Jorge Hernández Álvarez
El arresto en Bélgica de una mujer que rechazó quitarse el niqab durante un control de identificación, y los posteriores enfrentamientos entre autoridades y residentes musulmanes, revivieron una vez más la polémica sobre el uso del velo islámico en Europa.
El incidente ocurrido en el municipio Molenbeek-Saint-Jean, de mayoría musulmana, se produjo cuando una joven ataviada con su pañuelo islámico fue detenida por dos agentes de la policía que trataron de identificarla en un tranvía, tras lo cual iniciaron una reyerta, en la que los tres resultaron heridos.
Tras el suceso, a través de mensajes de teléfono móvil se difundió la noticia de que la mujer había recibido una paliza en comisaría, información que inflamó las ya tensas relaciones con la comunidad islámica de Molenbeek.
Ante esa situación, unos 150 residentes musulmanes intentaron asaltar el recinto policial, en una acción que concluyó con la detención de una decena de personas y requirió la presencia en la zona del alcalde municipal, Philippe Moreaux, para aplacar los ánimos.
El hecho pone de manifiesto nuevamente la fragilidad de las relaciones entre las comunidades de migrantes y europeos, además de la intolerancia cultural de Occidente hacia los modos de ser o vestir del llamado Oriente.
Tipos de velo
Tradicionalmente, la vestimenta de las mujeres islámicas suele ser objeto de confusión, pero existen cuatro distinciones fundamentales: El hijab es la prenda más extendida entre las musulmanas (chiíes) de países occidentales y cubre el cabello, normalmente también el cuello, aunque se puede acompañar de ropa occidental o de una abaya (túnica).
Por su parte, el chador es un velo largo y amplio que cubre, como el hijab, cabello y cuello, pero llega hasta los pies.
El burka es una túnica que cubre a la mujer de pies a cabeza y deja una rejilla al nivel de los ojos para que pueda ver.
Mientras, el niqab es un velo que cubre la cara y sólo deja sin tapar los ojos, y lo utilizan fundamentalmente las musulmanas suníes.
Europa vs hijab
Ante los efectos de la globalización y el movimiento creciente de los diversos flujos migratorios, en Europa se suele hablar de una sociedad multicultural que, sin embargo, no acaba de integrarse plenamente como correspondiera, según analistas.
En el caso de Bélgica, desde 2011 está en vigor la prohibición del velo integral, como el burka y el niqab, ya que la Ley belga veda su uso en espacios públicos y castiga a las infractoras con multas de más de 130 euros o penas de entre uno y siete días de cárcel.
Pero tales acciones punitivas no constituyen hechos aislados o excepciones, pues el arresto de una mujer con velo en Molenbeek es tan sólo un capítulo más dentro de las duras medidas tomadas en varios países europeos contra el uso de esa vestimenta islámica.
Aunque en la Unión Europea los defensores del multiculturalismo aluden a esta prenda como un signo de identidad y de religión, otros achacan al velo integral problemas de seguridad al impedir la identificación de las personas y de fomentar la discriminación.
En ese sentido, Italia implementó desde 1975 una ley antiterrorista que prohíbe llevar la cara y cabeza completamente tapadas en espacios públicos, ya sea con velos o con cascos de motos, por lo que en caso de infracción, la persona puede ser multada con hasta 300 euros.
Sin embargo, el ejemplo más sonado en Europa es el de Francia. Este país, que alberga a la mayor comunidad musulmana de Europa con seis millones de personas, prohibió en 2004 el uso del velo islámico en las escuelas y en 2011 extendió la negativa a los espacios públicos.
Además, la legislación francesa contempla multas de unos 150 euros para las mujeres que violen la disposición, mientras aquellos que las obliguen a usar tal vestimenta pueden ser penados con unos 30 mil euros o a un año de prisión.
En la actualidad, Francia no está sola en la proscripción del velo islámico integral, ya que Suiza, Holanda, Dinamarca, España y Alemania estudian prohibiciones en diversos grados.
Así por ejemplo, con más de tres millones de musulmanes en su suelo, el gobierno alemán otorgó a los estados federados en 2003 la posibilidad de definir su posición ante el velo, sobre todo en el sistema educativo.
Desde entonces, ocho de los 16 gobiernos regionales prohibieron por ley a sus docentes el uso de pañuelos y cualquier otro atuendo o símbolo que exprese convicciones políticas y religiosas. Incluso, Berlín y Hesse extendieron la restricción a todas las funcionarias públicas.
Iniciativa de la
ultraderecha belga
Días después de los incidentes de Molenbeek-Saint-Jean, un dirigente del partido belga Vlaams Belang, de corte xenófobo, propuso “premiar monetariamente” a aquellos que denuncien ante las autoridades a una mujer por llevar velo integral.
Se trata del ultraderechista Filip Dewinter, quien sugirió una nueva fórmula para combatir el velo islámico, que él denomina “prisión textil”. Según la controvertida propuesta, Dewinter planteó la posibilidad de que se conceda una recompensa de 250 euros a la persona que denuncie a las mujeres con burka o niqab.
Como era de esperarse, la iniciativa despertó polémica, tal como demuestran las declaraciones de un ciudadano consultado al respecto por la agencia Euronews.
“Todos tenemos derecho a utilizar como queramos nuestra libertad de culto y de expresión. Este político puede decir lo que quiera y las mujeres pueden ponerse lo que deseen. Personalmente, no es asunto mío denunciar a nadie para ganar dinero de esa manera”, afirmó.
“Es una propuesta estúpida. Pero es que Filip Dewinter es conocido por hacer propuestas estúpidas. Lo único que se me ocurre es ofrecer dos mil euros a la persona que consiga poner un niqab a Filip Dewinter”, agregó el entrevistado.
Mientras tanto, la joven detenida por usar el niqab decidió denunciar por malos tratos a los agentes del barrio de Molembeek, según confirmó su representante legal, Didier Quévy.
De acuerdo con el abogado, su cliente tiene un certificado médico de contusiones y una conmoción cerebral, en tanto también afirma en su declaración que fue desnudada a la fuerza por agentes policiales.
Las estimaciones realizadas en Bélgica indican que el velo integral es un fenómeno residual, ya que sólo 250 o 300 mujeres lo utilizan dentro de una población total de 10 millones de habitantes.