Marco Antonio Aguilar Cortés
Morelia.- La revista Siempre!, de la semana anterior, ya advertía en la caricatura de su portada, indirectamente, la presencia de los XXX Juegos Olímpicos que se están celebrando en Londres, aunque nuestro compañero Alarcón personalizó con acierto en Felipe Calderón Hinojosa a quien entregaba la antorcha olímpica, caracterizando a Enrique Peña Nieto como receptor de tamaña responsabilidad.
El tema de nuestro tiempo, por ende, son esas olimpiadas, con su mascota aerodinámica llamada Mandeville, representativa del “espíritu en movimiento”, mensaje de Inglaterra para la humanidad.
Sin embargo, ese mismo espíritu en movimiento suele generar afectaciones negativas para el desarrollo de nuestra especie. Con ejemplos de esto podríamos llenar multitud de páginas.
En esos ejemplos el espíritu en movimiento se rompe, se ensucia, se degrada, niega los valores, no resiste análisis lógicos su hacer inexplicable, apreciándose como absurdo, e injusto, desde la perspectiva juiciosa de un simple sentido común.
Caso reciente de esa naturaleza lo constituye el acaecido hace días en Aurora, Colorado, en Estados Unidos, población conurbada con la ciudad de Denver, en donde James Holmes, de 24 años, estudiante de medicina en la especialidad de neurociencia, entró en una de las salas cinematográficas, llevando chaleco antibalas y máscara antigás, y después de lanzar una bomba lacrimógena en contra del público, empezó a dispararle indiscriminadamente.
Dejó con su acción 12 muertos y 71 heridos. Todos los presentes, incluida la policía, lo vieron entrar vestido de negro, con un rifle de asalto, una escopeta y una pistola, con bombas de gas. Expectantes, observaron que se colocó frente a la pantalla, dando vuelta teatralmente para encarar al público, y ahí empezó su cacería asesina.
En México, lamentablemente, educan más las películas de Hollywood que las aulas vacías de maestros en huelga o en paro. La violencia actual la genera el ambiente social, ampliado en sus efectos por la fatal masividad poblacional a que hemos llegado.
Dicen que “se trata de un atacante solitario”; esta aseveración es una burla, una mentira. Los causantes reales son los poderosos que sostienen la existencia de una sociedad llevada al extremo del suicidio, de la exterminación.
Menos grave hasta el momento, pero perturbados al fin, son los que en México siguen manipulando a los tontos útiles, diciendo que ¡no!, a lo que más de 19 millones de ciudadanos con nuestros votos recientes dijimos que ¡sí!
En todas la olimpiadas hay que saber ganar y saber perder.

