Carmen Esquivel
En el metro de París un joven de piel morena y con un talento innato se gana la vida entonando con su guitarra canciones, unas veces nostálgicas, otras movidas, que traen viejos recuerdos y despiertan pasiones profundas.
A pocas cuadras de allí, una mujer recorre la feria de Grenelle con dos niños pegados a su falda y pide dinero a los transeúntes para sus hijos, sin vencer la indiferencia de quienes la rodean.
Son dos historias diferentes, pero tienen un denominador común: sus protagonistas son gitanos.
En la actualidad alrededor de 400 mil personas integran esa etnia en el país galo, el 95 por ciento de ellas de origen francés y el resto procedente de naciones balcánicas.
A pesar de ser europeos y de constituir la minoría más numerosa en el Viejo Continente, su vida está marcada por la discriminación, el desempleo y la pobreza.
Por su naturaleza migratoria y la ausencia de un censo oficial no existen estadísticas precisas, pero se estima que en estas comunidades la mortalidad
infantil es cinco veces mayor que la media y la esperanza de vida es de entre 50 y 60 años.
Dentro de esta población los niños son los más vulnerables. Alrededor de un 60 por ciento de los menores romaníes (como también se les conoce) no asiste a la escuela y solamente uno de cada 10 cursa la enseñanza secundaria.
En 2010 el tema ocupó las primeras planas de los diarios europeos cuando el gobierno francés inició una vasta campaña de desmantelamiento de 300
campamentos de esa etnia y expulsó a más de 10 mil personas originarias de Rumania y Bulgaria.
La decisión provocó manifestaciones de protesta en varias ciudades y fue repudiada por la ONU, el Vaticano y organizaciones de derechos humanos.
Incluso, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, consideró que la medida “sólo exacerbaba el estigma de los romanís y la extrema pobreza en que viven”.
A pesar de ello, los desalojos se mantienen a la orden del día y recientemente la policía desmanteló un campamento en el poblado de Viry-Châtillon, a unos 20 kilómetros al sur de esta capital, donde vivían más de 80 personas.
Esta situación se repite desde hace siglos en muchos de los países que hoy integran la Unión Europea (UE). Denominados gitanos, romaníes o zíngaros, pertenecen a una etnia que –según la versión más extendida- tuvo su origen en una zona comprendida entre la India y Pakistán.
A partir del siglo XV comenzaron a asentarse en Europa, sin embargo 80 años después de su llegada fueron condenados al destierro en casi todas las naciones, lo que acentuó su carácter itinerante.
Esta fue también una de las etnias más afectadas durante la II Guerra Mundial y se estima que más de 400 mil de sus miembros fueron asesinados por los nazis.
Actualmente se calcula en 12 millones la población total de gitanos, de los cuales la gran mayoría, unos 10 millones, viven en este continente.
Por ser europeos tienen derecho a moverse libremente por los 27 países que conforman la UE, pero en la práctica para muchos es imposible por el recrudecimiento de las leyes migratorias.
Para permanecer más de tres meses en algunos países deben contar con un trabajo estable o permisos de residencia y los empleadores tienen que pagar una suma considerable en impuestos por un contrato indefinido.
Estas dificultades obligan a la mayoría a recurrir al trabajo clandestino, la mendicidad, la prostitución e, incluso, al robo. Alexandra Raykova, una joven romaní explicó en un artículo el drama de su pueblo en el viejo continente.
“Ser romaní en Europa significa discriminación, desempleo y problemas sociales, enfrentarse con los prejuicios y la imagen negativa que ha formado
la sociedad debido a que tu cultura y tus valores son distintos, a que llevas un nombre poco común y a veces tienes la piel más oscura”.
Los gitanos han sido segregados y estigmatizados, se les vincula con muchos males sociales y encuestas realizadas aquí reflejan que una gran parte de los europeos tiene opiniones negativas sobre esta comunidad, sustentadas en estereotipos y prejuicios de siglos.
A ello se añade que durante los últimos años muchos partidos de extrema derecha y también conservadores y de centro los han identificado como blanco de sus ataques, denunciaron directivos del Centro Europeo para los Derechos Romaní.
El tema fue objeto de análisis en una reunión de la dirección general de justicia de la Comisión Europea celebrada en Bruselas a fines del año pasado.
Varios eurodiputados criticaron a la comisión por considerar que no se ha ido suficientemente lejos para luchar contra la discriminación hacia esa etnia y citaron como ejemplo sus expulsiones masivas de Francia, Italia o Hungría.
Algunos oradores consideraron como una vergüenza que en pleno siglo XXI muchos de los 10 millones de gitanos europeos vivan en la más extrema pobreza y aislados de la sociedad.