Entrevista a Alejandro Hope/Director del Proyecto MC2 (Menos Crimen, Menos Castigo)

 

Moisés Castillo

Guatemala ya le declaró una guerra frontal a los cárteles de la droga. Y es que la nación centroamericana sufre una escalada de violencia principalmente por la penetración del cártel sanguinario de los Zetas, así como por la proliferación de las temibles pandillas juveniles de los Maras que controlan barrios marginales de ese país.

Hay que recordar que la violencia se disparó durante el recién concluido gobierno de Álvaro Colom, con más de 24 mil homicidios en cuatro años de gestión, la cifra más alta en las últimas décadas en Guatemala.

La organización criminal de los Zetas, surgida de la escisión del cártel del Golfo, se está adueñando del norte de Guatemala. Su sello inconfundible es el de la violencia más extrema. Hace un año masacraron a 27 campesinos en una finca de la región del Petén. De inmediato el expresidente Colom estableció el estado de sitio en la zona de la matanza.

“Las organizaciones del narcotráfico han tomado ventaja y han movido parte de sus operaciones a Guatemala. Regiones enteras del país están bajo control de los cárteles, más visiblemente de los Zetas”, consideró el Departamento de Estado de Estados Unidos. Los cálculos del Pentágono apuntan a que hasta 40% del país está en manos de delincuentes.

El cártel de los Zetas fue fundado por militares de élite del Ejército mexicano que desertaron y se dedicaron a la delincuencia. Aunque fungieron como brazo armado del cártel del Golfo, se separaron definitivamente en 2010 y empezaron a actuar por su cuenta. Reclutaron a kaibiles de Guatemala y establecieron campamentos en Tamaulipas, su máximo bastión.

Autoridades guatemaltecas han detectado que el cártel de los Zetas recluta por 5 mil dólares a exkaibiles, recibiendo adiestramiento con esa banda criminal en territorio guatemalteco.

La batalla contra el narcotráfico

Ante este panorama complicado, Otto Pérez Molina, el primer militar que asume la Presidencia de Guatemala en 26 años de democracia en aquel país, prometió una batalla frontal a las bandas del narcotráfico y, en ese contexto, pidió a México, Colombia, Centroamérica y en especial a Estados Unidos que asuman “un grado mayor de corresponsabilidad”.

En febrero pasado Pérez Molina propuso iniciar un diálogo sobre la despenalización de las droga y advirtió que buscará apoyo internacional para que sea discutida.

“Lo que hemos estado proponiendo es el diálogo y debate respecto a esa iniciativa, porque creemos que después de 25 años de estar en lucha contra el narcotráfico, es importante abrir un debate para encontrarle una forma mucha más efectiva” a ese flagelo, precisó el gobernante guatemalteco”.

De inmediato, la secretaria estadounidense de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, dijo que su país “no considera viable el tema de la despenalización” de las drogas, porque “no es la mejor manera de combatir el narcotráfico“.

Por lo pronto, el mandatario guatemalteco desplegará el próximo 30 de junio una brigada de 500 soldados de fuerzas especiales kaibil en la frontera con México para combatir a los cárteles de la droga, en especial a los Zetas. Con esto el ex general lanza una medida que fue promesa de campaña: desplegar y utilizar al estandarte de las fuerzas armadas guatemaltecas como pilar en el combate al crimen organizado.

Washington ha otorgado a Guatemala cerca de 30 millones de dólares en asistencia antinarcóticos, una cifra inferior a la asignada a México o Colombia. La nación centroamericana ha insistido en que requiere más asistencia logística y recursos, además de repensar la legalización de las drogas como alternativa viable.

Difícil blindar frontera

 

Para Alejandro Hope, director del Proyecto MC2 (Menos Crimen, Menos Castigo), iniciativa conjunta en materia de seguridad pública del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y México Evalúa, la medida que aplicará Guatemala es una señal de continuidad de lo hecho por el gobierno de Álvaro Colom cuando declaró el estado de excepción en algunos departamentos como el Petén o Alta Verapaz. Sin embargo, será muy difícil blindar una frontera tan porosa como la de la nación centroamericana.

“Pérez Molina quiere mostrarse como un mandatario que sigue en el combate. ¿Qué tanto va a solucionar esto? Es una frontera tremendamente porosa. Existen ocho o nueve cruces formales y más de 50 informales. Más allá del tráfico ilícito hay una multiplicidad de formas y comercio semiilícito. Creo que es una frontera que no se puede blindar como tal. En el mejor de los casos es que con esto se redirijan los flujos de un punto de la frontera a otro”.

¿Es una señal de “mano dura” del ex general kaibil y presidente de Guatemala?

Han venido dando señales recientemente. Capturaron hace poco a uno de los principales narcotraficantes de Guatemala y uno de los presuntos aliados de los Zetas localmente: Horst Walther Overdick Mejía, alias el Tigre. Hay un intento de combate a estas organizaciones pero hay que tener en cuenta una cosa: los individuos que se hacen llamar Zetas en Guatemala son fundamentalmente locales. El control que pueden tener los Zetas en México sobre esos individuos es limitado. Lo que esas células recauden en extorsión, secuestros, se queda ahí.

