Gabriel Fernández Espejel

La inversión extranjera directa (IED) que se dirige a África crece a tasas anuales de 20 por ciento y superiores desde el año 2007; sin embargo, la percepción que prevalece en la esfera internacional sobre el Continente Negro es desfavorable sobre todo entre la gente que no está en el mundo de los negocios. El entorno socio político guarda diferencias significativas cuando se le compara con el económico, que da muestras constantes del auge que viven la mayoría de las naciones.

La situación actual de los conflictos en los países que atraviesan la llamada primavera árabe en el Norte de África; la disputa por el petróleo entre Sudán y Sudán del Sur; las guerras civiles y golpes de Estado en la República Democrática del Congo, Somalia, Nigeria, Guinea Bissau, y Mali, entre otros, o la persistencia de grupos terroristas como Boko Haram, Al Shabat e, inclusive, Al Qaeda, difiere de manera importante con los informes del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional (FMI) o del Banco Africano de Desarrollo que anuncian una prosperidad económica.

Los organismos multinacionales que hacen referencia a los flujos de inversión apuntan, además, que 7 de los 10 países con las mayores tasas de crecimiento económico en el mundo son africanos, 3 de los 5 países que más invierten en África son del mismo continente. Pero, no sólo sobresalen los logros económicos, en temas democráticos y de reformas apuntan que en el Índice de Transparencia y Corrupción 35 naciones africanas superan a Rusia, igual cantidad de países están mejor posicionados que China en el índice democrático, mientras que dentro del índice Haciendo Negocios, del Banco Mundial 17 superan a India.

De acuerdo con el estudio de la firma Ernst & Young, “Encuesta de atracción en África 2012, construyendo puentes”, los diez principales receptores de capital se reparten a la mitad entre las naciones del norte de África y las subsaharianas, con Sudáfrica a la cabeza seguida por Egipto. Además, Sudáfrica es la economía local que más invierte en el continente, gracias a lo cual 47 por ciento de la FDI se generan en la región. Otros países con una aportación relevante son: Egipto, Marruecos, Argelia, Túnez, Nigeria y Angola.

África recibió 5.5 por ciento de los flujos del capital global en 2011, la mayor participación de IED que se recuerde para el continente; sin embargo, esta cifra podría dispararse de atender los tres principales retos que denota la firma Ernst & Young: revertir la percepción en la comunidad internacional sobre la inestabilidad y corrupción en la región; acelerar la integración comercial y de mercado, y desarrollar más infraestructura sobre todo en transporte, energía y telecomunicaciones.

En sus últimas estimaciones, el FMI señala que los países del Norte de África enfrentan de manera favorable la crisis financiera global, sobre todo las naciones exportadoras de petróleo con una tasa promedio de cerca de 5 por ciento en 2012 gracias a los elevados precios, mientras que los importadores netos experimentan un crecimiento en su producto de poco más de 2 por ciento. De África subsahariana el Fondo señala que es una de las zonas del planeta menos afectadas por la caída de los mercados debido a la presencia de inversionistas chinos y de los escasos lazos con el sector financiero europeo; en ese sentido, refiere una tasa de crecimiento promedio para los países ricos en hidrocarburos de más de 7 por ciento en 2012, de casi 4 por ciento para las naciones de ingreso mediano y de 6 para aquellas de bajo ingreso.

De acuerdo con Ernst & Young, el crecimiento y las inversiones en África son sostenibles debido a los procesos de democratización que existen -a pesar de los conflictos que se suceden todo el tiempo-, un mejor entorno para hacer negocios, a mejoras en desarrollo humano y a la diversificación de la inversión extranjera directa. Así lo creen Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India y los Emiratos Árabes Unidos, los cinco países con el mayor número de proyectos de inversión en África.