Por el documental Niños incómodos


El mejor medio de hacer buenos a

los niños es hacerlos felices.

Oscar Wilde

José Alfonso Suárez del Real y Aguilera

Sorprenden las voces expresadas por la incomodidad que causó en ciertos adultos ¾fundamentalmente entre la clase política¾, la producción y difusión del documental Niños incómodos, algunas de la cuales se parapetaron bajo el argumento de violación a los derechos de los niños, para condenar el trabajo desempeñado por decenas de niños actores en función a su legítimo derecho a exigir a los adultos un cambio radical de actitudes, de conductas y de políticas que resuelvan los problemas y conflictos que originaron su participación en un video que representa la patética realidad que les espera.

Corrupción, prepotencia, impunidad, robo, asalto, secuestro, manifestaciones, represión, trata de personas, persecución, saña delincuencial y espectacularidad mediática en detención de delincuentes, son las situaciones recreadas en el trabajo fílmico que Mario Muñoz realizó para la organización Nuestro México del Futuro, auspiciada por los más prominentes grupos empresariales ¾y organizaciones sociales vinculadas a ese sector¾, a fin de posicionar su agenda ante un inédito proceso electoral amenazado por una imparable violencia criminal y una autista actitud política en torno a ella.

El dramático documental se confronta musicalmente con una de las baladas románticas más populares de los años ochenta, Una mañana ¾interpretada por José José¾, lo que profundiza la angustia que producen las imágenes de un país que, como afirma la voz infantil que cierra el documental, ya tocó fondo y cuyo deterioro forma parte de la vida cotidiana de millares de niños mexicanos.

Las fatídicas escenas magistralmente actuadas dan pie al rechazo a ese México y la condena a la simulación política lanzadas por una menor con un “ya basta de arreglar el país por encimita”, reproche que da pauta para desafiar a cada uno de los candidatos presidenciales por su nombre ¾doña Josefina, don Enrique, don Andrés Manuel, don Gabriel¾ a que respondan si solo van por la silla o en verdad van a cambiar el futuro del país.

El mensaje de los productores y patrocinadores ¾el cual se nutre del inocultable hartazgo social causado por la partidocracia, la clase política, la clase gobernante y las nocivas consecuencias de la simulación y la impunidad de sus actos¾ es claro y contundente, y coincide en el fondo con las posiciones y cuestionamientos emitidos por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, cuyos integrantes califican esta campaña electoral de un proceso de ignominia.

Desestimar dichas apreciaciones ¾como lo hicieron los legisladores que atacaron la difusión del documental, o aquéllos que sólo dieron el burocrático y demagógico acuse de recibo, y el incomprensible silencio de los candidatos aludidos, corroborando con ello que su interés es de cuatro patas¾ generará consecuencias inéditas cuyos resultados podríamos lamentar todos los habitantes del país.

Y aquellos actores políticos que incomprensiblemente se escudaron en los derechos de los niños para descalificar el documental, bueno sería que recordaran la sentencia de Wilde para quien el mejor medio de hacer buenos a los niños es hacerlos felices, lo que les obligará a reconocer que precisamente la crisis humanitaria recreada por los Niños incómodos es ¾incuestionablemente¾ fuente de infelicidad de millones de niñas y niños mexicanos, quienes son víctimas de la simulación, de los excesos y de la inmoralidad de miles de adultos que han empujado a nuestro país a vivir la peor crisis de su historia.