Registra la justicia francesa casa y oficinas del exmandatario
Bernardo González Solano
El problema que conlleva el ascenso al poder y su posterior pérdida se resume en que al perderlo algunos tienen que pagar las consecuencias, sobre todo cuando ya no los protege la inmunidad que va de la mano con muchos cargos oficiales. Ya que el poder corrompe, y mucho poder corrompe mucho más, no son pocos los mandatarios que al finalizar sus periodos de gobierno llegan al banquillo de los acusados, aunque no siempre terminan tras las rejas, pese a que los tribunales certifican su culpabilidad de uno o varios delitos.
El abuso del poder no es algo extraño, más bien podría considerarse como parte de la invariable condición (o servidumbre) humana (Of Human Bondage) como llamara a su famosa novela el escritor británico de origen irlandés, pero nacido en París, William Somerset Maugham.
Es el caso del expresidente Nicolas Sarkozy. Apenas habían pasado 48 días de perder la inmunidad (su periodo presidencial y su inmunidad se cumplieron el 15 de mayo último), cuando el martes 3 de julio el juez de Burdeos, Jean-Michel Gentil, encargado de la investigación del caso de la multimillonaria francesa heredera de la compañía L´Oreal, Liliane Bettencourt, que supuestamente financió ilegalmente la campaña electoral de Sarkozy en 2007, que lo llevó a la presidencia de la Quinta República Francesa, ordenó registros judiciales tanto en el domicilio particular del exmandatario como de sus oficinas y el bufete de abogados con el que ha trabajado.
Un criado y una grabadora
La historia parece el guión de una telenovela a la mexicana, casi como los panfletos que tanto gustan a los franceses. Sólo los ménages à trois reciben más atención. Resulta que casi durante un año, desde mayo de 2009 hasta abril de 2010, uno de los criados personales de Bettencourt, Pascal Bonnefoy, cuando servía el café, el té y galletas a su ama e invitados, llevaba una minúscula grabadora escondida en su saco para registrar infinidad de conversaciones privadas.
No hay que ser muy perspicaz para suponer que las visitas a la riquísima empresaria —cuya fortuna se calcula en más de 16 mil 900 millones de euros— no eran personajes de quinto patio que le platicaban chismes de vecindad. El tal Bonnefoy filtró al portal Mediapart y a la revista semanal Le Point —que pertenece al suegro de la actriz veracruzana Salma Hayek— muchas de las cintas que había grabado ilegalmente; el material que se dio a conocer originó un tremendo escándalo político que pegó de lleno en el partido de Sarkozy: Unión por un Movimiento Popular, y al ministro del Trabajo, Eric Woerth, que había sido tesorero de la campaña electoral de Sarkozy, y al propio Palacio del Elíseo, sede de la presidencia francesa. Se ventilaba un affaire fiscal, familiar y empresarial y, sobre todo, con trasfondo político. No faltó ningún ingrediente.
Así, fue público y notorio que la riquísima Bettencourt —cuya única hija, Françoise Meyers-Bettencourt pidió a los jueces inhabilitaran a su progenitora porque ya no le funciona muy bien la cabeza— tenía desde hace varias décadas varias cuentas secretas en Suiza y otros paraísos fiscales, además de una isla en las Seychelles, todo esto sin declarar al fisco.
Además, que el administrador de la riqueza del imperio cosmético galo, Patrice de Maistre, actualmente bajo juicio acusado de aprovecharse de la incapacidad de la dueña de L´Oreal, había contratado a la esposa del ministro de Hacienda para ayudarle a administrar la fortuna y, por tanto, a evadir impuestos.
Para que nada faltara, la publicidad de las grabaciones permitieron conocer que el fotógrafo, dandi y “amigo” de la señora Bettencourt, François-Marie Banier, se convirtió en un hombre con suerte que podría haber recibido como “regalo” alrededor de mil millones de euros, aunque algunas fuentes aseguran que fue mucho menos, tan sólo por “distraer” y “acompañar” a la propietaria de L´Oreal. Cuando la hija de Liliane se enteró, casi lincha al gigoló fotógrafo.
La propietaria del imperio de cosméticos y perfumes nació en 1922 y se encontraba prácticamente en manos de sus consejeros y mayordomos, lo que daba pie para que la estafaran. Una de las grabaciones hechas por Bonnefoy tiene las palabras de De Maistre y le dice a la empresaria: “El marido de la señora Woerth, a la que usted emplea, una de mis colaboradoras, es ministro de Hacienda, es muy simpático y además se ocupa de sus impuestos, lo que no es poca cosa”.
Por tanto, la descendiente de Liliane logró que la justicia aceptara los informes médicos de la mala salud de su madre y que sufría “demencia mixta”. De tal manera, el patrimonio familiar, incluido el 30% de las acciones del grupo L´Oreal y los derechos de voto en el consejo de administración, quedaron en manos de Françoise Meyers-Bettencourt y de sus dos hijos, es decir, nietos de la anciana de 90 años de edad. Como sea, hasta el momento, ningún juez ha procesado a Liliane por evasión de impuestos. El mayordomo infiel está siendo juzgado por violación de la intimidad, aunque algunos aseguran que actuó así por petición de Françoise. Ahora, al convertirse en un ciudadano común y corriente, sin inmunidad, Nicolas Sarkozy es otro personaje en el escándalo de la dueña de L´Oreal. La policía ya tocó a sus puertas.
La agenda
La orden sin precedentes de registrar el domicilio y los centros de trabajo de un expresidente de Francia tuvo lugar cuando el esposo de Carla Bruni no estaba en París, pues viajó a Canadá el lunes 2 de julio, de acuerdo a lo informado por su abogado Thierry Herzog, de vacaciones en la provincia de Québec.
