La gente desea tranquilidad
El resentimiento es como tomar veneno y
esperar que la otra persona muera.
Anónimo
José Fonseca
El Instituto Federal Electoral organizó con eficiencia y eficacia una elección ejemplar, así lo reconocieron los observadores nacionales y extranjeros.
Fueron ciudadanos, más de 50 millones, quienes fueron a votar. Fueron ciudadanos los que estuvieron en las 143 mil casillas, recibieron y contaron los votos. Los recuentos realizados después en los 300 comités distritales demostraron que así fue.
Elección ejemplar, porque por primera vez dos de los candidatos perdedores reconocieron su derrota, aunque les faltó felicitar al ganador.
El PRI recuperó la Presidencia, aunque no tuvo el mismo éxito en el Congreso, lo cual obligará al licenciado Enrique Peña Nieto a aplicarse a negociar con otras bancadas, particularmente con el PAN, pues hay coincidencias en muchas de las propuestas de ambos partidos.
¿Cuál es el problema, pues? Que el eterno perdedor Andrés Manuel López Obrador impugna la elección.
Como tantos han dicho, está en su derecho, pero el proceso de impugnación tiene plazos y tiene límites legales. Una vez desahogado y resueltas las impugnaciones, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene hasta el 6 de septiembre para declarar la validez de la elección y presidente electo a Enrique Peña Nieto.
Entonces se habrán agotado las argumentaciones del Movimiento Progresista. Sólo le quedará mantener el estribillo de “me robaron”, pero legalmente ya no habrá nada que hacer, a menos que opte por las movilizaciones callejeras “pacíficas” para provocar represión y así tener razones para que sean más violentas.
Saben los moderados de la izquierda que de por sí López Obrador se ha echado encima a muchos sectores que no votaron por él, con los calificativos de “ignorantes, corruptos y masoquistas”. Temen que lo ganado en esta elección se dilapide en una lucha sin fin, cuyo único fin será complacer a su caudillo.
Los legisladores de izquierda, sin embargo, no podrán repetir el numerito de intentar impedir la toma de posesión presidencial. Para tranquilidad nuestra, en los congresos estatales avanzará ahora más rápidamente la reforma electoral que permitirá que el presidente electo tome posesión en un sitio distinto del Palacio Legislativo y que, en caso extremo, le tome la protesta el presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Por eso los forcejeos en el seno del Movimiento Progresista, porque temen que intente otras ocurrencias López Obrador.
Como sea, para el ciudadano de a pie, la elección ya terminó. Eso quizá debiéramos tener en cuenta en los medios, para no magnificar las protestas, porque éstas no reflejan la opinión de la gran mayoría. La gente desea tranquilidad.
Los siguientes meses, hasta el uno de diciembre próximo, exigirán de mucha responsabilidad de los políticos de todos los partidos, de la opinión informada e ilustrada, donde muchos no ocultan su frustración.
Quizás es mucho pedir.
