Entrevista a Juan José Bremer/Autor de Tiempos de guerra y paz
Irma Ortiz
Diplomático, político, escritor, Juan José Bremer, con una larga trayectoria en el mundo cultural, autor de El fin de la guerra fría y el salvaje mundo nuevo y de Tiempos de guerra y paz, habla a Siempre! sobre este libro, donde reflexiona sobre momentos difíciles de la historia y donde aborda el pasado para entender el presente, pero sobre todo, para construir el futuro
En Tiempos de guerra y paz desarrolla antecedentes históricos de cuatro tratados internacionales de pacificación, consecuencia de conflictos que modifican el mapa político mundial. ¿Por qué eligió la actual coyuntura para publicarlo?
El libro es fruto de una experiencia muy concreta, aunque implica un trabajo académico y de investigación. Está asociado a una experiencia diplomática privilegiada, que es la que mi país me dio, la oportunidad de representarlo en países que participaron en las guerras modernas y, en consecuencia, en los grandes congresos de paz que fundaron un nuevo orden internacional.
La experiencia dejó marcas muy profundas en cada uno de estos países. Me refiero a la ex Unión Soviética, donde estuve en el periodo de la perestroika; Alemania, que ha vivido todas las guerras modernas en su territorio, al Reino Unido, a los Estados Unidos. Estos cuatro países —de los seis en los que he estado representando— han jugado un papel determinante en momentos de crisis y de refundación.
Eso me acercó a esta refundación, que quizá no está tan cerca de México, porque afortunadamente vivimos en la periferia de estos grandes cataclismos. Me adentre en ellos y aprendí de estas lecciones importantes en momentos clave y quise compartirlos con mi país.
Me tocó la perestroika y el colapso soviético; después de la caída del Muro, estuve ocho años en Alemania, viví la reunificación, la ampliación de Europa; en Estados Unidos me tocó el 11 de septiembre; viví la experiencia cuando los países son visitados por la historia. Me di cuenta de que estábamos quizá viviendo una experiencia tan determinante como la que se vivieron en los momentos cruciales que se incluyen en Tiempos de guerra y paz.
Compartir esa experiencia iba a tener una gran actualidad y que el libro era asomarse al pasado para ver con mayor claridad el presente y el futuro, y que no debemos esperar que suceda sino tratar de influir en él.
¿Qué debe aprender un diplomático de las negociaciones que culminaron en la paz de Westfalia, en el Congreso de Viena, en el Tratado de Versalles o la Conferencia de San Francisco?
Un médico debe saber de un binomio fundamental: los temas de la salud y de la enfermedad. Así un diplomático tiene que saber de conflicto y de arreglo; saber qué genera un conflicto internacional, cuáles son los factores que intervienen en la creación de un conflicto de gran escala y luego cuál es el gran reto de construir la paz. La historia es para nosotros mater et magistra, madre y maestra. Es fundamental conocer la historia y Tiempos de guerra y paz recoge estos cuatro momentos de guerra y los grandes congresos de paz que siguieron.
Por otra parte, un congreso de paz de esta envergadura nos acerca a temas cruciales de la vida política que son los límites de lo posible. Qué es lo que en un momento dado puede alcanzarse tomando en cuenta la experiencia humana; dónde es posible logar un arreglo viable, no utópico y cada uno de estos congresos de paz nos enseña cómo se abrió paso a muchas dificultades con los intereses contrapuestos, con antagonismos y rencores de una conflagración que cobró tantas vidas. Sin embargo, la indispensable necesidad de alcanzar consensos a pesar de todos esos resentimientos, rencores, y por qué algunos congresos de paz no alcanzaron a tener éxito y algunos otros si lo tuvieron.
Lecciones importantes
Usted analiza el periodo entre guerras donde aborda la aparición del fascismo, el fin de la república de Weimar y la consolidación del nazismo. ¿Cuáles son las lecciones que debe aprender el mundo de esta etapa?
