Entrevista a Mario Torrico/Profesor e investigador de la FLACSO
Irma Ortiz
Un gobierno dividido no significa que los resultados sean nimios y el progreso inexistente; el éxito dependerá de la eficacia de las acciones gubernamentales.
Otros van más lejos, como la doctora en ciencias políticas, María Amparo Casar, quien se ha pronunciado porque los representantes de los poderes, mediante reformas institucionales y una actuación responsable, busquen un equilibrio en el que el proceso de gobierno pueda conducirse tanto en escenarios de unidad como de división.
Un gobierno dividido es el escenario que enfrenta el virtual ganador de las elecciones presidenciales, Enrique Peña Nieto, quien en entrevista al diario español El País, se pronunció por lograr consensos y recoger las propuestas de otros partidos para lograr las reformas estructurales. No contempló un escenario desfavorable para su gobierno, aunque sí reconoció que implicará un fuerte trabajo político e hizo un llamado a las fuerzas políticas para lograr acuerdos que permitan impulsar cambios.
Para el periodista y analista político Héctor Aguilar Camín, el punto está en que el candidato triunfante y el actual presidente pacten convergencias para hacer reformas importantes, porque la improductividad del gobierno dividido podría terminar como ha ocurrido en los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón.
Mario Torrico Terán, boliviano, doctor en ciencias sociales, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, especialista en áreas de conflicto político e inestabilidad y autor de textos como Populismo de las elecciones mexicanas en 2006 habla a Siempre! de las situaciones que enfrentará el gobierno de Peña Nieto, su maniobrabilidad en el Congreso de la Unión y su principal desafío: enfrentar la movilización social
Gobierno dividido
Reconfiguración de los partidos en la Cámara de Diputados.
En comparación con 2009, el PRI y el Verde tenían 262 diputados, ahora bajan en 30 legisladores, los dos suman 232. Según las proyecciones de los datos públicos, pero asumiendo que las cosas no cambien, el PRI y el Verde tendrían 232, la diferencia con 2009 es que estos partidos eran de oposición y hoy serían oficialistas.
La constante respecto a 2009, el 2006 e incluso desde 1997 es que México va a tener lo que se llama en ciencia política un gobierno dividido, el Poder Ejecutivo no va a tener mayoría en el Congreso.
Sé que en México causa un poco de temor sobre qué va a pasar con las reformas, que se van a estancar, otra vez no se tomarán decisiones, pero más bien es una constante que caracteriza a las democracias consolidadas.
Salvo en los sistemas parlamentarios, donde el diseño institucional está hecho para que la mayoría del Congreso elija un ejecutivo, en los sistemas presidenciales, el Ejecutivo y el Legislativo se eligen por separado y eso hace que lo normal en democracias consolidadas presidenciales es que el Ejecutivo no tenga mayoría.
Cuando hay gobiernos divididos, hablo en términos abstractos, no necesariamente en el caso mexicano, las decisiones que se toman tienen mayor grado de consenso y se incorpora una mayor cantidad de voces, mayor pluralidad en el acuerdo que se genera respecto a las decisiones que se toman.
En contextos muy polarizados, como en 2006 cuando se polarizaron tanto las fuerzas políticas, sin duda genera que no se puedan tomar muchos acuerdos o que el Ejecutivo tome determinaciones en aquellas áreas en las que no es necesario pasar por el Congreso; ejemplo: una estrategia de seguridad.
La oposición del PRI está en las calles
Pensando en el 2012, el PRI-Verde se quedó a poco de la mayoría en diputados, pero si sumamos al Panal con 10 legisladores —lo sumo porque es muy posible que se pueda sumar al PRI en las votaciones del Congreso— esto le daría al nuevo gobierno mayor margen de maniobra del que tenía el PAN en dos sexenios anteriores.
El PRI se quedaría a nueve diputados de la mayoría, que los podría obtener dependiendo del tema que le interese sacar. Al leer la propuesta de gobierno del PRI, le interesan las reformas política, hacendaria educativa, laboral y Pemex.
A pesar de no tener mayoría, podría tener un margen de maniobra mayor que el PAN en 12 años de gobierno y los votos que le faltarían los podría obtener de la oposición.
No hay que subestimar un aspecto: la principal oposición del PRI en estos tres años que vienen, no estaría en diputados, sino en las calles. No olvidemos que la sociedad civil se ha activado mucho, hay un gran sector social que marcha frecuentemente contra el PRI —es paradójico porque marchan no contra el actual gobierno sino contra el posible futuro gobierno— y estos sectores seguirán activos. Reformas tan complicadas como la energética podrían activarse y el principal escollo no estaría en el Congreso, sino en las calles.
El Senado, por otra parte, ha quedado igual, el PRI tiene como 40 senadores; aquí sería más difícil conseguir los votos adicionales que le faltan, pero no lo descarto. Si se revisan las plataformas del PAN y PRI, sus propuestas de gobierno, en varios temas, no están muy alejadas
Habrá que ver también si el PRI actúa como un bloque disciplinado, no podemos confiar siempre en este supuesto, es posible conseguir esas mayorías.
