Las cajas negras

José Elías Romero Apis

Después de concluido cualquier proceso electoral quedan muchos muertos y heridos políticos en los campos de batalla. Sobre todo cuando la contienda ha sido tan larga, tan competida y tan agresiva. Por eso, hoy en la política mexicana ha quedado un regadero de cadáveres por todos lados y los sobrevivientes tienen que aprestarse a cargar a sus muertos, a hacer sus velorios, a rezar sus novenarios, a decir sus misas y hasta a contratar sus plañideras.

Da la impresión de que muchos de los protagonistas, de los grupos y de las organizaciones que actúan en el escenario político mexicano de nuestros días, carecen de explicaciones sólidas y confiables sobre los aconteceres que más les concierne.

Por ello tenemos la sensación de que se están buscando las cajas negras que, como en los siniestros de aviación, permitan saber lo que pasó pero, más que ello, saber qué lo provocó.

Porque no se piense que nada más hay muertos entre los derrotados. Como en las guerras, también los vencedores han empezado a cargar sus féretros. Por eso primero pensé en los hombres de la victoria.

Allí está Enrique Peña Nieto con un féretro de tamaño incalculable y hasta desconocido para él, en estos momentos. El tendrá que cargar al saldo del actual gobierno agonizante y toda su cauda. Cuidar lo que haya que cuidar. Proteger lo que haya que proteger. Salvar a quienes haya que salvar. Recontratar a quienes no se pueda despedir. Pero, también, llamar a cuentas a los que prometieron en falso o descuidaron su trinchera.

Allí está el también victorioso Miguel Angel Mancera, cargando a su propio muerto. No es pequeño el féretro que tiene que cargar dentro del cual se encuentra el inefable Andrés Manuel López Obrador, hoy derrotado en la presidencial y mañana en la jurisdiccional.

Ahora vamos con los derrotados. Para comenzar, allí están los panistas. Vaya ataúd que les tocó cargar. Dicen que lleno de tristezas pero, también, de furias. Hablan de traiciones. Quizá a lo que se refieren es a insolvencias o a incumplimientos. En el féretro que cargan llevan toda la pedacería que quedó de su partido.

Y qué decir de los ciudadanos. Allí andamos cargando el féretro de un sistema electoral que nos cuesta mucho dinero como país pobre. El ataúd de partidos políticos insensibles, inconscientes e indolentes.

En fin, también los ciudadanos comunes nos preguntamos mil cuestiones que aún no tienen respuesta. Tenemos dudas sobre la manera como va a funcionar el país, su pluralidad, sus instituciones, su gobernabilidad, las ambiciones, las incomprensiones, los desánimos, las improvisaciones, los acomodos, los entendimientos y los desarreglos.

Es decir, de nada nos sirve saber lo que pasó. Eso ya lo sabemos.

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