España e Italia imponen condiciones
Bernardo González Solano
Todas las cumbres europeas se desarrollan, forzosamente, bajo fuerte tensión. En estas reuniones se escenifican colosales luchas de intereses. La que tuvo lugar el jueves 28 y el viernes 30 de junio, en Bruselas, Bélgica, superó todas las marcas anteriores. Terminó hasta las cuatro horas locales del viernes. Italia y España antepusieron un alegato antes de la medianoche: ambos estaban dispuestos a vetar un acuerdo de crecimiento si no iba acompañado de un plan de choque que impidiera empujarlas hacia la insolvencia a muy corto plazo. Mario Monti y Mariano Rajoy discutían agresivamente con los otros líderes europeos.
Por su parte, Angela Merkel, la canciller alemana, dio marcha atrás a su acostumbrada férrea postura e hizo posible que se lograra un acuerdo para salvar a Madrid y Roma del rescate y al euro del precipicio, al aceptar las propuestas de las dos capitales en problemas: recapitalizar directamente a los bancos, aunque bajo rigurosa supervisión, así como facilitar el uso de los fondos europeos para comprar deuda de países bajo la presión de los mercados, de acuerdo a lo dicho por Herman van Rompuy, presidente del Consejo Europeo.
La presión de la cumbre era alta. Una fuente presente, que pidió el anonimato, declaró que Rompuy advirtió a los mandatarios italiano y español: “Están tomando como rehenes a diez países”. La razón de esta advertencia era de procedimiento. Mariano Rajoy y Mario Monti estaban empeñados en tratar los problemas de la zona euro en una reunión a la que asistían diez “invitados de piedra”: los representantes de los países de la Unión Europea que no están afiliados a la unión monetaria.
Los ánimos estaban caldeados. La propia conferencia de prensa posterior a la cumbre fue motivo de enfrentamientos entre los participantes. Rompuy se comprometió a comparecer, Merkel quería que la prensa no se enterara de los desencuentros en la reunión, en tanto que François Hollande, el nuevo presidente de Francia, era partidario de decir todo sin cortapisas. Al final, Rompuy se refirió a algunas “desavenencias”. Todo un lío.
La perdedora
De tal suerte, la reunión en Bruselas se saldó con algunos acuerdos que, al menos por el momento, sofocan el fuego de la zona euro y con una clara perdedora, la germana Merkel, que ya empezó a acusar el desgaste de tan larga lucha no sólo en el exterior, sino en la política interna; cada vez son más frecuentes las derrotas electorales que sufre la Merkel y su partido, aparte de los escándalos que han ocasionado las salidas de dos presidentes de Alemania. Lo peor del caso es que Merkel se vio obligada a transigir con medidas a las que se había opuesto claramente.
Una semana antes de la cumbre, Merkel dijo: “Para garantizar que se controlen las ayudas, está el Estado español, el único que puede decir a los bancos esto o lo otro”. En contra de lo dicho por la canciller germana, al final será el Banco Central Europeo el que canalice las entregas de dinero y no el gobierno de Madrid, pero para ello habrá que esperar a que el organismo que encabeza Mario Draghi, se haga cargo, supuestamente a fines de año, de la supervisión del sistema financiero europeo.
En tanto, Merkel fue etiquetada por la prensa internacional como perdedora. El periódico sensacionalista alemán, Bild —que recién celebró con varios festejos su sexagésimo aniversario—, concluyó: “No hay ninguna duda. A la canciller se le dio la espalda en la cumbre… España e Italia obtienen lo que querían”. A su vez, el Süddeutsche Zeitung, de centro-izquierda, fue menos complaciente: “Merkel se rinde. Dinero para los bancos enfermos”.
Así, escribe Luis Doncel: “El Club Med —Francia, Italia y España— puede estar satisfecho por haber obtenido no sólo la recapitalización directa de los bancos, sino una mayor flexibilidad para que el fondo de rescate compre deuda de los países con más problemas y la pérdida por parte del Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede) de la condición de acreedor preferente. La pelea fue tan enconada que llevó a Mario Monti a plantear su dimisión si no volvía a Roma con soluciones para calmar a los mercados, según la versión de una alta fuente comunitaria, extremo que desmiente una portavoz del gobierno italiano”.
Como sea, las medidas acordadas en Bruselas pudieron sofocar las tensiones financieras el mismo viernes 29 de junio, aunque otros analistas temen que la historia se repita una y otra vez: los dirigentes de la Unión Europea proporcionan medicinas que quitan el dolor de cabeza y leve fiebre durante horas o días, pero a la vuelta de corto tiempo tanto el dolor com o la fiebre regresan con renovado vigor.
