El George Clooney de la ciudad de México
Guadalupe Loaeza
Miguel Angel Mancera tiene muchas cosas buenas; seguramente ha de ser dueño también de más de un aspecto malo, pero hoy y para celebrar su candidatura para jefe de Gobierno de las izquierdas en la ciudad de México hablaremos, exclusivamente, de lo positivo que tiene el doctor en derecho, con mención honorífica por la UNAM.
La cena
Hace unos meses, por fin lo conocí. Entonces Mancera era el precandidato que estaba más arriba en las encuestas. El encuentro fue en casa del escritor Enrique Fernández Castelló, junto con Rafael Tovar y de Teresa, José Antonio Crespo, René Drucker, Luis Téllez, Carlos Elizondo Mayer-Serra, Alejandro Rojas, Joaquín Vargas y Francisco Martín Moreno. Entre tantos colegas, yo era la única mujer. Me sentí rara, pero me gustó encontrarme sentada al lado derecho del joven abogado.
La conversación giró, naturalmente, en torno del Distrito Federal; se habló, en primer lugar, de la seguridad, de los problemas de la basura, del agua, del transporte y de sus dos contrincantes: Beatriz Paredes e Isabel Miranda de Wallace.
Durante el postre, mientras todos los demás invitados hablaban con su respectivo compañero de mesa, me permití hacerle una entrevista personal al que fuera procurador de justicia del Distrito Federal.
Para ese momento, yo no sabía que en sus ratos libres Mancera practica el tiro. “Es capaz de derribar una moneda de cinco pesos con un R-15 a 30 metros de distancia. Su abuelo, quien vivía en Jiquilpan, Michoacán, lo llevaba de niño a cazar unas aves llamadas huilotas”, le dijo al entrevistador de la revista Expansión. También le contó que le gustaba volar avionetas pero que jamás se atrevería subir a sus hijos en un helicóptero piloteado por él.
Disfruta cambiar pañales
En esa misma entrevista, Mancera se ufanó de conocer la ciudad de México a fondo, así como solían conocerla los taxistas de antes (de haber sabido, le hubiera pedido que pasara por mí para ir a la cena; me perdí una hora, antes de llegar a la casa de Fernández Castelló).
Además de ser súper orientado, disfruta y sabe cómo ocuparse de los niños: “Suena mal que yo lo diga, pero soy muy bueno cambiando pañales. En restaurantes, con cambiador, sin cambiador, soy extremadamente rápido”.
De hecho, durante la cena, antes de que empezara con mi entrevista personal, me enseñó la fotografía de sus dos hijos, Leo y Miguel, de 8 y 5 años respectivamente (tiene asimismo una hija, pero por decisión de su madre no la ve).
El doctor Mancera no nada más es niñero, es igualmente… ¡¡¡noviero!!! Se ha casado y divorciado dos veces. Hace 10 años, fue novio de su principal contrincante, quien quedara en segundo lugar en la pasada encuesta del PRD al gobierno local: ¡¡¡Alejandra Barrales!!!
Parece que, por el momento, nuestro candidato para ocupar la candidatura de las izquierdas no está enamorado, pero sí tiene “un afecto particular”, cuyo nombre prefiere mantener en secreto. Lo cual no quiere decir que no tenga sus enamoradas. “Es nuestro George Clooney”, dice sin reparo una de las funcionarias locales sobre la personalidad y porte del candidato.
Creo en Dios
Después de platicar con él un buen rato, me percaté que Mancera tiene muy claras sus prioridades: ganar las elecciones en el Distrito Federal, convivir más tiempo con sus hijos y hacer deporte.
Sin duda, Mancera es un gran deportista. Según me dijo cuando platicamos acerca de su agenda tan pesada, que había dos cosas que lamentaba: no poder llevar a sus hijos a los partidos de los Pumas y no tener tiempo para hacer ejercicio. Tengo entendido que el merecedor de la medalla Gabino Barreda en 1991, por haber sido el mejor promedio de la generación 1985-1989, todos los días se despierta a las seis de la mañana y hace deporte en un gimnasio, dos horas, en las cuales practica levantamiento de pesas y hace spinning. (Con razón se ve siempre tan ecuánime; con razón se ve tan delgado y sano y con razón, a pesar de sus canas, parece tan jovial).
Respecto a la religión que profesa Mancera, llama la atención lo que le dijera al entrevistador de la prestigiada revista Expansión: “Creo en Dios y en que alguien me protege”, comentó. No sin antes mostrar su cartera en la cual lleva una imagen de San Miguel Arcángel, blandiendo su espada sobre el demonio y la oración “Protégenos en la lucha”. (Con tal de que también el arcángel proteja a todos los ciudadanos, pienso que en su caso es preferible que crea en San Miguel, que en la Santa Muerte…)
Independientemente del perfil del ex procurador, lo que resulta evidente es el gran consenso que tiene Mancera entre la ciudadanía.
A partir del momento en que se conoció la posibilidad de convertirse en precandidato externo por el PRD, empezaron los apoyos espontáneos de diferentes sectores de la ciudadanía: intelectuales, directores de facultades de la UNAM, empresarios, artistas, sin olvidar, por supuesto, los votantes que participaron en la encuesta.
De todo lo que platicamos durante la cena, lo que más aprecié es que Mancera me dijera que extrañaba el cine porque no tenía tiempo de ir, que le gustaba leer literatura, filosofía y libros sobre política.
“En los noventa leí una novela que me gustó mucho: El mundo de Sofía. Es una obra que habla desde San Agustín, Santo Tomás, hasta Marx, Darwin, Freud y Sartre”.
Cuando me despedí del doctor en derecho, me dije que le estaba estrechando la mano al futuro jefe de Gobierno del Distrito Federal. Esa noche dormí tranquila…