Confusión
Alfredo Ríos Camarena
En los últimos años, nuestro país ha sufrido tiempos lacerantes en donde la violencia ha cobrado carta de naturalización y ha ensangrentado y agraviado a la nación entera; por eso, la solidaridad de todos los mexicanos está con las víctimas de la llamada “guerra contra el hampa”.
No hay duda, todo ciudadano bien nacido debe repudiar, sin titubeos, esta criminalidad generalizada que a todos nos amedrenta; por eso, lo hemos manifestado siempre: ¡apoyo pleno a las víctimas!
En esta justa protesta, que le ha producido enorme dolor a personalidades como la señora Isabel Miranda de Wallace, el señor Alejandro Martí o el poeta Javier Sicilia, toda la sociedad ha acudido al llamado de estos líderes, y de muchos más, que han sufrido una indescriptible pena.
Paralelamente ante este hecho social, los partidos políticos padecen seriamente la patología que Duverger califica como “partitocracia” y que consiste en el control de los institutos políticos por parte de las cúpulas cerradas. Pero son temas distintos y bien diferenciados.
Sin embargo, esa diferencia no se ha percibido así y existe una grave confusión de los protagonistas; la señora Miranda de Wallace tomó la determinación de cruzar la línea, esto es, de lideresa de la sociedad civil contra la injusticia, pasó a convertirse en candidata de un partido político; al menos definió con claridad su posición.
El señor Alejandro Martí, en la elección federal pasada, convocó a los diferentes partidos y candidatos a firmar algunas propuestas que se salen del contexto de la lucha contra el crimen, y éstas se inscriben en la toma de decisiones de políticas públicas más allá de la seguridad pública.
El pasado lunes 28 de mayo, el poeta Sicilia, una vez más, se convirtió en inquisidor y juzgador de temas de política interna y externa; en el castillo de Chapultepec, el aludido poeta hizo aseveraciones graves, algunas con sustento y probablemente válidas, pero ajenas al tema central de su causa. Es justo que su movimiento defienda a las víctimas, pero ¿hasta dónde tiene este señor y sus acompañantes la autoridad para juzgar públicamente a los protagonistas de la sucesión presidencial? Besucón y cariñoso, cristiano y protagonista; se sale del marco de su justa lucha, para intentar meterse a un terreno que no le corresponde y al que nadie le ha dado la autoridad para hacerlo; se erige en conciencia de la nación desde la tribuna que construyó en el otro tema del dolor y la desesperación de las víctimas.
No hay duda de que se han equivocado y confunden gravemente a la opinión pública.
Como ciudadanos mexicanos tienen el derecho pleno y absoluto de participar en la vida pública, pero tomar como bandera sus reivindicaciones, para insertarse en el mapa político, es francamente equivocado y confuso.
Sí, el tema de seguridad es fundamental para el futuro de la nación y deben abordarlo los candidatos presidenciales, pero no bajo la batuta de protagonistas circunstanciales, montados en la ola de la desesperanza nacional.
Nadie puede negarles el derecho de su expresión, como nadie puede quitarles el derecho a los jóvenes de expresarse a plenitud y con fuerza; todos estamos inmersos en el proceso electoral, pero dejemos que los partidos políticos nacionales hagan sus propuestas, de acuerdo con sus principios y sus convicciones, pues incorporar este tema de la solidaridad colectiva que tenemos frente a las víctimas, junto al proceso comicial, sólo conduce a la falta de claridad y desorienta a la opinión pública.
Los candidatos en esta campaña han decidido asistir a diversas pasarelas, desde su asistencia a la misa papal hasta la reunión de Chapultepec; qué bueno que lo hagan, pues así dan oportunidad al electorado de contrastar sus propuestas que, por cierto, son muy parecidas.
Nos acercamos al final de las campañas y las encuestas han tenido poco movimiento; Peña Nieto sigue estando como puntero, a muchos puntos de distancia de Andrés Manuel en segundo lugar y de Josefina en tercero; Quadri cumplirá su objetivo de mantener el registro del partido de la maestra Elba Esther Gordillo.
Al parecer todo sigue igual, aun cuando cada día la sociedad le quita lo aburrido a la campaña y participa con mayor ahínco; qué bueno que así suceda y que llevemos la fiesta en paz, con civilidad y sin violencia.
Efectivamente, los luchadores de la sociedad civil representan su justa causa, pero no olvidemos que no pueden, ni deben, asumirse como árbitros y representantes de toda la sociedad. La Constitución define a plenitud la estructura de la representación nacional.