Gabriel Fernández Espejel

Somalia finalizó su camino hacia la institucionalización con la elección, este septiembre, de un nuevo presidente tras más de 20 años de guerra e inestabilidad política y social.  El país africano tiene en este intento, primero en su tipo desde el año de 1969, la oportunidad de dejar atrás el apelativo que le caracteriza en un nivel internacional como “Estado fallido”.

Hassan Sheikh Mohamud ocupará la presidencia en sustitución de Sheikh Sharif Sheikh Ahmed luego de haber obtenido una victoria de 190 votos contra 79 en el recién designado parlamento. Las elecciones constituyeron la última etapa de un largo proceso para dotar al país de un gobierno efectivo capaz de hacer frente a los retos y vicisitudes que atraviesa, este trance transcurrió bajo el Gobierno Federal de Transición de Somalia por cerca de 8 años.

La Unión Africana y las Naciones Unidas han acompañado a la nación ubicada en el cuerno de África en este largo trance, y han tenido en la pacificación y la unificación del territorio sus mayores esfuerzos. Institucionalmente hablando, la promulgación de una nueva constitución, la designación de la Suprema Corte de Justicia, la elección del parlamento y del presidente sientan las bases fundamentales del nuevo gobierno.

A sólo unos días de haberse realizado la elección, Al Shabab perpetró un atentado en contra del presidente electo Sheikh Mohamud en un hotel en la capital Mogadiscio en el que perecieron ocho personas. Al Shabab -vinculado a Al Qaeda- ha desestabilizado al país con sus continuos ataques por el descontento de la instauración del nuevo gobierno, pues señala que éste está en manos de los infieles que buscan llevar a la nación al neo colonialismo de nueva cuenta. No obstante, la expulsión del grupo terrorista de la capital fue el paso previo para la constitución del parlamento y la designación del presidente.

Pero, Somalia no sólo tiene en los actos terroristas su principal consternación, la unificación quizá sea el mayor desafío, ya que prácticamente todo el territorio se encuentra dividido o en disputa. La parte norte se conforma por Somaliland –que se autodeclaró independiente– y por Puntland –región semiautónoma-; hacia el sur se distinguen cinco territorios: uno bajo el mando de grupos militares financiados por Etiopía, otro bajo grupos militares locales y tropas etíopes, un tercero por grupos islámicos, el cuarto bajo el gobierno de transición y el último controlado por la Unión Africana y el gobierno local.

Organismos internacionales puntualizan que la designación del nuevo presidente por parte de un parlamento que da representación y voto a las diferentes regiones, grupos étnicos y religiones es un comienzo positivo en la unificación y pacificación del país. Sin embargo, advierten que la corrupción tendrá que ser combatida desde diferentes frentes a fin de que ésta no mine o ponga en entredicho los avances democráticos.