Nora Rodríguez Aceves

En el caso de que el movimiento político-electoral de Andrés Manuel López Obrador se fuera a las calles e impugnara completamente el resultado de la elección presidencial, ni Marcelo Ebrard, actual jefe de Gobierno del Distrito Federal, ni Miguel Angel Mancera, nuevo titular del Ejecutivo local, a partir del 5 de diciembre, estarían a favor de ese tipo de acciones, y sin la ayuda del PRD en el Distrito Federal y del gobierno capitalino sería impensable llevarlas a cabo.

“Ciertamente es muy importante lo que ellos decidan, pero Ebrard no estaría a favor de asumir esa postura radical, incluso, por lo que Manuel Camacho ha planteado¿ aquí sí hay una diferencia muy importante respecto de lo que sucede entre los perredistas o properredistas antes del 1 de julio, y es que Andrés Manuel no ganó la elección y eso es lo que van a valorar y cuantificar todos aquéllos que se quedaron callados a lo largo de la campaña o que aun manifestando su posición no fueron escuchados por AMLO”, afirma Francisco Reveles Vázquez, profesor-investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Y agrega, “ahora tendrían más elementos para intervenir en la toma de decisiones y hacer que lo que realicen los partidos y su candidato no generen más, u otra vez, descalificaciones, desánimo, falta de consistencia, lo conquistado, desarticulación entre todos los grupos, trabajar cada quien para sí mismos o para su corriente; y esa postura a favor de mirar hacia adelante y reconstruir para ganar futuras elecciones estaría más en la perspectiva de estos legados del PRD en el Distrito Federal, principalmente de Marcelo Ebrard y de Mancera”.

En este sentido, advierte Reveles Vázquez, “también habría que tomar en cuenta que ellos —Ebrard y Mancera— no tienen este perfil de líder social propensos a la movilización de masas, tampoco tienen grupos sociales fuertes a su alrededor, no tienen grupos sociales significativos que los apoyen; entonces, si ésa es la línea a seguir de parte de Andrés Manuel, Marcelo y Mancera de todas manera quedarán ausentes, un tanto desplazados”.

De igual forma los costos políticos serían: “por lo menos en lo inmediato, no perderían, pero en el mediano plazo para negociar con el Gobierno federal sí resultaría complicado, porque además la composición del Congreso de la Unión también le resultaría contraría al perredismo capitalino en varias cosas; en el mediano plazo es donde estarían los problemas en caso de que el movimiento de López Obrador se fuera a las calles e impugnara completamente el resultado de la elección y a nivel propiamente de los grupos quizá se mantendría un tanto aislado frente a las otras corrientes, porque principalmente la de René Bejarano sí estaría más a favor de esta línea de acción directa de movilización, aunque ellos tengan espacios de poder muy importantes en el Distrito Federal”.

Seguir en la lucha

Aunque la izquierda moderada como Nueva Izquierda no estaría de acuerdo en ir a la calle, “ése es el hecho de que estén presentes tantos grupos y todos hayan ganado algo en el Distrito Federal, les permite si pensar hacia delante es diferente con López Obrador y sus seguidores principales, porque cuando culmine este proceso ya no tienen mucho que hacer, y ése es un incentivo para por lo menos seguir en la pelea cuestionando el resultado y tratando de ver qué es lo que pudiera lograrse, pero quienes ya ganaron un espacio seguro a través de las elecciones tendrían que pensar, por un lado, que de nueva cuenta mucho de lo alcanzado es por la candidatura de López Obrador, y por el otro, esos espacios de poder tienen que ejercerse sin pensar en el corto plazo, sino tratando de hacer crecer el PRD, la coalición, a los liderazgos nuevos que son los que enfrentarán el priismo que llega de nuevo al Gobierno federal, y a todos los priistas o panistas que competirán en futuras elecciones”.

El especialista en partidos políticos, sistemas electorales y ciencias políticas asegura a Siempre! que aun cuando “la victoria no llegó para el PRD, según los datos oficiales hasta el momento, sí se colocó en el segundo lugar, que no es tan lejano con respecto al primero, como planteaban las encuestas, y López Obrador saca más votos en números absolutos que en la elección pasada, lo cual resulta interesante, porque atrajo alrededor de un millón de electores que no habían ejercido su voto a favor de él en 2006”.

Por otro lado, “están los triunfos en elecciones locales, siendo las más llamativas y de las que tenemos información hasta ahora, la de Morelos y Tabasco, y la del Distrito Federal, lo cual representa espacios de poder importantes para el partido y, considerando también las diputaciones y las senadurías alcanzadas, es relevante porque aparece como segunda fuerza con el desplazamiento que tuvo el PAN hacia el tercer lugar, prácticamente en todas las elecciones; eso es muy importante ya que mantiene e incrementa su presencia en espacios de poder”.

