No a la asfixia
Marco Antonio Aguilar Cortés
Hicieron mal a México todos aquéllos que publicitaron la torpe y equívoca idea, hace 6 años, de que “Andrés Manuel López Obrador es un peligro para el país”.
Le hacen un gran daño a los mexicanos todos aquéllos que pagan, y accionan, para difundir el erróneo concepto de que “Enrique Peña Nieto es un mal para México”.
No hay duda de que López Obrador, en aquel caso, fue la víctima directa, y con ello el pueblo fue ofendido. La pareja Fox en el poder, algunas familias multimillonarias y partes clave del gobierno de Estados Unidos fueron los victimarios.
Ahora, aquel dañado Andrés Manuel y los grupos radicales que lo acompañan se han convertido en los victimarios. Son, y así aparecen, como los vengadores de la pasada afrenta. Y su actitud violenta se dirige a Enrique Peña Nieto y al PRI que lo postula.
Así, gran parte de los mensajes de López Obrador y los partidos políticos que lo promueven son anti, y no son pro, como se supone que deberían ser en favor de su candidato. Y a esta táctica del contra, y no a favor, se ha sumado la “jefa Josefina” y el PAN.
La víctima y sus victimarios en la campaña electoral federal del 2006 se han aliado, para aplicarle una táctica parecida en este 2012 a quien les lleva una delantera demasiado cacareada.
A estas alturas del proceso, todo es anti Peña Nieto y anti PRI, de manera alocada, emergente y frenética, sin importar que se descarrile toda la elección federal y México padezca una crisis inédita.
Imaginemos, por un momento, que a partir del día de hoy los cuatro candidatos a la Presidencia de la República se dedican a promover a cada minuto el anti, el contra, unos frente a los otros, todos en contra de todos, convirtiendo un proceso electoral que debería ser una contienda positiva, didáctica, y humanista, en un sucio estercolero de guerra insensata.
Si ese desquiciamiento enfermizo fuese una constante, sería equiparable, toda proporción guardada, a que por tiempo indefinido todo el territorio patrio quedara incendiado, o inundado totalmente, o sembrado de marihuana en su cabal extensión geográfica, o dedicados los 112 millones de mexicanos exclusivamente a una guerra electoral. Claro que si se diera alguna de estas opciones para esa prolongada temporalidad, la viabilidad del país sería nula.
Sé que exagero, pero lo hago con el didáctico ánimo de explicar mejor el amenazador fenómeno social que estamos padeciendo.
Y de esa manera lo percibimos la mayoría de los mexicanos, reprobando toda actitud negativa, anti, contra. Nuestro voto el día primero de julio próximo debe ser a favor de quienes se hayan ganado nuestra confianza siendo positivos, promoviendo la paz productiva con distribución justa a favor de los auténticos trabajadores.
Todo debe ser en pro de México, en pro de los mexicanos.