Recomendaría a gentes muy diversas, según sus profesiones, conocer el mundo que vivimos, revisar las décadas de 1920 y 1930. Están llenas de lecciones importantes, décadas que nos abren los ojos respecto de lo que puede suceder si no enfrentamos problemas que empiezan a formarse, a tiempo. Qué sucede si no hay una real coordinación internacional para enfrentar problemas importantes, y cómo problemas económicos pueden acentuar inconformidades sociales y generar incluso deformaciones sociales, como fue el nazismo alemán y el italiano.
Cómo en un momento dado, pese a las lecciones vivas de la Primera Guerra Mundial, el primer conflicto entre naciones altamente industrializadas generó una carnicería donde se violaron todas las normas de la guerra y murieron cerca de 30 millones de seres humanos. No obstante esa lección, 20 años después, el mundo entra de nuevo a una conflagración de mayor envergadura. Las décadas de 1920 y 1930, son una advertencia para toda época difícil si los liderazgos no enfrentan los problemas a fondo y a tiempo.
Cada guerra ha tenido a sus propios líderes; de la guerra de Treinta Años a la Segunda Guerra mundial, ¿quiénes fueron los grandes constructores del derecho internacional?
En la guerra de Treinta Años destaca la figura de Richelieu, que aunque no participa en la paz de Westfalia es el gran vencedor de la guerra. Con el cardenal francés nace un liderazgo moderno que es el de la razón de Estado y él está más allá en la mentalidad de las guerras religiosas, que en el siglo XVI generó una gran carnicería en Europa. Richelieu ya piensa en el mundo del futuro y cómo conducir la nueva estructura política que será el Estado moderno.
En la guerra de Treinta Años se precipita un proceso histórico que toma dos siglos y nace por primera vez el primer mosaico de Estados modernos, por eso la paz de Westfalia es considerada la matriz del derecho internacional moderno. Ahí termina el Medioevo y se consolida el Renacimiento, que había nacido 100 años antes, pero llega a cuajar en el campo del derecho internacional en la paz de Westfalia.
Curiosamente esta paz y el principio del derecho internacional se asocia, más que a líderes políticos, a internacionalistas y teóricos del Estado que imaginaron el mundo en esta nueva etapa, que fueron los juristas teólogos españoles Francisco de Vitoria y Francisco Suárez, y un pensador del norte, Hugo Grocio. Son los primeros en escribir sobre el derecho de gentes y entre naciones con un sentido moderno, en el fondo, en el nacimiento de la paz de Westfalia y del derecho internacional moderno, más que los políticos, están los pensadores.
En la Segunda Guerra Mundial hay una coincidencia, Franklin D. Roosevelt, especialmente —más que Winston Churchill y desde luego más que Josef Stalin—, fue el primero que pensó cómo iba ser el mundo después de la guerra e impuso muy visionariamente la creación de las Naciones Unidas.
Roosevelt muere un mes antes de la conferencia de San Francisco, pero estuvo detrás de la negociación entre los aliados de los principios generales de lo que serían las Naciones Unidas y en la Conferencia de San Francisco aparecieron las valiosas aportaciones de países que no estaban en la cúpula, ni eran los vencedores de la guerra pero tuvieron la capacidad de enriquecer el proyecto que se presentó en un principio en la Conferencia de San Francisco y entre esos países destacan algunos latinoamericanos, muy especialmente México.
Entre las contribuciones importantes al orden internacional luego de la Segunda Guerra Mundial, está el papel de México porque convocó a la Conferencia de Chapultepec, poco antes del inicio de la Conferencia de San Francisco. Ahí se definieron puntos importantes: abrir Naciones Unidas del concepto paternalista que los aliados vencedores tenían para vigorizar la Asamblea General; fortalecer la Corte Internacional de Justicia, darle a Naciones Unidas por primera vez a un órgano internacional atención a los problemas económicos y sociales que tienen que ver con el inicio de las guerras, las disparidades económicas y dar a Naciones Unidas una injerencia importante en los temas de la cultura, que son tan importantes para la paz.
El proyecto de los aliados era un proyecto tutelar de las relaciones internacionales en la Conferencia de San Francisco y fue abierto por la participación de estas naciones. Quienes revisen las actas de la Conferencia de San Francisco, verán con orgullo el papel que tuvo México.
