Permanece en la eurozona o sale de ella

Bernardo González Solano

El problema es claro, pero muy difícil de resolver. Los esfuerzos para mantener a Grecia dentro de la eurozona e impedir que caiga en la suspensión de pagos (externos e internos) o en default son cada vez más inciertos.

Los retiros bancarios que en los últimos días han asustado a propios y extraños en todo el territorio griego no han llegado aún a los niveles de una corrida bancaria, pero algunos analistas se refieren a ellos como un trote bancario que podrían poner en riesgo todo el sistema bancario heleno.

En tales circunstancias, ¿por cuánto tiempo podría Grecia estar dentro del euro y vivir con su propia moneda interna? Es un debate abierto, señala Merril Lynch/Bank of America en una nota reciente enviada a sus clientes.

Versiones contradictorias

Después, todo lo que se quiera. Con modestia reflexiona Timothy Garton Ash, el autor del libro Los hechos son subversivos: ideas y personajes para una década sin nombre y catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, la universidad inglesa más vieja del mundo: “No me siento preparado para unirme al coro de comentaristas que con tanta autoridad instan a los griegos a decantarse en uno u otro sentido. No sé qué es lo mejor para Grecia. No soy economista y, por cierto, los economistas tampoco lo saben. No me siento preparado, además, porque no soy griego. La democracia significa que el pueblo decida qué gobierno y qué políticas le convienen más. No existe un demos europeo ni, por consiguiente, una democracia propiamente europea, así que los griegos tienen que decidir qué es lo mejor para ellos”.

¿Por qué? Porque aunque lo que decidan sea una equivocación, por lo menos sería una equivocación de ellos mismos, de los que tendrán que pagar las consecuencias. Nadie se los impondría. No sería lo mejor, pero por lo menos democrático.

En un mismo día, el domingo 20 de mayo, los medios transmitieron dos versiones diferentes del mismo problema. En una entrevista al periódico brasileño Folha de Sao Paulo, el ministro de Exteriores y Cooperación de España, José Manuel García-Margallo advirtió que la zona del euro se enfrentaría a un escenario “dantesco” con una eventual salida de Grecia, y por eso la Unión Europea debe “impedir” que eso acontezca.

Por otra, el reconocido doctor Paul Krugman, el estadounidense Premio Nobel de Economía 2008, en otra entrevista concedida a la revista semanal alemana Der Spiegel, volvió a retomar algo que ya ha dicho en ocasiones anteriores: que la salida de Grecia del euro es “inevitable” y recomienda a países como Italia y España que se abstengan de iniciar fuertes inversiones públicas porque carecen de la capacidad necesaria de financiación. Krugman explicó: “Odio decirlo porque es como gritar ¡fuego! en un cine lleno de gente. Pero no hay alternativa”.

El propio Paul Krugman, en su blog de la semana pasada, agregó que no descartaba que después de la salida griega de la eurozona se diera en España e Italia “un corralito bancario”, a lo que el nuevo ministro de Hacienda español, Cristóbal Montoro, aseguró que “un corralito” en España es una posibilidad técnicamente imposible.

Bien dice Garton Ash en La cuarta página: “El futuro de la eurozona, hoy, depende de la decisión que tomen en Grecia, el futuro de europa, del futuro de la Eurozona y el futuro de Occidente, en gran medida, del de Europa; por tanto, exagerando sólo un poco, podemos decir que el futuro de Occidente depende en estos momentos de la cuna de Occidente. ¿Es demasiado pedir que, en una circunstancia tan importante, la política griega recupere parte de la grandeza y la sencillez que estuvieron presentes en Atenas en el nacimiento de la democracia? Es probable que sí”.

Mensaje de alarma

Mientras se llega al final del túnel, el Banco Central de Grecia la semana pasada lanzó un mensaje de alarma al presidente, Karolos Papulias, ante la masiva salida de depósitos que sufren las sucursales bancarias del país, que podrían verse abocadas al colapso de no poner freno a los retiros de efectivo. Según algunas informaciones, la fuga de capitales que en 2011 se saldó con el “vuelo” de Grecia de 35 mil 400 millones de euros, en los últimos días se aceleró a medida que crece la incertidumbre política y se reaviva el debate sobre un eventual abandono del país del euro.

Por ejemplo, sólo en la jornada del lunes 14 de mayo se hicieron reembolsos por valor de 800 millones de euros, según el principal responsable del antiguo instituto emisor de la dracma.

Yorgos Provópulos, gobernador del supervisor financiero griego, el mismo lunes 14 de mayo se reunió con el presidente Papulias, quien declaró después del encuentro que, aunque Provópulos no habló de una situación de emergencia, sí hay un claro riesgo de que el “miedo acabe evolucionando al pánico” y garantizó que la situación empeorará en un futuro. Precisó el gobernador del banco central que “la fortaleza de los bancos es muy pequeña en estos momentos”.

A instancias de la Coalición de Izquierda Radical (Syriza), el acta de la reunión se hizo pública. En ella se precisa: “Las retiradas y las salidas alcanzaron el lunes (14) los 700 millones de euros… y se esperaban salidas totales de 800 millones de euros, incluidas las conversiones en bonos alemanes y operaciones similares”.

En todo caso, hasta el momento, ningún funcionario griego se ha atrevido a mencionar el temido término “corralito”, que equivale a una restricción a la libre circulación de capitales y la imposición de límites a la retirada de efectivo.

Por cierto, el término se utilizó por vez primera en Argentina donde los problemas económicos se han convertido en letra de tango, viejo y nuevo. Sea cantado por Carlitos Gardel o interpretado por el famoso bandoneonista Astor Pantaleón Piazzolla.

Por otro lado, la alternancia política se consumó el jueves 17 en París, cuando los ministros del nuevo gobierno francés tomaron posesión bajo la batuta del primer ministro socialista, Jean-Marc Ayrault, y el presidente François Hollande dio el pistoletazo de salida a las primeras reformas antes de volar a Estados Unidos para reunirse con el presidente Barack Obama en la Casa Blanca y participar en sus primeras cumbres del G-8 y de la OTAN, en Chicago.

En griego antiguo

Pierre Moscovici, nuevo ministro de Economía, al llegar a sus oficinas reiteró cuáles son las prioridades inmediatas del gobierno: “Francia no ratificará el tratado fiscal sin un paquete de crecimiento y Grecia debe seguir formando parte de la Unión Monetaria”. Respecto a la permanencia de Atenas en el euro, Moscovici no dejó lugar a dudas: “La deseamos con todas nuestras fuerzas porque es un miembro de la Unión Europea y la zona euro debe permanecer unida, no puede deshacerse”.

Sin duda, esta primera declaración oficial de Moscovici, que tiene fama de ser de sangre fría y gran inteligencia, refuerza la impresión, expresada por el presidente Hollande en Berlín, de que París ha decidido liderar la defensa de Grecia y está dispuesto a ejercer toda la presión necesaria ante Angela Merkel para cumplir sus tres grandes objetivos: mantener Atenas en el euro, completar el pacto fiscal con convincentes medidas de estímulo y abrir la toma de decisión desde el directorio franco-alemán a todos los socios e instituciones europeas.

Mientras son peras o manzanas, el Fondo Monetario Internacional anunció, el jueves 17 de mayo, que suspendía sus contactos con Grecia y rechazaba trabajar con el gobierno transitorio, dirigido por un juez sin mayor relevancia, a la espera de las elecciones legislativas del domingo 17 de junio y entonces se pueda formar gobierno permanente.

En fin, el problema ateniense está escrito en griego antiguo. Y se tiene que resolver en griego moderno. Nada más, nada menos.