Araceli Campos

 ¿Qué es un amarre? Según la jerga utilizada en las creencias y prácticas mágicas, el amarre es un hechizo o encantamiento para provocar el amor de una persona y apoderarse de su voluntad. En los archivos de la Inquisición novohispana –como bien lo sabe Margarita Peña, que tiempo atrás se ha interesado en la magia de la época colonial mexicana–, existen numerosos casos de mujeres que, ansiosas de conseguir el amor, fabricaron hechizos para enamorar a los hombres que deseaban. El amarre también se asoció a las ligaduras, hechizos para hacer impotentes a maridos y amantes, que las mujeres hicieron para vengarse de maltratos e infidelidades. A fin de que regresara el ausente, someterlo a sus designios o simplemente para granjearse su cariño, este tipo de mujeres no escatimaron en acudir a los más diversos remedios que la magia les ofrecía: desde recitar conjuros en los que se invoca al demonio hasta suministrar poderosas drogas como el peyote. La magia, no cabe duda, ha estado relacionada a las pasiones humanas y a la imperiosa necesidad de satisfacerlas. Como bien lo señala Julio Caro Baroja, en Vidas mágicas e Inquisición, el mago es siervo del amor, del odio y de la furia, pues vive de y para las pasiones humanas.

Con el sugerente título deEl amarre, ha aparecido la más reciente novela de Margarita Peña, que ha publicado la UNAM con una portada muy atinada: un corazón atado por una cuerda. Como ya lo ha precisado la autora, el título de la novela es una metáfora de la necesidad amorosa y del deseo de retener a quien se ama a toda costa, pues “en la guerra y en el amor todo se vale”.

¿Es posible someter la voluntad de un hombre con un hechizo? Según la novela, sí, pero, como lo apreciarán los lectores, este amarre tendrá consecuencias, tanto terribles como afortunadas, y a partir del cual se desencadenarán múltiples acontecimientos, que, gracias a la ágil pluma de la novelista, se precipitarán de un capítulo a otro.

La historia no se sitúa en la época colonial, sino en la actualidad, y la protagonista, Miranda, no es una hechicera o una persona marginada de la sociedad. Es una abogada madura, exitosa, independiente pero sola y sin amor. A su pueblo llega un ingeniero de nombre Alonso, de quien se enamora perdidamente. Pero el futuro con él es incierto, pues la estancia del ingeniero es temporal, es un hombre enamoradizo, casado (aunque separado de la esposa) y tiene una hija. Miranda toma entonces una “sana decisión”: dedicarse al amor, dejando la vida casta, melancólica, rutinaria y sin expectativas que ha llevado durante los últimos años. Para retener a su amante, recibe la ayuda de su nana Carmela, una mulata veracruzana, conocedora de la santería, que ha aprendido de sus antepasados. La nana le da unas yerbas, que Miranda suministra continuamente a Alonso, y realiza un ritual para “amansarlo”, de tal manera, que no pueda separarse de su lado. Asimismo, le enseña un poderosísimo conjuro, advirtiéndole que “es como un nudo, que una vez hecho nadie podrá deshacer, ni siquiera tú misma”.

Así se inicia la novela, con el planteamiento de poseer el amor mágicamente, en un contexto actual. Como resultado del encantamiento realizado, Miranda huye con Alonso al extranjero, acompañándolo en sus actividades de trabajo a Brasil, Inglaterra, Alemania, Italia, etc., sin duda, una gran aventura.

Aquí podría terminar la historia, pero no sucede así. Si bien Miranda ha conseguido lo que deseaba, se da cuenta de la dependencia que la vincula con su amante y con la yerba mágica que debe dosifica acuciosamente para postergar sus efectos.El amarre se convierte en esclavitud, pues “sin darse cuenta, sin pensarlo, se había cosido a Alonso, a su persona, su destino, sus manías, sus hábitos…”, se había atado “insensatamente a alguien a quien casi no conocía, en un acto irreflexivo de desesperación, de frenesí”.

Paradójicamente, al tomar consciencia de su prisión, se transforma en una mujer diferente. Explora su sensualidad y descubre a otros hombres con los que, sin ataduras sociales ni afectivas de por medio, establece relaciones sexuales pasajeras. Es entonces que la novela deja de ser una complaciente historia de amor, para dar paso al erotismo de la protagonista: “Nada importa tanto como amar…; nada es mejor que acariciar, tocar, explorar, morder a otro”. Asumiendo sus fantasías, establece una vida desenvuelta y ligera de prejuicios morales.

A ello se agrega la decepción amorosa. De quien perdidamente se había enamorado, es infiel, egoísta, machista y un freno para obtener una vida más plena. Pero el amarre ha sido realizado, y especula si los efectos mágicos del hechizo podrán disolverse. ¿Es posible la felicidad obtenida mágicamente? Eso lo sabrá el lector al final de la novela.

En su peregrinar de un país a otro, Miranda se transforma con experiencias intelectuales satisfactorias. Mientras Alonso trabaja empeñado en alcanzar un reconocimiento profesional y social, sola recorre museos, galerías, calles, plazas, parques, etc. Además conoce a Gastón, Mathew, Sandro y Kurt, con los que comparte, además de su cuerpo, su entusiasmo por la literatura, la pintura y el esoterismo.

Ya muy avanzada la novela, los lectores son sorprendidos por un cambio en la voz narrativa. Alonso toma la palabra, asunto que nos lleva a conocer cómo vive el amor un hombre hechizado.

Por lo que respecta al género al que pertenece la novela, se sitúa en la narrativa erótica y sentimental. También tiene influencias de la literatura de viajes del siglo XIX, de las biografías y autobiografías de las monjas novohispanas, de la literatura española del Siglo de Oro…, temas que Margarita Peña ha estudiado, pues se relacionan con su trabajo como investigadora y académica de la Facultad de Letras de la UNAM.

Además de la originalidad de la novela, la autora, a mi juicio, también es original, pues no es común que una profesora universitaria con la trayectoria larga y reconocida como la suya combine la academia con la ficción literaria. Dos campos aparentemente distintos, pero que en ella han convivido armoniosamente. Sabrosa lectura será esta novela para lectores que no se conforman con historias dulzonas, les gusta la literatura erótica y quieren descubrir si es posible obtener la felicidad amarrando al amor.