El poder se tiene mientras se ejerce y su única legitimidad
es la entrega total al servicio de los demás.
Adolfo Suárez
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
El resultado obtenido por Miguel Angel Mancera en la jornada electoral del pasado domingo 1 de julio ratificó el espíritu progresista de la mayoría de los habitantes del Distrito Federal, quienes encontraron en las propuestas, compromisos y actitudes del gobernante electo un sólido vínculo con sus aspiraciones liberales y democráticas.
Rompiendo con los cánones y protocolos inherentes a las campañas políticas, el abanderado del Movimiento Progresista innovó la relación candidato-elector rescatando para la democracia el principio fundamental de escuchar al ciudadano, al vecino, a los sectores, alejándose del trillado mitin que sólo garantiza acarreo de espectadores y monólogos interminables de aspirantes, que sólo se escuchan a sí mismos.
Convencido del valor democrático del diálogo, el candidato rompió con las inercias partidarias y dinamizó su vinculación social, privilegiando el contacto directo con la gente y ejerciendo una enorme disposición a escuchar atentamente a cualquiera de sus interlocutores, además de propiciar un ejercicio barrial de indagatoria directa de problemas por cada colonia, la cual sustentará un programa de gobierno nutrido desde la base social.
Más que actos multitudinarios, la estrategia fortaleció los recorridos y los encuentros vecinales, sectoriales, gremiales, buscando ante todo responder a la agenda social, a sus inquietudes y a sus propuestas, lo que fortaleció la relación del candidato con esos segmentos sociales, cuyos integrantes constataron el legítimo interés por parte del candidato sobre sus problemáticas y propuestas de solución.
A la par de estos giros de fondo en la campaña, la personalidad del candidato abonó en muchos sentidos a establecer una relación efectiva entre el candidato y la sociedad, destacando —como en otras ocasiones hemos señalado— su trato amable, siempre educado y la sencillez y precisión de su discurso y de su lenguaje visual, generadores de certeza y simpatía hacia sus propuestas y respuestas.
El triunfo de esta candidatura ciudadana obliga a los partidos políticos de todo cuño a efectuar una profunda reflexión en torno a este resultado, el cual demuestra que la agenda social rebasó la de los partidos y que es tiempo de replantear sus estructuras y estrategias en función a las aspiraciones y necesidades de la sociedad capitalina.
Haber sabido responder asertivamente a los nuevos paradigmas sociales consolidó la candidatura del doctor Mancera de forma sostenida y ello provocó el extraordinario apoyo brindado en las urnas, votación que, como bien ha expresado el jefe de Gobierno electo, representa el más importante compromiso a favor de sostener un gobierno progresista que continúe ampliando derechos, libertades y bienestar para los capitalinos.
El próximo gobernante de nuestra capital tiene muy claro que la única legitimidad del poder, no es otra que la entrega total al servicio de los demás —como constantemente recordaba Adolfo Suárez a sus colaboradores—, por ello ante la mayoritaria decisión ciudadana en las urnas, Miguel Angel Mancera está consciente de que esa legitimidad popular lo enaltece y a la vez lo obliga a decidir, y por tanto a gobernar, junto a la gente, como se comprometió durante su inédita campaña.

