Alexander Serikov

El asesinato cuyas consecuencias se manifestaron sobremanera en nuestros días ocurrió en 2004. Fue en la madrugada del 19 de febrero de aquel año cuando Ramil Safárov, teniente del ejército de Azerbaiyán, irrumpió en la habitación en que se alojaba Gurguén Markarián, oficial de nacionalidad Armenia, y lo mató con un hacha. Luego se dirigió en  busca de otro oficial armenio pero no lo encontró. El ruido causado por el asesino despertó a la gente y pronto llegó la policía. Ramil Safárov quien no negó su culpa, fue sentenciado a cadena perpetua.

La tragedia ocurrió en Budapest, capital de Hungría, donde varios oficiales de diferentes países asistían a cursos del idioma inglés en el marco del programa  Asociación para la Paz creado por la Alianza Atlántica en 1994 y destinado a estrechar las relaciones entre este organismo y los países europeos así como con la antigua Unión Soviética. En Budapest, los oficiales mencionados se hospedaban en una residencia militar desde donde el asesino fue trasladado a la cárcel. Pero el 31 de agosto del año en curso fue extraditado a Azerbaiyán donde le fue dado un recibimiento de héroe nacional y el presidente azerbaiyano lo indultó.

Cuando en 1991 se desintegró la Unión Soviética, de ella se separaron, junto con otras repúblicas soviéticas, las caucásicas Armenia y Azerbaiyán. Dentro del territorio de este último se encuentra el enclave llamado Nagorno-Karabakh habitado mayormente por los armenios quienes intentaron separarse a su vez de Azerbaiyán y proclamar su independencia. Comenzó la guerra ganada por los armenios, pero hasta la fecha la independencia de Nagrorno-Karabakh no ha sido reconocida por ningún país del mundo. Y los dos países, siendo vecinos pero bastante diferentes en cuanto a sus idiomas, cultura y religión –Armenia cristiana y Azerbaiyán musulmán– siguen viviendo durante los últimos 20 años como si fuera en un polvorín  dispuesto a estallar en cualquier momento. Lo ocurrido en una residencia militar en Budapest el 19 de febrero de 2004 fue sólo un episodio de la hostilidad existente entre los dos pueblos caucásicos.

El asesino Ramil Safárov es oriundo de Nagorno-Karabakh que ya no pertenece de hecho a Azerbaiyán y por ello no ocultaba el motivo de su acto criminal: él confesó que al matar al oficial armenio Gurguén Markarián quería vengarse de los azerbaiyanos caídos en la guerra contra Armenia. En el tribunal el asesino declaró que no se arrepentía de lo hecho.

Las autoridades armenias suspendieron las relaciones diplomáticas con Hungría que extraditó al asesino a Azerbaiyán, aunque no tenía la intención de hacerlo. Se aclaró que el motivo de la extradición tenía carácter financiero: Hungría buscaba vender a Azerbaiyán sus obligaciones de valor de 2 a 3 mil millones de euros. Mientras tanto las comunidades armenias en el mundo planean realizar manifestaciones de protesta frente a las embajadas húngaras en varios países para anular la vergonzosa extradición.