María Cristina Rosas 

Bielorrusia o Rusia blanca, como se le denomina en ruso, es un país de relativa reciente creación, tras la desintegración de la Unión Soviética a finales de 1991. Se localiza en Europa Oriental, teniendo como vecinos, al oeste, a Polonia; al norte a Lituania y Letonia; al sur a Ucrania; y al este a Rusia. Tiene una extensión territorial de 207 mil 600 kilómetros cuadrados y una población de alrededor de 10 millones de habitantes.

La economía del país mantiene rasgos de la época soviética, al ser controlada, en su mayoría, por el Estado. De hecho, más de la mitad de la población económicamente activa se emplea en empresas estatales, mientras que sólo el 1.4 por ciento trabaja para empresas extranjeras –el resto labora en empresas privadas, algunas parcialmente propiedad de extranjeros.

En los tiempos soviéticos, Bielorrusia era una economía muy avanzada con una importante base industrial. La industria se centró en la producción de madera y textiles. Sin embargo, tras la desaparición de la Unión Soviética, Bielorrusia se enfrentó al declive de sus exportaciones, dado que sus socios comerciales –entre quienes destaca sobre todo Rusia- disminuyeron la compra de los productos bielorrusos. Un problema no menos importante es que si bien el segundo socio comercial de Bielorrusia es la Unión Europea –a quien destina el 30 por ciento de sus ventas totales en el exterior-, ésta suspendió el trato de nación más favorecida a Minsk en 2007, debido a los abusos en materia de derechos humanos en que presuntamente incurren las autoridades de la Rusia blanca.

Asimismo, Bielorrusia solicitó su membresía a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1993, la cual, a casi 20 años de distancia, aun no se ha podido concretar. En este sentido, Rusia se mantiene –y seguirá así en el futuro cercano- como el principal aliado comercial –y político- de Bielorrusia, quien adquiere de Moscú petróleo a precios preferenciales además de otros productos.

Un hecho poco conocido es que dado que el sur del territorio tiene frontera con Ucrania y con la planta nuclear de Chernobyl, el terrible accidente que se produjo en abril de 1986 –cuando el cuarto reactor nuclear de esa planta se averió y explotó- tuvo graves consecuencias para Bielorrusia.

De entrada, una quinta parte de las tierras para cultivo del país, se contaminaron a causa de la explosión. Unas 485 aldeas de la región se tornaron inhabitables. Con todo, alrededor de 2 millones de personas, incluyendo 800 mil niños, se asientan en áreas contaminadas –lo que equivale a la quinta parte de la población. Se estima que  unas 100 mil personas viven en tierras con niveles de radiación que son mil 480 veces superiores a la que típicamente se registra en lugares donde se realizan pruebas nucleares.

El presidente Lukashenko ha insistido en que las zonas contaminadas son seguras para los asentamientos humanos y las actividades agrícolas. Las personas que han denunciado lo riesgoso de estas acciones de parte del gobierno, han sido perseguidas y encarceladas. Por lo tanto, además de la desinformación, una quinta parte de la población de Bielorrusia corre el riesgo de perecer a consecuencia de la radiactividad y de la negligencia de las autoridades.

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