Para vergüenza de los panistas fundadores
Mireille Roccatti
¡Hasta dónde hemos llegado! El PAN fundado en 1939 por un grupo de liberales, que representó hasta hace tiempo una derecha inteligente, hoy cuesta abajo —doctrinariamente— luego de haber abandonado los principios de sus fundadores, en especial, don Manuel Gomez Morín y Efraín González Luna o de ideólogos e ilustres pensadores como Adolfo Christlieb Ibarrola o Carlos Castillo Pereza, ideológicamente ahora, está de dar pena.
Es cierto que desde los años setenta cuando el partido fue tomado al abordaje por los denominados “bárbaros del norte”, empresarios del norte del país encabezados por Manuel Clouthier fueron abandonando los principios, lo que propició la salida de un importante núcleo de militantes a los que se les conoció como los doctrinarios.
También organizaciones ultraderechistas de manera paulatina se apoderaron de los órganos de dirección, imponiendo el pragmatismo por encima de los valores liberales y demócrata-cristianos que guiaban su actuar, pero lo que testimoniamos en la actual campaña electoral es un espectáculo en verdad lastimoso. El país requiere un partido de derecha moderno e inteligente, más aún cuando es previsible que después de doce años en el poder tendrá que abandonarlo en medio de una catástrofe electoral que muy probablemente lo ubique como tercera fuerza opositora. Sí la derrota del 2009 fue impactante, la de estos comicios será histórica, después de su ascenso al poder. Se cumplirá así la profecía: el poder les hará perder el partido.
Frente a la historia intelectual del panismo, lo que se observa es una miseria del pensamiento. La candidata Josefina Vázquez Mota ha tratado de utilizar el hecho de ser mujer para ganar votos, ignora que la simple idea de merecer un voto por el hecho de ser mujer es antidemocrática y antifeminista. Con sus declaraciones insistentes del cuchi-cuchi, expone su pensar sobre las mujeres, de los vínculos afectivos y del erotismo. El erotismo es para ella un medio de premiar o castigar a los hombres, de manera que las mujeres no lo deseamos, ni lo disfrutamos. Las parejas son relaciones de poder en las que la moneda de intercambio es la actividad sexual. Esta manera de pensar atropella una verdadera equidad de género.
Para la candidata las mujeres somos superficiales, enajenadas por la televisión, dominantes emocionales de nuestras parejas y además volubles emocionalmente. Y en otra desafortunada declaración entiende que la Presidencia de la República es un encargo para el cuidado de los hijos. Será que no entiende que los mexicanos no requerimos una mujer con muchos pantalones, ni una presidenta que nos descalifique por nuestros gustos, nuestras emociones o nuestra sexualidad.
Reitero, ante la historia intelectual del panismo, el espectáculo ridículo que presenciamos es mayúsculo. Si Fox es recordado por las tepocatas o las víboras prietas, la campaña del PAN de 2012 lo será por el cuchi-cuchi, para vergüenza de sus fundadores.