Acompañado de una docena de policías de la brigada financiera, el magistrado Jean-Michel Gentil condujo en la mañana del martes 3 de julio varios registros. El primero se hizo en el domicilio particular en la villa de Montmorency, en el elegante distrito 16 de París, llamado popularmente “el refugio secreto de los millonarios franceses”.
El segundo en las oficinas puestas a su disposición por el gobierno francés en su calidad de exjefe de Estado, en la calle de Miromesnil 77, en el octavo distrito. En estas oficinas hay 11 despachos donde laboran siete colaboradores pagados por el Estado desde el 4 de junio pasado.
Una tercera visita tuvo lugar en el bufete de abogados Arnaud Claude & Asociados —del que Sarkozy posee acciones y curriculum—, en el que trabajan aproximadamente 20 litigantes; situado en un inmueble decimonónico, en el bulevar Malesherbes, número 52, muy cerca de la famosa iglesia de San Agustín.
Los investigadores decomisaron algunos documentos, principalmente el original de la agenda del año 2007 del anterior jefe de Estado, de la que una copia ya se había enviado al juez a mediados de junio por su abogado Thierry Herzog, anticipándose a una eventual convocatoria de su cliente a partir del 16 de junio.
La noticia de la acción policial cayó como una bomba en los círculos políticos, no obstante, los diputados de la Unión por un Movimiento Popular no quisieron hacer declaraciones al respecto. El abogado defensor de Sarkozy informó que depositó el original de la agenda 2007 en manos de un oficial de justicia. De acuerdo a Herzog, la agenda demuestra que Sarkozy hizo una única visita al matrimonio Bettencourt, el 24 de febrero de ese mismo año. Visita que duró alrededor de veinte minutos. En aquel momento todavía vivía el esposo de Liliane, André. Moriría poco tiempo después. Como sea, aunque fuera corta, la rápida visita es más que suficiente para alimentar las sospechas.
Danza de euros
Según la fiscalia, Eric Woerth, de 57 años de edad, habría recibido, por lo menos, 50 mil euros de parte de los Bettencourt, dinero que se utilizó, supuestamente, para la campaña presidencial de Sarkozy. Cuando se dio a conocer el escándalo, Woerth renunció a su cargo en noviembre de 2010, aunque continuó como consejero político de la Unión por un Movimiento Popular. Además, formó parte del equipo electoral para los comicios de 2012, dirigido por Brice Hortefeux, uno de los hombres de confianza del exmandatario.
La antigua contadora de la familia Bettencourt, Claire Thibout, fue la que denunció a las autoridades en julio de 2010 el papel de Eric Woerth. Claire declaró que en enero de 2007, el exadministrador de la fortuna de la anciana, Patrice de Maistre, le pidió 150 mil euros en efectivo para entregarlos a Woerth, pero Thibout aseguró que únicamente consiguió 50 mil euros, mismos que se los dio a Liliane y ésta, a su vez, se los entregó a De Maistre. Pero, la propia excontadora no acusó a Sarkozy de haber recibido personalmente el dinero de manos de la anciana.
Sea como fuere, el magistrado Gentil ya enjuició a once personas relacionadas con el caso. Entre ellas a De Maistre. El asunto es que la justicia se interesa sobre todo por dos retiros de dinero en efectivo de 400 mil euros cada uno, realizados en febrero y en abril de 2007, de las cuentas de la multimillonaria Liliane. El juez Gentil actúa en base al testimonio de otros exempleados de la dueña de L´Oreal, que aseguran haber visto a Sarkozy en la residencia de la riquísima mujer en los primeros días de aquel año. Otro testimonio es del fotógrafo, el “amigo íntimo” de la nonagenaria, que escribió en su diario personal una confidencia de Liliane que le confió haber accedido a un “pedido de dinero” de parte del próximo presidente de Francia.
Esta triple operación policiaca abre un futuro inquietante para Sarkozy, pues tiene varios casos judiciales pendientes, algunos de los cuales incluso lo podrían llevar a la cárcel. El primero referido a la campaña electoral del exprimer ministro Edouard Balladur en 1995 a través de presuntas comisiones de contratos de armas con Pakistán y Arabia Saudita en l994, que aparecieron a la luz a raíz de un atentado en Karachi contra ingenieros y técnicos franceses que trabajaban en la construcción de submarinos y fragatas. La situación del expresidente de la Quinta República Francesa es complicada porque, en aquel momento, no sólo era el vocero de la campaña presidencial, sino desempeñaba el Ministerio de Presupuesto, un puesto clave en todos los contratos de venta de armas.
Sigue la mata dando
Last, but not lease. Otro caso tiene que ver con los alegatos de un hombre cercano al derrocado líder libio Muammar Gadafi, asesinado hace pocos meses por las fuerzas opositoras del sanguinario régimen que cayó en los movimientos de la llamada “primavera árabe”, según los cuales el estrambótico exmandatario africano financió con 50 millones de euros la campaña para que Sarkozy llegara a la presidencia de Francia. Sarkozy siempre negó esta versión.
En fin, todas las investigaciones del caso son instruidas en Burdeos por decisión del Tribunal Supremo, que intenta así poner coto a las filtraciones y presiones políticas originadas por el escándalo político y familiar que más fascina a los franceses.
En su ámbito local, la jueza Isabelle Prévost-Desprez fue puesta bajo investigación por violar el secreto profesional, de acuerdo a la fiscalía de Burdeos. Además, la vicepresidenta del tribunal de Nanterre es sospechosa de haber informado a periodistas sobre un registro realizado en casa de la millonaria Bettencourt en 2010. Total, el culebrón francés que afecta a Sarkozy todavía proporcionará mucha tinta en los medios de comunicación de Francia y del mundo.


