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a los ojos, y luego, en negarla.

Garrison Kueller

 

Ante posibles “estadillos sociales”

José Fonseca

Los dirigentes del Movimiento Progresista siguen extraviados en el laberinto en que los metió la impugnación a la elección presidencial y la exigencia del ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador de que se anule.

Están atrapados entre la ambición de disfrutar del capital, y no sólo político, que representan los triunfos obtenidos el pasado 1 de julio, y la necesidad de presentarse como aliados incondicionales de López Obrador.

Eso lo explica por la innegable capacidad del tabasqueño para atraer a un núcleo de votantes que sólo a él responden, no responden a ninguno de los partidos de la coalición.

No se atreven a desafiarlo. Al menos no en tanto puedan construir una o dos figuras que sean un imán electoral. Mientras, por ahora, fatalmente dependen de López Obrador, pues sin él, su votación puede regresar a los niveles históricos, o sea entre 18 y veinte por ciento, lejos del 31 por ciento alcanzado en la pasada elección.

Eso explica los excesos retóricos de los dirigentes del Movimiento Progresista en su conferencia de prensa en la sede del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, durante la cual advirtieron a los magistrados sobre las consecuencias que tendría un fallo que avalara la elección presidencial y declarara presidente electo a Enrique Peña Nieto.

Tal rechazo a la petición de nulidad de los comicios, dijeron, podría tener graves consecuencias. Mas se lavaron las manos de eventuales estallidos sociales que dicen provocaría rechazar sus peticiones.

¿A quién quieren engañar? Tratan de zafarse de la responsabilidad que tendrían en eventuales y violentas manifestaciones callejeras, como si éstas fueran espontáneas. Cualquiera que ha organizado una marcha, aunque sea de un centenar de personas, sabe que involucra una cierta capacidad de quienes la organizan.

Si, como dicen, ocurrieran los “estallidos sociales”, es muy posible que no llegaran a tener la magnitud que les conceden en su intento de amenazar y chantajear a las autoridades electorales. De cualquier manera, serían magnificadas por medios en los cuales existe una veta de antipriismo que a muchos les cuesta trabajo ocultar.

Así, los burócratas partidistas del Movimiento Progresista desean el mejor de los mundos. Uno en el que retienen las prebendas que significan tres gubernaturas y dos importantes bancadas en el Congreso. El otro, en el que complacen a López Obrador y soterradamente costean el costo de manifestaciones de protesta contra el fallo del tribunal.

Difícilmente alcanzarán su objetivo. Ni yendo con el Santo Señor de Chalma, pues Dios no cumple caprichos ni endereza jorobados.

jfonseca@cafepolitico.com