En el Distrito Federal

Julio A. Millán B.

Se llevó a cabo el primer debate entre candidatos a jefe de Gobierno del Distrito Federal, en el mismo se trató un tema muy relevante: la sustentabilidad de la ciudad. Sin embargo, se abordó con nula profundidad el tema del abasto y consumo de agua, sin duda un aspecto vital.

Uno de los principales problemas del que adolece desde hace años la ciudad de México y su área metropolitana es el abasto oportuno y de calidad de agua potable, problemática que se ha venido agudizando en los últimos años debido al desperdicio y a la falta de mantenimiento, lo que está creando un gran estrés hídrico. Los factores que han influido en esta situación son tanto exógenos como endógenos.

Entre los exógenos se encuentran la insuficiencia y agotamiento de las fuentes de abastecimiento locales (ríos y mantos), y la consecuente importación de agua de cuencas vecinas, así como la enormidad de recursos económicos y tecnológicos que se requieren para hacerla llegar hasta los habitantes.

Entre los sistemas que abastecen a la ciudad, el Cutzamala es el más destacado en lo relativo a su tamaño y costos, sin embargo, a pesar de lo enorme que se pueda considerar, sólo abastece el 30% del líquido que consume la ciudad.

El otro gran factor exógeno que enfrenta el abastecimiento de la ciudad es el relacionado con los fenómenos climáticos que han llevado a escasez de lluvia y por tanto sequía y reducción de los afluentes.

Pero no se trata de hacer trucos o rituales para hacer llover, sino que tanto autoridades como usuarios hagamos un uso racional del vital líquido.

Ahora bien, quizá el más grave problema endógeno es la nula cultura del cuidado y uso racional agua por parte de los habitantes de la ciudad. Se estima que el consumo diario per cápita de agua en la ciudad de México es de 360 litros, cuando el consumo diario recomendado para las grandes ciudades es de sólo 150 litros.

Lo lamentable es que esta incultura es provocada por el uso electorero de la problemática del agua, sobre todo en las zonas donde escasea el vital líquido..

El uso político del agua ha conducido también a implantar un sistema poco eficiente de subsidios al costo marginal del servicio, un subsidio generalizado y mal enfocado que provoca dos fenómenos. Por un lado, un déficit fiscal enorme y por otro una cultura del no pago y de desperdicio indolente de un bien que no cuesta lo que debe costar.

Estamos, pues, ante una batería de incentivos, negligencias, corruptelas y manejos políticos perversos para la sustentabilidad de la ciudad. Es urgente que cambiemos la perspectiva y la visión cortoplacista, debemos empezar a pensar, pero sobre todo a actuar en favor de la viabilidad de la ciudad de México.

jmillanb@grupocoraza.com