Cartilla ciudadana de López Obrador
Los dogmas de la religión civil deben ser sencillos,
pocos, enunciados con precisión, sin explicaciones ni comentarios.
Juan Jacobo Rousseau
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
Cuando Andrés Manuel López Obrador refrenda su convicción de recuperar la Cartilla moral, de don Alfonso Reyes, el candidato de las izquierdas propone rescatar un documento que en palabras de don José Luis Martínez, “resume algunas de las más ilustres opiniones en la materia, de pensadores de la Grecia clásica”.
Fue don Jaime Torres Bodet, secretario de Educación Pública, quien, en 1944, solicitó al maestro Alfonso Reyes elaborar un texto sencillo y claro sobre un tema que ocupaba la atención de la sociedad mexicana inmersa en un escenario bélico mundial, urgida de reconciliación y unidad nacional ante los alcances bélicos del III Reich, cuyos submarinos destruyeron tres años antes embarcaciones fondeadas en puertos mexicanos.
La Cartilla moral de Reyes es igualmente una respuesta laica a los discretos pero sostenidos embates clericales que desde la Unión Nacional de Padres de Familia y la Liga Nacional de la Decencia se enderezaron en contra de la educación socialista del cardenismo y obligaron al gobierno del general Avila Camacho solicitar a la Regencia capitalina ponerle un taparrabos a la Diana Cazadora para tranquilidad de la buena conciencia de su adorada esposa.
La erudición humanista de don Alfonso Reyes, al tiempo que difunde máximas clásicas, cubre los requisitos previstos desde el siglo XVIII por Juan Jacobo Rousseau, quien en el capítulo VIII del libro Cuarto del Contrato social finca la separación de las Iglesias del Estado, y propone como cláusula del pacto soberano que el Estado adopte la religión civil como instrumento de cohesión social y moral entre gobernantes y gobernados.
Por estos antecedentes la convicción de López Obrador por recuperar el instrumento pedagógico legado por Reyes se encamina a rescatar principios rectores del civismo y de la urbanidad entre los integrantes de la sociedad, y educar en ellos a las nuevas generaciones, respondiendo así a la crisis humanitaria y de valores que padecemos en estos tiempos, desatada por la abdicación del Estado hacia el bienestar y la justicia social ocasionando por ello el consecuente incremento de la violencia criminal.
Sustentados en el mismo Rousseau, quien afirmó que existe “una profesión de fe puramente civil cuyos artículos corresponden al soberano fijar, no precisamente como dogmas de religión, sino como sentimientos de sociabilidad, sin los cuales es imposible ser buen ciudadano…”, postulado que enaltece el espíritu cívico de lo que él llama religión civil, es conveniente que el documento propuesto por el precandidato de las izquierdas a la Presidencia de México responda a las necesidades actuales de la República asumiéndose como Cartilla ciudadana, sin menoscabo de la precisión y sencillez del espíritu pedagógico que la erudición de Reyes le imprimió a su Cartilla moral para cubrir los presupuestos planteados por Rousseau en el Contrato social.
