Carlos Guevara Meza

Los rebeldes sirios tomaron Aleppo, la segunda ciudad más importante de Siria, además de su centro económico. De inmediato se envió a retomarla a la temible IV División del Ejército, unidad de élite comandada directamente por el hermano menor del presidente El Assad, Maher, famoso por su carácter cruel, su total falta de escrúpulos y una ausencia total de moderación (años antes de la rebelión, se dice que Maher fue apartado por su propio padre de la línea de sucesión por su inestabilidad, y varios importantes miembros de la familia han debido incluso exiliarse para evitar las confrontaciones con el general que llegó incluso a dispararle un tiro en el estómago a uno de sus cuñados por una disputa).

Los rebeldes, sin embargo, resisten. A pesar del bombardeo aéreo y con artillería, y de la táctica de tomar barrio por barrio, los milicianos del Ejército Sirio Libre (ESL) han logrado hasta el momento de escribir estas líneas mantener la mayoría de sus posiciones, y cuando deben retirarse se van a tomar otro barrio de la ciudad.

En principio, las fuerzas leales a Bashar el Assad tienen todas las de ganar, con el mayor ejército del mundo árabe y uno de los mejores pertrechados. Pero a nadie se le oculta lo estratégico de la batalla: para los rebeldes controlar Aleppo significa tomar posesión de una zona rica en recursos, cercana a la frontera de un país amigo (Turquía) y la posibilidad de cortar la ruta de escape de El Assad hacia la zona montañosa donde se concentra la minoría alauí, a la que pertenece el presidente y su familia (idea que recorre desde hace tiempo las columnas internacionales de los periódicos: que el presidente buscaría refugio en la zona para atrincherarse bajo la protección de su grupo religioso, que no tendría más opción que protegerlo, ante el temor de que los rebeldes no distingan entre aluíes leales y rebeldes; e incluso que ahí El Assad podría establecer un pequeño país en caso de que pierda Siria). En manos rebeldes, Aleppo se convertiría en lo que fue Bengasi para la revolución libia. Además, hasta hace poco, Aleppo con su alta burguesía comercial, fue uno de los principales apoyos del régimen.

Desde que se iniciaron los combates por la ciudad, la ONU calcula que alrededor de 200 mil civiles han huido, lo que muestra la falta de consideraciones de ambos bandos para con los no combatientes. Turquía también reportó un aumento en el número de personas que cruzan la frontera buscando refugio. La Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, denunció que ambos bandos están cometiendo atrocidades que podrían considerarse crímenes de guerra.

Así las cosas, es probable que Bashar el Assad gane por el momento la batalla por Aleppo, pero como sucedió en Damasco y otras ciudades esto no significará que gana la guerra. Los leales al régimen pueden retomar el control, pero los rebeldes no se han retirado y continúan hostigando a las fuerzas del régimen en cada una de las urbes donde entablaron combates. Este conflicto va para largo.