Está en su naturaleza


 

 

El mal que hacemos siempre es

más triste que el mal que nos hacen.

Jacinto Benavente

 

José Fonseca

A siete días de las elecciones, el candidato presidencial de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador es un hombre perseguido por la narrativa construida a través de seis años de incansable peregrinar por la república.

Así como Vicente Fox le arrebató la candidatura presidencial al PAN, López Obrador, apoyado en su Movimiento de Regeneración Nacional, el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano, le arrebató la candidatura presidencial a la nomenclatura del PRD, tan esmeradamente cultivada por Marcelo Ebrard.

Sabedor del costo político que le significó su discurso agresivo, de confrontación, intentó suavizarlo, porque también sabe que necesita votos más allá del círculo de sus fieles, más allá de la coalición de las izquierdas, recuperar a los independientes que creyeron en él hace seis años.

No obstante, le ha sido imposible resistir a su naturaleza. Detrás de su mensaje amoroso hay un alto contenido de rencor social. Su machacante discurso contra los de arriba, los que ganan mucho dinero, busca avivar el resentimiento subyacente en una sociedad como la mexicana, con tan amplia brecha de desigualdad.

 

Aunque a tantos disguste esa narrativa que ha construido, igual que la de ir adelante en las preferencias electorales y la preparación de un fraude electoral para impedir su triunfo, parece estar asediado por ella, pues de pronto se ha dado cuenta de que en la amplia coalición de izquierdas que le respaldan hay algunos que tienen proyectos paralelos, pero no necesariamente coincidentes con los suyos.

 

Como el mítico aprendiz de brujo, pareciera que López Obrador se ha dado cuenta de que su proyecto personal puede ser trastocado por esos proyectos; pero también parece que ya no puede hacer nada para controlar las fuerzas desatadas por su campaña presidencial de seis años, durante la cual ha buscado atraer a cualquiera que le pueda dar fortaleza para la elección de julio.

 

Ha debido condescender con proyectos paralelos puestos en marcha, cuya finalidad es crear problemas en las casillas el uno de julio y en la posterior sumatoria de actas en las juntas distritales.

 

Acorde a su costumbre no ha querido conocer los detalles de esos proyectos paralelos, para así estar en posibilidad de desconocerlos, sabedor de que si los proyectos generan violencia todos voltearán a verlo. Y trata de evitarlo.

 

Y debe evitarlo, porque sabe que vincularse con esos planes sería el final de su trayectoria política.

 

La pregunta es: ¿podrá controlar las fuerzas aliadas ya en movimiento?

 

De la respuesta depende en buena parte la tranquilidad política de la república.

 

jfonseca@cafepolitico.com