Carlos Guevara Meza
La batalla por Aleppo continúa en Siria. Aunque el ejército logró controlar la capital política, Damasco, la capital económica del país sigue en disputa. Las fuerzas del gobierno han comenzado a utilizar aviones para atacar las posiciones rebeldes que, sin embargo, resisten. La estrategia de ocupar simultáneamente puntos distantes, de manera de obligar al ejército a dividir sus fuerzas, ha resultado hasta ahora, mientras el corredor entre la ciudad y la frontera turca sigue en manos de los sublevados que lo aprovechan al máximo para hacerse de pertrechos. Empero, la desventaja en armamento aún favorece al gobierno del presidente El Assad.
Por otro lado, Kofi Annan renunció como enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, con un sentido discurso leído en Ginebra en el que responsabilizó del fracaso de su misión a la beligerancia tanto del gobierno sirio como de la oposición, junto con las grandes potencias que en el Consejo de Seguridad no se han puesto de acuerdo al respecto del conflicto sirio: “sin una presión internacional seria, con propósito, unida, también por parte de las potencias de esa región, es imposible, para mí y para cualquiera, obligar al gobierno y a la oposición de Siria a que tomen las medidas necesarias para comenzar un proceso político”.
Annan, que dejará el puesto a fines de agosto, una vez nombrado un sucesor, señala al mismo tiempo con la delicadeza acostumbrada por los diplomáticos el papel de las naciones vecinas en el agravamiento del conflicto, con países como Arabia Saudita y otros (monarquías sunitas tan represivas como el régimen de El Assad) que directamente están proporcionando armas a los rebeldes. Rusia pidió de inmediato que se “nombre un digno sucesor”, lo que en otras palabras significa aceptarle su renuncia y abrirle le puerta para que se vaya.
Quizá un síntoma de lo alicaído del régimen es el hecho de que el primer ministro, Riad Farid Hijab, anunció su deserción. Un miembro de su equipo personal leyó ante las cámaras de la cadena Al Jazera un pronunciamiento del político (que apenas había asumido el cargo en junio): “Hoy anuncio mi deserción del régimen terrorista y asesino y anuncio que me sumo a las filas de la libertad y de la dignidad de la revolución. A partir de hoy soy un soldado en esta revolución bendita”. Con esto se convierte en el segundo miembro de alto nivel del régimen que se pasa a las filas de la rebelión, y el de más alto rango hasta ahora.
Si bien, horas antes del anuncio por la famosa cadena árabe de televisión, el gobierno había publicado su despido, el gesto no carece de importancia, pues podría indicar que en las más altas posiciones, que obviamente tienen acceso a información privilegiada, se teme un descalabro catastrófico.
El Ejército Sirio Libre (ESL), que lleva la carga de la guerra por parte de los rebeldes, se responsabilizó del secuestro de 48 iraníes que, según Teherán, eran peregrinos con rumbo a la mezquita de la hija del Imán Alí (importante centro de peregrinación chiita), pero a quienes los rebeldes acusan de ser agentes del gobierno de Irán, aliado de El Assad, en misión de reconocimiento. También amenazaron con ejecutarlos si el gobierno sigue bombardeando a los civiles. El régimen iraní ya ha solicitado la colaboración de Turquía y Qatar para mediar en su liberación, al mismo tiempo que crecen las denuncias de excesos cometidos por las tropas del ESL, y de la posible infiltración de milicianos islamistas en sus filas.


