Juan Barrera Barrera
Santo Domingo, República Dominicana.- El pueblo dominicano acudió a las urnas para elegir presidente y vicepresidente entre el oficialista Partido de la Liberación Dominicana o morado (PLD), con la fórmula Danilo Medina-Margarita Cedeño; y el Partido Revolucionario Dominicano o blanco (PRD), con Hipólito Mejía-Luis Abinader.
Por primera vez también en ese país caribeño se celebraron elecciones para elegir a siete Diputados de Ultramar, sistema mediante el cual la comunidad dominicana radicada en el extranjero (en Europa y América) puede tener representación en el Congreso de su país.
En el momento de redactar estas líneas, la Junta Central Electoral (JCE), daba como triunfadores a los candidatos oficialistas Medina y Cedeño (esposa del presidente Leonel Fernández Reyna) con más del 50% de los votos, contra el 47% del opositor Hipólito Mejía, con el 75% de las actas electorales escrutadas, muy difícil de revertir matemáticamente y forzar una segunda vuelta.
Comicios competidos
Fueron unas elecciones muy competidas y concurridas. República Dominicana tiene unos diez millones de habitantes, de los cuales 6 millones 500 mil están inscritos en el padrón electoral. Hay que destacar la responsabilidad cívica de los dominicanos, ya que hubo una alta votación con una abstención del 30%, principalmente de la clase media.
Lamentablemente, la fiesta cívica estuvo empañada por graves anomalías: desvío de recursos públicos a favor de Danilo Medina, duplicidad y compra de cédulas (credenciales para votar) antes y durante la elección, compra de conciencias, etcétera. Se habla de una elección de Estado por el exagerado apoyo del presidente Fernández Reyna a los candidatos de su partido, de la parcialidad de la JCE, en especial de su cuestionado presidente Roberto Rosario, en otros tiempos muy ligado al PLD y cuyo bufete jurídico tiene contratos con dependencias gubernamentales por concepto de asesorías. Además de que el partido morado cuenta con 31 senadores de 32 y una gran mayoría de diputados. Todo el aparato estatal estuvo dirigido en favor del PLD, mediante la compra y soborno de los medios de comunicación.
Campañas exhaustivas
Fue una campaña muy larga, inequitativa y desgastante política y socialmente, además del alto costo financiero en un país empobrecido. Nueve meses es demasiado tiempo para una elección. La reforma electoral amplia, profunda, es uno de los grandes pendientes de la incipiente democracia dominicana, que se requiere para sentar las bases para un cambio en la cultura del quehacer político.
El pueblo dominicano está empobrecido. Durante los gobiernos de Leonel Fernández (2004-2012) la deuda externa se ha quintuplicado pasando a los 25 mil millones de dólares. De los diez millones de habitantes, el 42.2% vive en pobreza, de los cuales el 7.5% se encuentra en pobreza extrema o de indigencia, señala el informe del organismo internacional Oxfam de 2011.
El panorama
El ganador de la elección enfrentaría una grave situación social por el desgaste natural de un partido que lleva dos periodos consecutivos gobernando (de los últimos 16 años, 12 los ha gobernado el PLD). Dominicana está considerado el país más corrupto de Latinoamérica, lo que ha profundizando enormemente el deterioro de la sociedad dominicana.
Cómo podrá garantizar la gobernabilidad Danilo Medina, cuando él ha sido parte del proyecto antipopular de Leonel Fernández. Cómo podrá revertir el alto grado de miseria y hambre de un país que reclama justicia social, cuando las políticas públicas han favorecido a la oligarquía externa y local. Cómo gobernar al lado de una vicepresidenta conocida por sus insultantes frivolidades.
Por eso, el triunfo electoral de la fórmula Danilo Medina-Margarita Cedeño representa una derrota moral para el PLD. En nuevo mandatario dominicano estaría dispuesto a sacudirse el tutelaje de Fernández y apostar por un verdadero cambio o seguir fortaleciendo el balaguerismo sin Balaguer.