación de la frontera, en especial en la región petrolera de Abyei, podría constituirse como la antesala de una guerra entre ambos países.
El conflicto se ha intensificado alrededor del poblado petrolero de Heglig, que ambos países reclaman como propio. Demarcación que se encuentra en el estado de Kordofán del Sur, que de acuerdo con la resolución de la Corte de la Haya de 2009 se ubica en Sudán; no obstante, el ejército de Sudán del Sur lo ocupó por más de diez días, justo antes que su vecino del norte lo retomara por la fuerza militar, infringiéndole severas bajas. El presidente del país sureño, Salva Kiir, ordenó desde la capital Juba el retiro de sus tropas en busca de lograr un acuerdo para la definición de los límites entre los países a través de las instancias internacionales correspondientes.
Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, calificó de ilegal la incursión de Sudán del Sur, al mismo tiempo que llamó a Jartum, capital de Sudán, a detener el bombardeo al sur. Previamente, Omar al-Bashir había amenazado con derrocar al gobierno de Juba si seguía ocupando Heglig. Llamado que respondió Uganda, con intereses económicos en Sudán del Sur y que acusa a al-Bashir de brindar apoyo a movimientos separatistas contra su gobierno, al señalar que si el conflicto sube de nivel estarían obligados a verse involucrados.
De esta forma, el control del petróleo es la razón de una posible nueva guerra. Omar al-Bashir está dando forma a sus amenazas verbales, a pesar de los llamados de pacificación de las Naciones Unidas y de Barak Obama, presidente de Estados Unidos, pues ordenó un nuevo bombardeo aéreo en la región fronteriza alrededor de Heglig y advirtió que entre sus planes no existe la palabra negociación.
El gobierno de Juba señaló, por su parte, que esta acción es considerada como una declaración de guerra. El general mayor Mac Paul, director general de Inteligencia Militar de Sudán del Sur, puntualizó que los daños más perceptibles se han producido en la infraestructura petrolera del lado de su frontera, lo que imposibilita restablecer el abastecimiento y la producción.
Otro factor preocupante que se produce a raíz de la disputa por la región de Abyei, es la oportunidad que ven los grupos rebeldes para fortalecerse. Los gobiernos de Jartum y Juba se han acusado mutuamente de apoyar a las fuerzas separatistas de su contraparte, situación que rechazan por igual ambas partes y contraviene los acuerdos de paz firmados en 2005, que fueron el inicio de la separación de ambos países.
Los demás temas pendientes que oscurecen el camino hacia la reconciliación son: la definición de cuotas que debe pagar Sudán del Sur a Sudán por el uso de los ductos para transportar los hidrocarburos; el establecimiento de la línea divisoria, en especial el límite definitivo en la región de Abyei, así como la reubicación de la población ya que con la separación de las naciones cerca de medio millón de sudaneses del sur quedaron en asentamientos del norte y 80 mil sudaneses se localizan ahora en Sudán del Sur.