Gonzalo Valdés Medellín
Teresa Selma, actriz infatigable, ha experimentado en todos los géneros y siempre con acierto. Es admirable su vocación por el arte escénico y su pasión por México, país al que considera suyo, pues desde muy joven ha estado aquí, yendo y viniendo con propuestas siempre anticonvencionales que apuestan y arriesgan por nuevos lenguajes y formas de contacto social, político, estético y humanístico con el público contemporáneo. Teresa Selma no ha sido nunca una actriz que se quede quieta, ni física, ni estética, menos aún ideológicamente.
A Teresa Selma, me une una enorme amistad que surge de la admiración por su trabajo y que a lo largo de los años me ha permitido conocer también a la gran mujer y a la espléndida artista, siempre cautivando a un público que agradece sus obras, lejos de la parafernalia culterana, los estereotipos comerciales o los rebuscamientos intelectualoides.
Originaria de Venezuela, Teresa Selma estudió en México con el maestro Seki Sano y en la Escuela Nacional de Teatro del INBA, y debutó con la obra Amor 1850 en 1957. Varios son los trabajos decisivos de Teresa Selma; desde luego, La loca de Bouchout, inspirada en Noticias del Imperio de Fernando del Paso y cuya placa tuve el privilegio de develar junto con el novelista, en el Teatro Benito Juárez, en 2009, presenciando así la gran emoción que el también autor de Palinuro de México derramó ante la magistral interpretación de Teresa Selma.
Valga mencionar que La loca de Bouchout la hizo acreedora al Premio Águila de San Martín 1998 a la Mejor Actriz en Caracas; al Premio María Douglas a la Mejor Actriz en Monólogo 2006, por la Agrupación de Periodistas Teatrales de México y por su espectáculo La muerte burla burlando.
Pero he de referir también, que he tenido la grata oportunidad, aleccionadora, de haberme inmiscuido en varios proyectos teatrales con Teresita, como fueron la serie de lecturas dramatizadas para el Festival de la Palabra (2005-2006), a iniciativa de ese talento aguerrido que es la maestra María Luisa Armendáriz y en donde Teresa participó en el Homenaje a Juárez (donde la actriz prestó fragmentos de la obra de Del Paso), así como en las obras de Shakespeare, Todo está bien si termina bien y El rey Lear, con ese magnífico primer actor y gran compañero y amigo, Sergio de Bustamante, con quien también hicimos el Don Quijote de Salvador Novo. Dirigir a Teresa Selma en estas lecturas performáticas fue un enorme deleite, un placer y una cátedra, aprendiendo de sus grandes conocimientos escénicos y aprehendiendo de esa voraz y apasionada entrega al trabajo teatral, que la caracteriza.
Mucho he escrito, quizá sea yo el crítico y difusor que más ha escrito sobre el trabajo de Teresa Selma, dicho sea esto sin empacho, al menos en los últimos quince años, desde su trabajo a la novela de Del Paso, como de su delicioso collage de textos y poemas que conforman La muerte burla burlando, o ese melodioso y conmocionante experimento suyo con el drama de Césare Pavese Los diálogos con Leucó, o recientemente su extraordinaria actuación en Arráncame la vida. Estuve en un tris de dirigir la última temporada de La divina Sarah, e hicimos varias lecturas-ensayo con Teresa y el ya desaparecido Miguel Couturier, de esta obra que finalmente terminaron montando ellos mismos en dirección al alimón.
Gran amiga de mi madre, a quien sorprendía Teresa con su garra interpretativa y su energía teatral sin tope (sobre todo en La loca de Bouchot), Teresa Selma es una mujer admirable. La conocí por primera vez en el Homenaje a Lorca (Memory) que le hiciera el grupo Rajatabla a principios de los ochenta, y desde entonces me pareció una actriz entrañable, aunque muy lejos estaba yo de saber todo lo que el destino me deparaba al convertirme en su amigo.
Mucho me ha platicado Teresa Selma de su amistad con Efraín Huerta, con José Revueltas, con Sergio Magaña… escritores por los que tiene especial afecto y a los que rinde reverencia continuamente, como a su amigo el eminente poeta tabasqueño Dionicio Morales, así como a todos los grandes directores que la han dirigido en México y Venezuela, entre ellos, Juan José Gurrola, Rafael López Miarnau, Ludwik Margules, Manuel Montoro, Dagoberto Guillaumin, Iván García, Lya Engel, Virgilio Mariel, Roberto D’Amico, Horacio Peterson, Antonio Costante, César Sierra, Daniel Uribe, José Jesús González y el fundador del prestigiado grupo Rajatabla, Carlos Giménez.
Así pues, muy emocionado reseño aquí el Homenaje que el Foco, el Círculo Teatral y el Foro Cultural Coyoacanense le han ideado como un reconocimiento más que justo y meritorio, y que se llevará a cabo el lunes 13 de agosto, a las 20:00 horas, con la presentación de Arráncame la vida y develación de placa conmemorativa, con motivo de sus cincuenta y cinco años de trayectoria.
Contacto: centroculturalelfoco.rp@gmail.com Tel: 55 74 90 11, www.teatrodelarbol.com.mx.

