Fracasos de Calderón abonados a Peña Nieto
Félix Fuentes
Felipe Calderón buscó acomodo en el sillón de la sala y con un buen licor al lado se ha dedicado a disfrutar los ataques dirigidos contra el virtual presidente priista, Enrique Peña Nieto. Los ha de gozar, sin darse por enterado de que muchos de los reclamos se derivan de su fallida y maltrecha administración.
Agrupaciones inconformes por desempleo, carencia de lugares en las universidades, conflictos laborales e inseguridad se unen para impugnar el triunfo de Peña Nieto y ya programaron los eventos para estropear la toma de protesta del candidato mexiquense.
La llamada Convención Nacional contra la Imposición, creada en Atenco el domingo pasado bajo la supuesta convocatoria del Yo Soy 132, grupo de escasos estudiantes, que bajo ese membrete se cobijan activistas de Andrés Manuel López Obrador, entre ellos choferes de ruleteo, vendedores ambulantes y gente de la tercera edad, anunció acciones de protesta en todo el país.
En ese encuentro se dijo que había representantes de 300 organizaciones (¿…?) y mencionaron éstas: Sindicato Mexicano de Electricistas, Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, Coordinadora Nacional del Plan de Ayala, Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, etcétera.
La presunta convención fue presidida por Guadalupe Carrasco, la Pita, quien con su imagen de abuela se ostentó como representante de la Facultad de Ciencias Políticas. Tardaron horas de discusiones para definir plantones y cuanto se les ocurrió, según ellos para impedir la asunción de Peña Nieto al gobierno.
De esas acciones con sello de desorden se dijo ajeno el líder del PRD, Jesús Zambrano, y también deslindó a López Obrador. Luego van a decir, se quejó, que “nosotros estamos atrás de esto y no es así”. Vaya cachaza. Consta a la nación que el candidato de las izquierdas azuzó varias veces al Yo Soy 132 bajo la hipócrita recomendación de no causar violencia.
Entre sus planes, la susodicha convención anunció la ocupación de instalaciones de Televisa. López Obrador no se atrevería a tanto porque eso sería más grave que la toma de Paseo de la Reforma en todo el país. Ya el periódico El País calificó a Andrés Manuel: “es un hombre dos veces derrotado”, y él insultó al rotativo por su “periodismo colonizante”.
Felipe Calderón hace mutis frente a esa barahúnda. Pretende olvidar el conflicto de los electricistas, cuya destrucción ordenó a su hoy exsecretario del Trabajo, Javier Lozano, cuyo desempeño procaz y primitivo le significó una senaduría.
El líder sindical de la extinta Luz y Fuerza del Centro, Martín Esparza, es señalado por su extesorero, Alejandro Muñoz, de desviar “más de 66 millones de pesos” para López Obrador. Ahora se cuelga Esparza de los obradoristas para alargar su alharaca al presidente virtual, Peña Nieto.
En ningún momento se ocupó Calderón de los estudiantes. Por ese abandono, sólo uno de cada diez logra ingresar a estudios superiores, pero el presidente ha presumido la construcción de 140 universidades, algunas localizadas en cuartos de madera o de láminas y otras arrendadas en escuelas de primaria y bachillerato.
A lo anterior se debe que millones de jóvenes no estudian y sin oportunidades de trabajo se suman a los cárteles de la drogas, sobre la “guerra” de Calderón. Muchos de esos inconformes pretenden pasar la factura a Peña Nieto.
Calderón se esmera por hacer chistes que no le quedan y dio gracias al Creador de tener los micrófonos a la mano porque, en su estilo de mentir, dijo que no pudo hacer su trabajo durante la veda electoral.
Como para generar conflictos entre sus adversarios, la noche de las elecciones felicitó a Peña Nieto como ganador y después se sumó a las habladurías de López Obrador en la condena de compra de votos.
Es el mandatario que, reconoce, habría sido procurador de justicia de la república si hubiese ganado Josefina Vázquez Mota. Sólo de pensar en Calderón al frente de la PGR y a Genaro García Luna como eterno titular de la Secretaría de Seguridad Pública se enchina la piel, queda uno a punto de la náusea.
