Temas insoslayables
Alfredo Ríos Camarena
Hacia el futuro existen temas fundamentales que conciernen al destino de la nación y que tienen que ver con la pésima distribución de la riqueza, que nos convierte en un país de brechas insalvables entre pobres y ricos, y cuya solución se encontrará en la reforma del modelo económico que implica la reforma fiscal, la creación del empleo, la reactivación de la planta productiva agropecuaria y muchos más.
Sin embargo, por ahora, la opinión pública se ha centrado en dos temas que requieren obligadamente una reflexión; uno de ellos es la consolidación de las instituciones democráticas a través del proceso electoral, y el otro, sombrío y ominoso, es la amenaza al Estado nacional por las fuerzas del crimen organizado y del hampa.
En el primer punto, debemos reconocer que, pese a todo, se han fortalecido instituciones de jerarquía constitucional como el Instituto Federal Electoral (consagrado en el artículo 41 de la Carta Magna) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (artículo 99), con luces y sombras, con deficiencias y aciertos, pero que han permitido el libre juego democrático de los partidos políticos que participan civilizadamente en la contienda para renovar el Congreso y al Ejecutivo federal; no hay duda de que saldremos con un resultado válido y satisfactorio, pues están dispuestos todos los medios para que esto suceda, con las dificultades y conflictos que son consubstanciales a esta actividad política.
Las encuestas siguen sin tener mayores cambios, y todo nos hace pensar que el puntero, Enrique Peña Nieto, triunfará en la elección presidencial; aunque aún no está claro cómo se integrará el Congreso de la Unión.
El otro tema, que al final del camino habrá de juntarse con el primero, es el de la seguridad pública y la acción impune y terrible del hampa, que ensangrienta miles de hogares y que amedrenta a toda la población. No es una exageración decir que todos los mexicanos vivimos en el horror que producen los asesinatos inexplicables y pavorosos; por eso, el combate a este cáncer nacional requiere de soluciones claras, que hasta la fecha no se han planteado; no se trata de descartar el esfuerzo del actual gobierno, sino de complementarlo y probablemente darle nuevo giros.
Hace unas semanas el general Roberto Badillo presentó un libro denominado El libro verde de las Fuerzas Armadas; en este texto, el ameritado militar en retiro hace afirmaciones que preocupan severamente respecto a la organización integral para el combate al crimen; llega al grado de afirmar en la página 174 de su texto lo siguiente: “es lógico que la Secretaría de Marina haya aceptado la ayuda en información de Estados Unidos, pues la Armada de México no participaba más que sólo marginalmente en la lucha contra el narcotráfico; se le dio la oportunidad de hacerlo y no tenía un sistema de información adecuado y mucho menos lejos de su área natural, las costas; al enviarla a actuar a áreas internas y no tener información, cayó en las garras de la DEA, del FBI y de la CIA. Por dignidad, el de Marina, debió haber declinado esta información o haberse coordinado con otras dependencias del Ejecutivo. Pero por ambición y en el ánimo de quedar bien ante quien le daba la información y ante el mando supremo, aceptó esta información”.
No lo afirma un ciudadano cualquiera, sino quien fuera comandante militar en muchos estados de la república, general de división condecorado y exdiputado federal. Esto nos debe mantener alerta respecto a que la estrategia debe ser coordinada a plenitud por quien sea el presidente de la república. No son entidades distintas del gobierno federal ni la Secretaría de Defensa, ni la de Marina, ni la de Seguridad Pública y tampoco la de Gobernación, porque éstas forman parte de un todo, cuyo mando superior lo ejerce el Ejecutivo federal.
Por otra parte, la constitucionalidad de la presencia de las fuerzas armadas en las calles ha sido ampliamente discutida, porque al parecer existe una dicotomía entre el artículo 129 de la Constitución que afirma “En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar”, y el artículo 89, fracción VI, que señala “las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes: […] VI. Preservar la seguridad nacional, en los términos de la ley respectiva, y disponer de la totalidad de la Fuerza Armada permanente o sea del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación”.
Al respecto, la Suprema Corte de Justicia aceptó, como constitucional, el que todas las fuerzas armadas puedan actuar en defensa de la seguridad interior.
Por otra parte, es necesario, como también lo señala el general Badillo, activar la guardia nacional, y al respecto presentó una iniciativa en dicho sentido.
También se ha planteado la creación de una gendarmería nacional.
Es claro que los delitos que más lastiman a la sociedad son la extorsión, el secuestro, el robo, el allanamiento de morada y los homicidios.
Por lo anterior, debe ser tarea prioritaria del próximo gobierno atacar estos lacerantes delitos que nos tienen al borde del precipicio social.
Otra forma urgente de combatir el hampa organizada es fortalecer los organismos que investigan el lavado de dinero, pues según estadísticas de Naciones Unidas, son cerca de 30 mil millones de dólares los que ingresan en el país subrepticiamente y, son lavados por diversas entidades del sector privado. Aquí se debe insistir: este tema es de urgente obligación combatirlo, independientemente de que entre los delincuentes de cuello blanco existen figuras prominentes.
El combate al crimen, para el próximo presidente, debe ser más que una frase retórica, más de 50 mil muertos fueron sacrificados y más de 100 millones de mexicanos lo padecemos.