El acuerdo
En tales circunstancias, la eurozona se convierte en el centro de los nuevos planes de integración. El Consejo Europeo que tuvo lugar en la capital belga, que es también el domicilio de esta institución, no sólo aclaró algunas dudas sobre lo inmediato, sino que apuntó a nuevos horizontes de integración. Los 27 encargaron a su presidente, Rompuy, junto a otras instituciones y los gobiernos, que presente de ahora a octubre, y finalizarlo antes de fin de año, un nuevo informe para llegar a una “genuina Unión Económica y Monetaria”, con una hoja de ruta y un calendario. Su base son cuatro pilares: integración financiera, presupuestaria, económica y una reforzada legitimidad democrática.
El acuerdo consiste fundamentalmente en lo siguiente: el Banco Central Europeo se convertirá, a partir de 2013, en el principal supervisor de los bancos de la zona euro; la recapitalización directa evita la participación de los gobiernos y, en consecuencia, impide el aumento de la deuda soberana; es posible que España reciba entre 64 mil y 77 mil millones de dólares y un “margen de seguridad” adicional a través de los fondos de rescate de la zona euro, con la meta de recapitalizar sus entidades bancarias; los fondos de rescate de la zona euro ya tenían la capacidad de intervenir en los mercados primario y secundario de bonos de un Estado soberano, como un complemento a un rescate reforzado o a una línea de crédito preventiva; aunque habrá supervisión económica de la Comisión Europea y el Consejo Europeo, el Fondo Monetario Internacional no estará involucrado y por lo tanto no se producirán más visitas trimestrales de los delegados de la troika.
En pocas palabras, la presión combinada de Hollande, del primer ministro de Italia, Mario Monti y del presidente de España, Mariano Rajoy, forzaron este acuerdo negociado que permitirá al nuevo Mecanismo de Estabilidad Europea recapitalizar directamente los bancos en dificultades, sin que su aportación implique aumento significativo de la deuda y, por tanto, un deterioro de la solvencia del país.
Además, hay una flexibilización de las condiciones de compra de deuda nacional por el propio mecanismo, en este caso con una condicionalidad macroeconómica anticipada. Es decir, el mecanismo podrá comprar en el mercado secundario deuda soberana de los países que hayan cumplido las exigencias de ajuste y reforma. Estas son las piezas capitales de un acuerdo al que le falta un largo periodo de negociación para establecer detalles decisivos.
En fin, la importancia del acuerdo radica en el propósito de encadenar la solución al grave problema bancario de la zona euro con avances hacia la unión fiscal.
A la Eurocopa
El editorial del sábado 30 de junio del periódico El País, titulado “Por el buen camino” explica: “Pocas cumbres europeas han sido tan resolutivas y apegadas a la realidad como la última. Y por eso los mercados de acciones y de deuda respondieron favorablemente al acuerdo. Pero, como suele suceder, los detalles son todavía una incógnita que debe despejarse con toda la rigidez posible”.
De todos los jefes de Estado y de gobierno presentes en el Consejo Europeo, Monti es el que mejor conoce los mecanismos comunitarios. Además, ésta es la razón por la que sucedió al desprestigiado Silvio Berlusconi. En dificultades con su Parlamento, el presidente del Consejo Italiano tenía absolutamente que lograr un éxito en Bruselas. Por ello, no dudó, el jueves 28 de junio, en tomar como rehén el pacto de crecimiento que tanto le complace al presidente Hollande para conseguir su reivindicación: lograr suavizar las condiciones de compra de las obligaciones de Estado por los fondos de salvamento europeo, a fin de aligerar la presión de los mercados.
Cuando Rompuy salió de la sala de reunión aproximadamente a las siete de la tarde, para anunciar a la prensa la adopción del pacto de crecimiento, Monti hizo las contras. Italia, apoyada por España, igualmente cogida por la garganta debido al mal estado de sus bancos, rechazó suscribir el acuerdo mientras no lograra mejores términos. Según un testigo, Monti utilizó un argumento irrebatible: “La verdadera amenaza es el regreso de Berlusconi”.
A las cinco horas de la mañana, triunfó frente a los periodistas italianos y anunció que iría a Kiev para la final de la Eurocopa 2012 de futbol contra España, partido que los italianos perderían por cuatro goles a cero. Está claro que ni en el futbol, ni en la política, ni en los amores se pueden ganar todas.