Félix Fuentes
La diferencia de 6.4% de la votación nacional a favor del priista Enrique Peña Nieto sobre Andrés Manuel López Obrador es en exceso suficiente para que el candidato de las izquierdas reconociera su derrota. No lo hizo y todavía el martes pasado estaba en su necedad de impugnar el proceso por supuestos excesos en gastos del PRI y apoyos al mexiquense de medios informativos.
En las recientes elecciones de Francia, el presidente Nicolás Sarkozy aceptó su derrota por una diferencia de 3.24% de los sufragios y desde luego entregó el poder al socialista François Hollande. Pero aquí prevalecen los caprichos del tabasqueño, que no se va su rancho (La Chingada) como prometió si perdía.
Hace seis años, López Obrador perdió por diferencia de 0.56% de acuerdo al fallo del Tribunal Electoral Federal, y argumentó, no sin razón, que en el IFE le hicieron mal las cuentas. Se quejó del robo de la elección y llamó “presidente espurio” a Felipe Calderón. Luego hizo el plantón en Paseo de la Reforma.
En los comicios del domingo pasado, el desenlace fue otro. El mismo López Obrador proclamó desde antes que disponía de personal suficiente para vigilar las más de 143 mil casillas, como en efecto lo hizo.
La jornada electoral fue “blanca” porque sólo hubo incidentes menores, pese a que estuvieron en juego 2 mil 105 cargos de elección popular. No se quejó el inventor del grupo Morena de relleno o robo de ánforas, de acarreo de electores o alteración y falsificación de actas.
La gran perdedora, Josefina Vázquez Mota, reconoció por ahí de las 20 horas del día de la elección que las encuestas y los números no le favorecían. Al día siguiente, se pronunció porque los resultados fuesen respetados. Ella terminó 12.70 puntos debajo de Peña Nieto, más de 5 millones de votos.
El candidato de las izquierdas rechazó el triunfo de Peña Nieto porque, a su juicio, la elección estuvo plagada de irregularidades y la actitud del presidente Calderón —¿la de felicitar a Peña Nieto?— es una prueba más.
En una conferencia-mitin, a la cual llevó a algunos desangelados miembros de su “gabinete presidencial”, afirmó que en el Estado de México fue hecho un gasto de mil quinientos millones de pesos en la “compra de votos”.
Como acostumbra, El Peje afirma tener pruebas de sus dichos, pero no dice dónde fue gastado el dinero que menciona, ni quiénes hicieron la compra de sufragios. En cambio, alienta a algunos individuos —presuntos estudiantes— a pronunciarse contra los medios informativos, a los cuales culpa de su contundente derrota.
Ya se tienen denuncias, entre otras la de Milenio Noticias, de que López Obrador lleva a cabo un linchamiento contra reporteros, fotógrafos y camarógrafos, responsabilizándolo de la seguridad de ellos.
El ex candidato presidencial del PAN Diego Fernández de Cevallos reconoce que sólo los miembros de su partido son responsables de la derrota presidencial y los convocó a la recuperación.
Además de devolver el poder al PRI, lo cual ocurrirá el 1 de diciembre próximo, el PAN sufrió otras dolorosas pérdidas, como las gubernaturas de Jalisco y Morelos, la primera a favor del PRI y la otra en beneficio de partidos de izquierda.
El Jefe Diego condenó el linchamiento contra los medios de prensa, y sobre el llamado Yo Soy 132 dijo que entre estudiantes de la Ibero se incrustaron “pelafustanes” y son quienes escandalizan.
No lo dijo el panista, pero es claro que el Yo Soy 132, ni es apartidista y sí recibe consignas del equipo de López Obrador, quien se quedó con las ganas de sentarse en la silla presidencial.
