Este miércoles, Vicente Rojo inaugura en la galería Juan Soriano del Centro Nacional de las Artes la muestra “Encuentros: Papel, metal y barro”, que reúne 25 obras gráficas, seis esculturas en bronce y cuatro cerámicas. Todas las piezas creadas entre 1994 y 2003.

Por invitación del arquitecto Ricardo Legorreta, Rojo inició en 1994 en el Cenart la obra Escenario abierto, que tardó seis años en concluirse, y que prefiere definir como un “antimural” porque “la palabra mural me parece muy sobrecogedora, tiene en México una presencia muy importante. Sabía que de ninguna manera podría acercarme al muralismo mexicano”.

Rojo cuenta que Legorreta y él coincidieron en hacer una pieza que tuviera cierto carácter del arte popular: “Como una cajita de Olinalá pero enorme. Estuvo lista en cuanto a mis bocetos para la inauguración del Cenart, pero simplemente acabó el sexenio y se inauguró el Cenart sin los murales. Curiosamente, seis años después, para el final del siguiente sexenio, el mural se colocó”.

Esa obra, como todas las esculturas públicas de Rojo, no está firmada: “Toda mi obra es de dominio público, desde la pequeñita hasta la grande. Yo pienso que toda la obra pública, si tiene éxito, tiene que acabar siendo anónima”.

En la ciudad de México, en estados como Campeche, Quintana Roo o Colima hay esculturas públicas del artista; lamentablemente, dice, no han tenido mantenimiento: “Aquí cerca, en Miguel Ángel de Quevedo, podemos ver un ‘volcán’ junto a piezas de Manuel Felguérez y de Fernando González Gortázar; las tres están descuidadas, sin mantenimiento. Tuvieron el cuidado de poner una iluminación muy especial que creo que duró un día. Hay interés por inaugurar esas obras, pero no por cuidarlas”.

Fuente: El Universal