Camilo José Cela Conde
Madrid.- Hace poco apareció en el diario español más leído una entrevista con Martín Seco, secretario de Hacienda que fue con Felipe González y que abandonó aquel gobierno por no entender la estrategia del entonces presidente. Las cosas que dice en ella el economista díscolo parecen sacadas del más puro sentido común, cosa harto rara entre los gurús de la dictadura de los mercados pero cada vez más extendida en el submundo de los ciudadanos de a pie. Comenzando por la primera andanada oficial contra el euro, la de Martín Seco, que se suelta en España.
En realidad cada vez da más la impresión de que lo difícil no va a ser decapitar el euro sino mantenerlo vivo, en especial si mi país termina por ser intervenido como parece que sucederá de seguir nuestras autoridades empeñadas en sacarnos de la crisis por la vía de meternos en la recesión.
Aunque sea verdad que estar peor es un estadio diferente al de estar mal, no parece que fuera ése el propósito que llevó a los votantes españoles a elegir hasta tal punto al señor Rajoy que le entregamos la mayoría absoluta. Pues bien, por la senda de abaratar los despidos, deprimir los salarios que quedan, echar a la calle a becarios, interinos y contratados, hundir la sanidad, la enseñanza y la investigación y echar las culpas de todo eso a Zapatero, a España le quedan dos telediarios antes de que incluso la televisión vuelva a los tiempos de las cavernas. ¿A qué preocuparse por la modernidad del euro?
Dicen que la salida de la moneda única nos dejaría incluso peor. Bueno; preguntémonos en qué nos tiene esa efímera integración en Europa. Confundida ya desde el principio la Europa de los ciudadanos —nuestro suspirado anhelo— por la de los mercaderes —la que hemos recibido—, la pregunta es para qué viaje sirven esas alforjas. Una Europa con fiscalidad, derechos sociales, aulas y salarios compartidos era lo que se nos dijo que merecía cualquier sacrificio. Pero los sacrificios que sólo sirven para que la señora Merkel pueda blindarse contra la toma de la Bastilla que ha caído sobre Sarkozy, eso, la verdad, no lo entiendo. ¿Lo entiende alguien?
Por supuesto que si el euro se desploma los españoles estaremos peor. Pero también nos esperan aún más palos si la moneda europea endereza su trayectoria porque se nos dirá que gobernar consiste en eso; en echarnos encima las culpas de lo que no provocamos nosotros.
Los columnistas de cámara dicen ahora en España que lo que falla en el gobierno de Rajoy es la comunicación y reclaman que la radio y la televisión públicas vuelvan a ser la voz de su amo. Igual podrían pedir que los académicos de la Historia redacten los nuevos libros de texto porque lo cierto es que poca radio, poca televisión y pocos libros van a quedar en adelante, con euro o sin él. ¿Se acuerdan ustedes de los valores aquellos de la Ilustración, los de la igualdad, libertad y solidaridad que creíamos que eran el fundamento de Europa? Salvo que Hollande y el sucesor de la Merkel hagan un borrón y cuenta nueva, hasta eso desaparecerá. Por culpa de Zapatero, claro es.