Organismos internacionales
¿Considera que las Naciones Unidas y la Corte Internacional de Justicia han servido para evitar más guerras?
El mundo sería muy distinto si entre 1945 y 1952-53, no hubiera habido este proceso de creación de instituciones, después de la Segunda Guerra. Estas instituciones nacieron limitadas, y quienes tenemos un pensamiento internacionalista y queremos que avance, obviamente, no estamos satisfechos pero sería impensable el mundo sin Naciones Unidas, sin la Corte Internacional de Justicia, sin el sistema de Naciones Unidas, incluso sin las instituciones de Breton Woods.
Todavía vivimos de estas instituciones y es indispensable renovarlas, por eso Tiempos de guerra y paz en su último capítulo dice “estamos viviendo un tiempo de refundación que es tan indispensable como el que pasó después de la Primera y Segunda Guerra y no llegan los padres fundadores, estamos esperándolos y no estamos abordando los problemas en su raíz”.
Naciones Unidas fue en la Guerra Fría un garante para evitar males mayores. Gracias a Naciones Unidas, en algunos casos, no tuvimos una Tercera Guerra Mundial. Quiero recordar una frase del segundo secretario de Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld, sueco, un hombre que veía hacia el futuro y decía “Naciones Unidas fue creada no para llevar a la humanidad al cielo, sí para salvarla del infierno”. Naciones Unidas ha sido un muro de contención para evitar que el conflicto natural que existe entre las naciones rebase ciertos límites, además es un foro de discusión y análisis, que no hay otro en el mundo.
¿Hay alguna similitud entre la inestabilidad que enfrentó Europa durante la Guerra de Treinta Años con la actual amenaza de disolución de la Unión Europea?
Si me pregunta cuáles son las ocho columnas que más me gustan del siglo pasado: la reconciliación franco-germana y la construcción del edificio europeo. Eso para mí revela que las cosas pueden cambiar, que es posible que las naciones y los liderazgos puedan ir más allá de la ley de la gravedad que los hace repetir de nuevo sus mismos errores, que pueden ir más allá de una tradición de violencia que sacudió a Europa y dar un salto esperanzador.
La noticia que me hace tener optimismo respecto del futuro es la construcción de Europa iniciada en 1951. La construcción de Europa es, para mí, el edificio más importante que ha construido el hombre en épocas recientes y de la edad moderna. Se hizo después de lo que algunos historiadores llaman la Segunda Guerra de Treinta Años, por eso la pregunta me gusta, porque la primer guerra de 30 años cerró un periodo de guerras religiosas y creó por primera vez en el espacio europeo, la tolerancia entre tres grandes religiones: catolicismo, luteranismo y calvinismo.
La segunda guerra de Treinta Años, así la llaman los historiadores a las dos guerras mundiales, que se inician en 1914 y terminan en 1944, vuelven a crucificar a Europa y a al resto de la comunidad internacional, y la respuesta fue la construcción de Europa, que de 1951 a la fecha construye un edificio de varios pisos que ahora está atravesando problemas.
No me imagino que el liderazgo europeo, que hasta ahora no actúa con la profundidad y la celeridad que se necesita, vaya a equivocarse y permitir que se desmantele la construcción del edificio europeo. Puedo imaginar una Europa de varias velocidades, un núcleo que vaya más adelante; puedo imaginar la salida de Grecia, la revisión de una Europa de geometría variable, de quienes estén con una moneda única y quienes no, todos esos escenarios, pueden ser posibles. Lo que no imagino es una Europa invertebrada como en los años veinte o treinta, creo que las lecciones de la historia las tendrá presente el liderazgo europeo.
En momentos de transición y redefinición del orden internacional, México no ha sabido leer ese cambio y hoy su política internacional carece de rumbo, ¿cuáles son los retos del país en la materia?
Hay una gran oportunidad para una política exterior muy ligada a las necesidades y prioridades de México, no separada de la política interior y de lo que queremos para nuestro futuro y progreso; que busque en el exterior oportunidades para crecer, para desarrollarnos en los campos educativo, tecnológico; para ser más competitivos; que abra oportunidades a estas necesidades nacionales prioritarias pero también una política exterior activa en el flanco externo, que entienda que México puede jugar un papel, porque siempre ha estado asociado a las mejores ideas internacionalistas.