Reto del PRI: manejar el descontento social
Algunos analistas consideran que el gobierno de Peña Nieto podría ser de una presidencia débil.
No vislumbro un gobierno paralizado, sino uno que va a tener retos importantes y el mayor de ellos va a ser la calle.
Si miramos hacia América Latina, por ejemplo, muchos gobiernos con un gran apoyo en el Congreso cayeron. Bolivia, cuando Gonzalo Sánchez de Lozada termina huyendo del país en octubre 2003, tenía el 70 por ciento del Congreso en diputados y senadores y fue la acción callejera la que lo retira del poder.
No hay que subestimar la acción callejera, aunque no creo que en México lleguemos a esos niveles del conflicto social, pero no hay que pensar que la política nada más pasa por el Congreso.
En México, la acción social está teniendo mayor influencia —es parte de la maduración democrática y de la consolidación que tiene el país— y en este sexenio la acción social va a tener mucho que decir frente a las reformas que se plantea el gobierno.
¿Reto del PRI como partido en el gobierno?
Manejar el descontento social que hay contra ellos mismos, los priistas, y contra la democracia en México. Hay descontento y desconfianza no sólo contra la forma en que ha gobernado el PRI, y sigue gobernando en muchos estados, pero también descontento contra los resultados que está dando la democracia en México.
Su reto está en cómo lidiar con ambos factores, los cuales se van a mover en la cancha del activismo social. El gran desafío no es tanto el Congreso como la movilización social, que va a ser una constante durante en esta administración, mucho mayor que en los gobiernos del PAN. La sociedad está más organizada y activa, hay mayor infraestructura tecnológica para coordinar las movilizaciones.
Clave, el gabinete
Su reto no es desactivar el descontento porque si a eso le apuesta se va equivocar. Deberá lidiar con este descontento y mostrar que esta desconfianza podría reducirse a partir de un ejercicio de gobierno más democrático.
Deberá dar señales: la primera es a quiénes [Peña Nieto] nombra en los puestos clave del gabinete. Si nombra a personajes priistas del pasado o designa a rostros más frescos, que no traen el lastre de 70 años de gobierno. No la tiene fácil Peña Nieto; va a tener que negociar al interior del partido y lidiar entre estas facciones, entre el viejo partido —que sigue con mucha fuerza— y el nuevo PRI. Considero que Peña Nieto en su fuero más íntimo quisiera jalar mucho más a favor del nuevo PRI, porque sabe que le generaría menores problemas en su ejercicio de gobierno.
Los nombramientos en puestos clave del gabinete serán la primera señal para saber qué tipo de gobierno podemos esperar y si el viejo PRI se impone a las nuevas corrientes en el gabinete; si eso ocurre, Peña Nieto no va tener un momento de descanso en su gobierno, los sectores sociales se van a activar muy rápidamente.
Reto de la izquierda: marginarse
Con el avance de la izquierda, algunos de sus futuros legisladores ya hablan que cualquier reforma tendrá que pasar primero por ellos, para poder ser aprobada.
Desde 2006, las izquierdas se han consolidado como una fuerza política importante. Ese año en diputados el PRD obtuvo una gran fuerza; en 2009 disminuyó mucho y ahora vuelve a subir. Va a tener 140 diputados, es la segunda fuerza, y en el Senado, bajó un poco, de 33 a 29 senadores; de todas formas la izquierda es una fuerza importante. En México el electorado está partido en tres, no iguales, pero sí importantes y esas partes se reflejan en la composición del Congreso de la Unión.
El reto que las izquierdas van a tener es no marginarse de la negociación política a nivel del Congreso, como pudieron hacerlo en buena parte del sexenio anterior. El desafío que tienen es asumir el poder que tienen como bloque, negociar las reformas y que éstas tengan un tinte de izquierda.
Las izquierdas debe negociar en el Congreso todas las reformas constitucionales que se vienen, no nada más pelearlas desde la calle.
Si quieren realmente apostar a 2018, es factible que lo pudieran lograr, ya han estado cerca dos veces, hoy necesitan apostarle a la acción política dentro de los marcos constitucionales.
No pueden equivocarse en que no van a negociar, en todas partes del mundo lo hacen, como ocurrió con las izquierdas que llegaron al poder en Brasil, en Chile, aquí hay un caso interesante, pactaron con el pinochetismo para llegar al poder.
La izquierda chilena aprendió la lección de Salvador Allende —quien no quiso negociar nada y así terminó—, aprendió que había que darle una salida consensuada al autoritarismo para lograr el poder, mantenerse por 20 años y conseguir transformaciones muy importantes.
Las izquierdas en el mundo han entendido que las ideologías también se mueven en función de contextos, ha avanzado la socialdemocracia y logró transformaciones muy importantes en Chile, Brasil, Uruguay, países con un trauma histórico mucho más profundo, con gobiernos muy autoritarios, gobiernos militares que sí mataron en serio y aun así comprendieron que si se aislaban no iban a lograr nada.