“Es importante porque los candidatos que llegarán a la Cámara de Diputados y a la Cámara de Senadores tendrán la posibilidad de organizar el partido, trabajar en torno de nuevos liderazgos para en futuras elecciones resultar más competitivos y enfrentar al PRI o al PAN”.

En cuanto al escenario en el Distrito Federal, expresa que “el PRD gana casi todo, el porcentaje de votos de Miguel Angel Mancera es muy elevado, pero en buena medida también dependió del voto a favor de López Obrador en la elección presidencial, y el hecho de que hayan obtenido la mayor parte de los espacios confirma la presencia y la fortaleza del PRD. El PRI efectivamente avanza, pero más bien porque el PAN se cae porque postula a una candidata que no es propiamente panista, que desplazó a los principales liderazgos del partido en lo local y la estructura no funcionó como se preveía, pero en buena media es por el arrastre del voto a favor de López Obrador”.

En ese mismo sentido, señala que “los que ganaron en delegaciones y diputados locales son más o menos las mismas caras; en realidad, no hay renovación de cuadros y ése es un problema fuerte tanto para el PRD como para el PAN y el PRI, hablando del Distrito Federal. En el PRD, el control de las corrientes que se deben a liderazgos de mucho tiempo y que no están dispuestos a abrir el círculo de los principales cuadros solamente asegurándose de su lealtad y no de la formación, de la trayectoria, de la edad, es un elemento que causa muchos problemas, sobre todo pensando en una entidad donde hay un partido dominante, precisamente, ese hecho provoca que no haya recambio, circulación en sus cuadros dirigentes”.

Las prácticas no democráticas que en varios momentos se han manifestado en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal seguirán, y ése es un fuerte problema del PRD, y ante esta composición que tendrá la Asamblea tampoco servirá como un contrapeso para el poder del jefe de Gobierno, y eso no contribuye al fortalecimiento de la democracia sino más bien genera este tipo de corrientes y de liderazgos muy cerrados, que no permiten una participación mayor ni siquiera de las propias bases perredistas”.

La impugnación

En relación con la actitud de Andrés Manuel tras la jornada electoral de que: “aún no está dicha la última palabra”, que pide contar voto por voto y que impugnará la elección presidencial dejando atrás su discurso amoroso, los acuerdos de civilidad firmados y la lección aprendida en la elección del 2006, el también autor de publicaciones como: Los estados en el 2009: Lucha política y competencia electoral y El gobierno panistas de Vicente Fox. La frustración del cambio, ambos editados por UNAM, explica: “el discurso en contra del fraude ya lo traía el candidato desde varias semanas atrás y naturalmente pesa lo que ocurrió en el 2006 y es parte de las creencias y de los valores, si se pudiera llamar así, que traen tanto Andrés Manuel como sus seguidores, y eso pesa mucho en su comportamiento”.

“Son varios elementos involucrados, no solamente que López Obrador no acepte el resultado demostrando otra vez su carácter intolerante, su falta de respeto a las instituciones. Esta acción tiene consecuencias en diferentes áreas del sistema político y en principio sería lo más congruente llevar esta impugnación hasta donde el marco legal lo permita y, a partir de ella, tratar de colocar temas, plantear propuestas, iniciativas de ley y la confección de acuerdos con el nuevo gobierno con el compromiso que se estableció a lo largo de la campaña en algunos rubros, un compromiso tácito, implícito, entre los candidatos, de que estaban a favor de una profundización de la democracia, de impulsar las reformas necesarias para avanzar en materia de reforma del Estado”.

Además, afirma Francisco Reveles, “podría ser una bandera que podría manejar López Obrador para reposicionarse, para de todas maneras manifestarse en este periodo de transición de gobierno y fortalecer su liderazgo, porque abandonar el proceso y reconocer al candidato ganador también le haría mucho daño al movimiento que apoyó desde hace varios meses a Andrés Manuel López Obrador, incluso, sería o podría ser visto como una traición”.

“Y no deja de estar presente la reacción del movimiento Yo Soy 132 que también se dedicó a tratar de documentar todas las irregularidades en la jornada electoral y previo a ella, y también constituye un elemento a considerar si el PRD y sus aliados dejarán de lado esa lucha en contra de estas irregularidades. El movimiento Yo Soy 132 se podría quedar solo y criticar a quien de una forma u otra estuvo más cerca de sus intereses, más cerca de lo que ellos estaban tratando de expresar, que era una elección limpia, no a la manipulación de un candidato, y en algún caso también llegaron a manifestar su apoyo a Andrés Manuel López Obrador”.