Ahora el Presidente va a Nueva York
Carlos Jiménez Macías
¿Y cuándo trabaja el Presidente en los asuntos de Estado que le competen? Porque o bien anda de viaje para salir en la foto —ya que ninguno de sus discursos en foros extranjeros ha tenido mayor repercusión ni alguna de sus intervenciones ha auspiciado cambios o mejoras en la materia tratada— o bien está aquí, en la pantalla de TV, o recibiendo medallas, con su discurso cotidiano para la gloria de él mismo.
Diego Rivera, en su célebre mural Sueño de una Tarde Dominical en la Alameda Central, pintó entre muchos otros, a un personaje que se hizo famoso en tiempos ya muy lejanos: un viejo sobreviviente de hazañas pasadas que adorna la pechera de su traje con innumerables medallas y condecoraciones –—el general Lobo Guerrero, a quien por esto apodaron el General Medallas—, testimonio de su paso por la vida.
Cuenta la historia, y así lo refleja Rivera en su mural, que los niños se divertían colgándole más preseas, hechas por ellos mismos con corcholatas y envolturas de chocolates…
No, lejos de mí la tentación de buscar similitudes. No es mi estilo pero… a cada momento nos enteramos por los medios que el Presidente anda fuera: que acompañado de una impresionante comitiva, supongo, fue a Las Vegas a recibir una medalla que lo consagra como gran protector del medio ambiente o, como es el caso reciente, a Houston, a ser investido de una medalla por… no sé, por algún mérito tan inventado como inmerecido.
En todo caso, la medalla llevaba el nombre de Teodoro Roosevelt, aquel que inventó the big stick, el gran garrote para los países que se portan mal (que no es el caso del nuestro bajo la conducción de míster Calderón.)
Ahora, con bofetada al rostro de un país dolido, enlutado, indignado por la ostentosa impunidad de los responsables de la pira donde murieron quemados cuarenta y nueve niños y otros tantos siguen aún en tratamientos dolorosos para recuperar su salud injusta y definitivamente herida, el mandatario (así, con minúscula) ha anunciado que se apresta a partir a Nueva York para recibir nada menos que ¡una medalla en reconocimiento a las estancias infantiles de Sedesol!, el próximo 27 de junio, tres días antes de la justa electoral federal y a más de tres años del incendio en Hermosillo. “Ya que no podemos ir a los cierres de campaña, iremos para allá”, dicen que dijo…
¿Cinismo? ¿Desafío a la opinión pública? Esto es muy grave: va más allá de la mera acción voluntariosa, del capricho mandamasero de un presidente fallido, que por lo visto se complace en insultar a la población que creyó en él y a los que no creímos. El precio a pagar puede ser muy alto.
A todos nos ha quedado claro, además de un crimen, fue una andanada de actos de irresponsabilidad y negligencia, señor presidente… Sería sensato reconsiderar su asistencia al acto.