¿Existe una lucha coordinada antidrogas entre México y Guatemala?

Sé que hay coordinación en el espacio local entre comandantes fronterizos, Policía Federal y la Policía Nacional Civil. No se ha hecho un anuncio estratégico coordinado. Hay varios esfuerzos conjuntos en el pasado pero no he escuchado recientemente algún nuevo marco de cooperación más allá de los que existen.

No hay propuestas

¿Es una buena oportunidad para que los candidatos presidenciales puntualicen sus propuestas antinarco? ¿Ha escuchado propuestas novedosas?

No realmente. De una forma u otra todos los candidatos han aceptado a grandes rasgos la estrategia vigente antinarco. Han señalado matices, algunas diferencias menores, todos quieren más policías federales, crear unidades especiales nuevas, pero no he visto un rompimiento con la actual estrategia. ¿Sería el momento de presentar algo novedoso? Habría que pensar qué podrían hacer sin generar una situación políticamente inviable. También está claro que la actual estrategia no la anunció el presidente Calderón en campaña, hizo pocas referencias de seguridad durante el proceso electoral. El próximo presidente o presidenta seguramente armará sus prioridades sobre la marcha porque ahora creen riesgoso un rompimiento radical con la actual política antidrogas.

¿Hay saldos positivos en esta guerra contra el narco?

Ha habido logros. El primero y fundamental es que no hay ninguna organización existente del 2006 que no haya sido debilitada. El cártel del Golfo se partió, el cártel de Sinaloa perdió dos grandes brazos: el de los Beltrán Leyva y el de Nacho Coronel. La Familia está debilitada con respecto. Los cárteles de Tijuana y de Juárez son una sombra de lo que fueron. También ha habido avances en el fortalecimiento institucional. Con todos los bemoles la Policía Federal es la policía más moderna que ha tenido este país. La reforma al sistema de justicia penal no es un asunto menor. La incipiente profesionalización de las policías estatales va en el sentido correcto. Sí hay logros y cuando se haga un análisis con más distancia y menos apasionado de lo que viene sucediendo el balance no es negativo. Sin duda, va a dominar en la narrativa por un buen rato es el incremento de la violencia criminal. Pero no puede ser la única métrica para medir lo que se ha hecho en este sexenio.

El problema de la cocaína

¿La salida viable es despenalizar las drogas para contrarrestar el poder del narcotráfico?

Los guatemaltecos no plantearon la legalización como tal sino la generación de un debate. El problema es doble: América Latina no tiene un problema de drogas como tal sino un problema de cocaína. Mañana si legalizan la marihuana a Guatemala no le afecta, ni a Colombia. Tienen algo de producción para consumo local y exportación. La mayor parte de los ingresos de las organizaciones criminales en la región provienen fundamentalmente del tráfico de cocaína. La mayor parte de la violencia de la región está asociada al tráfico de cocaína. Y la probabilidad de que haya y se legalice la cocaína es cercana a cero. La única droga que potencialmente podría cambiar su estatus legal en la próxima década es la marihuana. Las demás yo creo que es una tarea de largo aliento.

Digamos que Guatemala es nación de paso…

Los problemas de América Latina pero sobre todo de Centroamérica son en lo fundamental problemas de tráfico internacional. Lo cual limita alternativas locales, nacionales. Podría Guatemala salirse de las convenciones y legalizar lo que quisiera; el problema es que si no se legaliza en los países de consumo lo único que se acaba haciendo es ampliando la brecha de precios entre Guatemala y las naciones de consumo. Le acabarían dando más dinero a los narcos. Los países latinoamericanos no pueden legalizar el comercio internacional de drogas. Ahí se requiere trabajar con los países consumidores. Y la mayor parte de los ingresos de los narcos y fuente de poder proviene de la exportación de drogas. No hay mucho espacio. Creo que sí es un mérito del presidente Pérez Molina impulsar la discusión sobre el tema y lo empezó a ubicar en punto importante: limitar quién tiene la responsabilidad de qué y quién debe de pagar. La única propuesta específica que han hecho es el incremento de transferencias de Estados Unidos a Centroamérica. Creo que hay una discusión, legítima y válida y con potencial de éxito.

 

¿A Calderón le faltó ser más enérgico con Estados Unidos? ¿Qué prioridades debe impulsar en la relación bilateral el próximo presidente de México en materia antinarco?

Creo que en muchos sentidos la cooperación con Washington en materia de seguridad está en un punto alto. La asistencia antinarcóticos por medio de la Iniciativa Mérida, con todos sus defectos, se multiplicó por 10. La Iniciativa Mérida se quedó un poco a la mitad entre un acto meramente simbólico y una transferencia que cambiara la ecuación. La Iniciativa Mérida nunca ha sido más del 4% del presupuesto de seguridad en México. No cambió los términos de la ecuación como sí lo hizo en su momento el Plan Colombia. Se acaban de renovar fondos para el año que entra pero ya le tocará al nuevo presidente determinar hasta dónde quiere llegar y qué tanto quiere solicitar. Creo que va a bajar el tono a la discusión sobre armas porque es una discusión muy sensible y complicada en Estados Unidos.