Podemos jugar un papel en la nueva configuración de este mundo en transición y desempeñar un papel de vanguardia, en el sentido positivo del término, para la actualización de las instituciones internacionales. En un periodo de transición México tiene mucho que decir.
Para algunos, México se equivocó al buscar ser miembro del Consejo de Naciones Unidas e involucrarse en conflictos internacionales. ¿Cómo debe ser nuestra política exterior si aspiramos a recuperar el liderazgo en el concierto internacional?
Conozco los argumentos de quienes les preocupa que México ocupe lugares de alta responsabilidad en el sistema de Naciones Unidas. No imagino a México escondiéndose como avestruz, tenemos un papel que desempeñar porque somos un país con experiencia internacional, y hemos jugado y desempeñado en momentos determinantes de la formación del sistema de Naciones Unidas y en el derecho internacional, un papel muy constructivo. En el fondo, creo que los costos que hemos pagado por aportar ideas que son muy respetadas y emuladas, han sido mínimos.
La posición de México
¿Cuál debe ser la estrategia para recuperar la autoridad y respeto en el ámbito latinoamericano?
México ha hecho progresos en las últimas décadas en cuanto a nuestras relaciones económicas con América Latina. Nuestro sector privado se proyecta con mayor importancia y hay que apoyarlo. Nuestra nueva pertenencia al Acuerdo del Pacífico fortalece esta tendencia, hay que impulsarla. La cancillería debe promover el desarrollo económico; pero iría más allá, en América Latina tenemos un espacio cercano que hay que fortalecer y donde México ha jugado un papel de liderazgo.
En momentos cruciales hemos estado a favor del pluralismo político en América Latina, se defendió en plena guerra fría y tenemos esa autoridad histórica. Segundo, tenemos la fuerza de una cultura muy importante, una gran tradición que sigue renovándose y actualizándose. El poder suave de México debe proyectarse en la región y encontrar causas comunes por las cuales luchar a nivel regional y a nivel internacional.
Como humanidad enfrentamos cambios radicales en todos los órdenes, ¿estamos ante una modificación sustantiva de conceptos como la guerra y la paz? ¿El derecho internacional y la diplomacia deben responder a otras reglas y estilo?
Estamos en un parteaguas entre dos épocas. Debemos cobrar conciencia de que somos los contemporáneos, no de un cambio de siglo, sino un cambio de época. Termina un periodo histórico que fue el mundo bipolar, nacido de la Segunda Guerra Mundial, ese mundo terminó. El colapso en la Unión Soviética, la apertura de China y la revolución en la cibernética dieron un impulso a un proceso más largo y profundo: la globalización, que era un proceso que se acentuaba desde la era de la navegación y con estos acontecimientos alcanzó una velocidad imprevista.
Estamos ante un cambio abrupto y tenemos un horizonte importante como fue el caso antes de la Primera Guerra, con nuevos países. Hay una nueva multipolaridad como en 1914, nuevos países que buscan su lugar bajo el sol, pero hay más que eso, hay una aceleración sin precedentes y un cambio de ritmo y de dinámica histórica.
Se ha creado en las últimas dos décadas una agenda supranacional que no puede abordarse desde los viejos conceptos del estado soberano exclusivista que nació en Westfalia. Estoy seguro de que en las próximas dos décadas esta agenda supranacional impulsará reformas a la cooperación internacional, ahora inéditas. Se habla en Naciones Unidas, en los últimos libros que se escriben sobre esto, se discute si vamos a poder salir de Westfalia al nuevo modelo. Europa es un experimento, porque está rumbo a post-Westfalia, ya discute finanzas concentradas en Bruselas y parece ser que la tendencia es caminar hacia más Europa, no menos Europa. Son los nuevos temas y tenemos que hacer un esfuerzo para pensar en nuevas fórmulas, para resolver nuevos y viejos problemas, porque el tiempo es un gran innovador.


