Corrupción, gran pecado capital
Teodoro Barajas Rodríguez
Múltiples eventos ocurridos en nuestro país calibran nuestra democracia, la cual no goza de cabal salud. Los poderes fácticos siembran muerte, fabrican tragedias y permanecen en su arena, pese a los anuncios gubernamentales. En Michoacán un reflejo de esta compleja problemática la sufre y describe Cherán.
Vivimos ya la fase final del sexenio panista de Felipe Calderón, administración fallida en su denominada guerra contra el narcotráfico, los saldos se pueden consultar en las hemerotecas, muertos por doquier, territorios privatizados por el miedo y la ilegalidad.
De la actual administración seguramente lo que más se recordará será esta guerra contra el narcotráfico, la cual no para con todo y sus múltiples daños colaterales porque el mandatario evadió permanentemente la autocrítica; tácticas y estrategias fallidas son las cuentas a entregar.
El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza Javier Sicilia llegó para encender una luz en las espesas tinieblas que produce la impunidad, esas voces tan vivas como cercanas reprobaron a la clase política y su permanente vaivén electoral.
Tenemos un país en el que el consumo de las drogas creció exponencialmente, ello implica un alza en conductas delictivas y resta Estado de derecho.
La visión que tienen en el exterior, en muchos casos, de nuestro país es brutal; como si fuésemos una partida de salvajes desprovistos de valores y absorbidos por el hampa, matones y corruptos en franca lucha contra la justicia para doblegarla.
El cuadro desalentador se puede apreciar en la trama de la película Savages, en cuyos argumentos se dibuja a México como el espacio proclive para el avance impresionante de los cárteles de la droga que siembran impunidad, muerte y el desapego al Estado de derecho. Así de grotesco nos ven, como la guarida plena de los peores defectos.
Obviamente, esa historia retomada de un best-seller no es del todo verdadera, de suponer acaso que así fuera viviríamos en un verdadero Estado fallido, primitivo y carente de la esperanza. La gran mayoría de mexicanos no tiene vinculación alguna con los hombres de la droga, ni delinquen como si fuese práctica deportiva, o por manía.
Es típico el discurso norteamericano tan plagado de un maniqueísmo que permea, ellos son los salvadores de la humanidad, exportadores de la democracia y propagadores de los derechos humanos, los demás son el centro de los malvados, comunistas, haraganes y trastornados. Así desde John Wayne a nuestros días, el destino manifiesto desde Hollywood.
No desconocemos que muchos males permanecen enquistados desde hace mucho tiempo, no negaré que la impunidad es sistémica, los gobiernos han sido deficientes no sólo el actual sino los que le precedieron, porque la corrupción es el gran pecado capital de muchos al evadir su responsabilidad primigenia.
Por ello digo que ha sido inadecuada la guerra contra el narco, el saldo se puede medir en los miles de muertos que pintan de negro sendas porciones del territorio nacional.
Las próximas autoridades tienen un grave problema enfrente, deseamos otras políticas públicas, no sólo la necedad de incrementar las páginas épicas y sangrientas que no son la medicina para esta seria pandemia. De esos temas tan sentidos que impactan la seguridad pública queremos escuchar a la clase política, no todo es elecciones ni martirologio.
